LA HABANA, Cuba.- Durante la VIII Sesión Legislativa de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el gobernante Raúl Castro —nombrado en 2006- anunció que prorrogaría su mandato hasta el 19 de abril de 2018, dos meses más de lo previsto. La decisión ha activado el síndrome de la sospecha, y algunos consideran que el mandatario está posponiendo su salida del poder porque le gusta el cargo, o la sucesión no está aún definida.
CubaNet entrevistó a varios cubanos residentes en la Isla para conocer su apreciación; pero muy pocos están enterados de la noticia y a ninguno le parece extraño o sospechoso que Raúl Castro permanezca al frente del país otros dos meses. A fin de cuentas, subrayan, “qué le importa una raya más al tigre”.
La razón oficial parece lógica, pues a raíz de la devastación provocada por el huracán Irma, las elecciones de los delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular se retrasaron, provocando el reordenamiento de todo el calendario electoral. El mandatario aseguró categóricamente que en 2018 se materializará la sucesión prevista y “Cuba tendrá un nuevo presidente”.
Los cubanos que residen en la Isla, sin embargo, no ven con esperanza esta transición; tal vez sea ese el motivo por el cual no les importa si Raúl se va en febrero o en abril. El pueblo tiene tan poca participación en la vida política del país, que cualquier decisión sobre prórrogas gubernamentales está fuera de sus manos. La actividad ciudadana en este sentido se limita a esperar y acatar lo que dictamine la Asamblea Nacional, afiliada al Partido Comunista en su totalidad.
Por otra parte, el balance realizado al cierre de la Sesión Legislativa demuestra que Cuba continúa atravesando por una situación muy precaria, que no mejorará con la ausencia de Raúl Castro. El problema cubano es, desde hace años, algo que trasciende el apellido maldito. Los ciudadanos han asumido que el destino del país no está en sus manos, y la línea dura promovida por Díaz-Canel en el polémico video que se filtró a principios de 2017, dejó claro que quien estaba considerado como el principal candidato a sucesor, no es un perestroiko.
Uno de los entrevistados manifestó que Raúl se mantiene en el poder porque le gusta, y tiene razón; pero no es esa la clase de poder que obsesiona al hermano menor. La historia no contada de Cuba, así como la evidente falta de diplomacia de Raúl Castro, corroboran que sus intereses han estado siempre detrás del mainstream, en los laberintos de la seguridad nacional y la contrainteligencia.
Otro aspecto a considerar es que Raúl continuará al frente del Partido Comunista de Cuba hasta 2021 y a nadie sorprendería que se mantuviera como Comandante en Jefe “honorífico” de las Fuerzas Armadas, reafirmando así el control de los militares sobre el destino político y económico de una Isla regida, desde hace sesenta años, por líderes plenipotenciarios. Cualquier cosa puede pasar.