“Cubanazo” Freddy Asiel Álvarez


LA HABANA, Cuba.- Después de que el pítcher villaclareño Freddy Asiel Álvarez golpeara con sus lanzamientos a dos bateadores del equipo de Matanzas, y provocara la mayor riña de la actual 53 Serie Nacional de Béisbol – que incluyó un batazo en la cara a un pelotero de Villa Clara-, muchos pensaron que ese lanzador recibiría una sanción ejemplarizante, como la suspensión por un año de cualquier competencia nacional e internacional.
Sin embargo, la Comisión Nacional de Béisbol solo excluyó a Freddy Asiel de los partidos que le restan a esta Serie Nacional. Aun así, las autoridades deportivas de Villa Clara pretenden apelar la decisión para poder contar con su mejor lanzador en el final de la campaña.
En declaraciones al periódico Granma, aparecidas en la edición del 28 de febrero, el pitcher villaclareño afirmó que los pelotazos no fueron intencionales -peloteros y público pensaron de un modo diferente-, y se debieron a su costumbre de lanzarles pegado a los bateadores. También expresó que se mantiene entrenando con su equipo con la esperanza de que la apelación prospere.
Y claro, Freddy Asiel no podía desaprovechar la ocasión de congraciarse con el castrismo. Él sabe que ahí está su salvación. Para ello nada mejor que desmarcarse de aquellos peloteros que abandonaron el país para jugar en el exterior, fundamentalmente en las Grandes Ligas de Estados Unidos, y a los que la prensa oficial califica de desertores o traidores al deporte revolucionario. “Yo soy de aquí, y no lo cambio por nada”, fue la manera que encontró este lanzador para dar a entender que no piensa irse de Cuba.
Tras esas palabras, es muy probable que “de arriba” le comuniquen a la Comisión Nacional de Béisbol que exonere inmediatamente de culpas a Freddy Asiel. “Ese patriota que ha rechazado ofertas millonarias para jugar en el exterior no debe permanecer sancionado ni un minuto más”, sería más o menos el mensaje dirigido a Higinio Vélez, actual mandamás de la pelota cubana. No importa que Freddy haya violado la ética deportiva. Lo esencial es que “sea revolucionario”.
Si prosperase la apelación, y viéramos nuevamente en acción a este lanzador, se estaría reproduciendo, en pequeña escala, un fenómeno que hoy lacera a la sociedad cubana: el valor emergente de “ser revolucionario” prevaleciendo sobre valores tradicionales como la decencia, la honestidad y los buenos modales. Porque la tan socorrida “pérdida de valores” no fue una consecuencia del período especial de los años 90, tal y como asevera la propaganda oficial. Comenzó el mismo 1ro de enero de 1959, cuando simpatizar con la revolución de Fidel Castro se convirtió en una patente de corso que hacía olvidar cualquier imperfección cívica.
Por otra parte, no podemos desvincular este incidente de la atmósfera de indisciplina y agresividad que afecta al deporte cubano, y que con frecuencia ha sido alentada por la intromisión de los estratos superiores del Poder. No debemos olvidar al taekwondoca Ángel Valodia Matos, quien le asestó una patada en el rostro a un juez durante la Olimpiada de Beijing 2008, molesto por la decisión arbitral que lo declaró perdedor de un combate. Él y su entrenador fueron suspendidos de por vida por los directivos de ese deporte. Sin embargo, a la hora del regreso a Cuba, el máximo líder pidió “solidaridad y comprensión” para Valodia.
Ahora mismo, Freddy Asiel, como parte de su esfuerzo por demostrar que sus pelotazos no fueron intencionales, argumentó que el árbitro principal no lo amonestó después del primer pelotazo. Obvia el hecho de que ese árbitro no quería correr la misma suerte de otro colega, el que fue desautorizado por la Comisión Nacional y excluido del actual campeonato cubano, luego de expulsar del terreno a un pitcher que había golpeado a un bateador.
Ojalá, para bien del deporte cubano, que no sea reconsiderada la sanción de Freddy Asiel. Sentaría un precedente de nefastas consecuencias.