HOLGUIN, Cuba.- Igual que en cualquier provincia del país, aquí el dengue se ha hecho endémico. Como nadie está exento de contraer la enfermedad, tuve la mala suerte que le tocara a mi nieto, Yandri Leonel Aguilera Hernández.
Lo ingresaron en el Hospital Pediátrico Provincial “Pedro de la Concepción Pedraja”. Enseguida tuve que ir a llevar agua para tomar, porque solo hay agua en el baño. Estaba con más de quince niños que hicieron fiebre y, según la enfermera de guardia, todo el que estuviera en esas condiciones lo estaban ingresando por seis días, suministrándole antibióticos, sin dejarlo salir del mosquitero, con el fin de prevenir. Aunque hay que esperar los resultados de las pruebas que les han hecho, para ver si es dengue, pero todos los niños están iguales, con fiebre alta.
Después de seis días, realizan un análisis de sangre, para comprobar si ya incubó la enfermedad o es otra cosa.
En la Sala J, del cuarto piso, ubicaron en cada cubículo cinco literas, o sea 10 pacientes por área. Hay cinco trastos de ventiladores, de los cuales funcionan solo dos a duras penas, todos llenos de remiendos.
Los mosquiteros de los niños están con huecos; los padres tienen que inventar cómo amarrarlos para proteger al niño de la parte de arriba de la litera. Lo que se les ha ocurrido es atarle cuatro tubos en las esquinas, para sostener los mosquiteros.
Cada dos cubículos hay un baño con dos asquerosas tazas (inodoros) –en su mayoría rotas-, llenas de costra de suciedad, con mucho mal olor. Solo se puede utilizar una taza, justamente en el cubículo donde está mi nieto, pero tiene problemas para descargar.
La ducha es un tubo votando agua sin parar, agua que no sirve para tomar; la de beber hay que traerla de la casa, como decíamos arriba.
A la una de la tarde fue que les dieron el almuerzo a los niños: arroz blanco, un huevo hervido y arroz con azúcar (en lugar de arroz con leche), todo muy mal elaborado. A las 6 y 30 dieron la comida, un poquito de congrí con un pedacito de pollo hervido, una gota de sopa de fideos con chícharos dentro, y una cucharada de arroz con azúcar. De una posta de pollo deben comer seis niños. De mirar la comida da asco.
La auxiliar de limpieza pasa la escoba, que está sucísima, por el medio de la sala, y ya limpió; todo está muy mugriento, desagradable.
Preferiblemente, el niño podría quedarse en la casa con mucha más higiene y atención. Además de la desgracia de tener una criatura enferma, hay que pasar por todas las tribulaciones que se desprenden de la negligencia y la falta de atención en el sistema de salud.