CIENFUEGOS, Cuba.- En los últimos meses he venido escuchando con insistencia pronunciamientos a favor y en contra de la contratación de profesionales cubanos en diferentes partes del mundo. Los aduladores exponen que estos contratos, conocidos en el argot oficialista como “Misiones Internacionalistas”, tienen el propósito de llevar ayuda solidaria a los pueblos necesitados del mundo. Aunque estas misiones llevan décadas de iniciadas, los medios de información nacionales (todos en manos del estado) nunca hacen alusión al aspecto económico que las acompañan. Los detractores, por su parte, suelen referirse al carácter político y de explotación laboral que según ellos amparan esta empresa.
De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hay un conjunto de indicadores contemplados en el Programa de Atención Especial de la OIT para Combatir el Trabajo Forzoso que señalan cuando estamos en presencia de una práctica de Trabajo Forzoso; ellos son:
- Abuso de la vulnerabilidad.
- Engaño
- Restricciones de movimiento.
- Aislamiento.
- Violencia Física y Sexual.
- Intimidación y amenazas.
- Retención de documentos de identidad.
- Retención de Salarios.
- Servidumbre por deudas
- Condiciones de vida y de trabajo abusivas.
- Exceso de horas extras.
Aunque en ocasiones la presencia de un solo indicador en una situación dada puede implicar la presencia de trabajo forzoso, una doctora cubana residente en la Isla identificó al menos 9 de los 11 indicadores contemplados.
Cuando Marta Fernández Cordobés terminó el duodécimo grado y se le dio la oportunidad de elegir una carrera profesional no lo dudó ni un instante. Se dijo a sí misma y a los demás que desde que nació se sabía predestinada para ejercer como médico: y así lo hizo.
¿Cómo fueron los inicios en tu profesión?
Después de seis años de estudio, al graduarme de doctora me vi forzada a laborar (dos años) en una zona rural intrincada de la Isla, en la que me ubicaron de acuerdo a la ley 1254 vigente desde el 3 de agosto de 1973 y que establece: Un compromiso del recién graduado de poner al servicio de la sociedad sus conocimientos, de acuerdo con las necesidades y prioridades que determine la dirección del país en función del desarrollo económico social. Por supuesto que en esta etapa no se toman en cuentan las necesidades o preferencia del profesional emergente.
El periodo del llamado Servicio Social no le fue del todo incómodo —confiesa—, pues trabajó con una comunidad que le dispensó gratitud en mil maneras por sus lances sanadores. Ya al final del periodo estaba deseando regresar a la ciudad con el ánimo de actualizar conocimientos y, lo más importante, gestionar un contrato laboral en el exterior, conocido popularmente como “Misión Internacionalista”, que le amortiguara económicamente las carencias a las que su salario la exponía.
¿Te propusieron la misión o tú te la agenciaste?
Tras mi regreso a la civilización contacté con un ex compañero de estudios que había tenido el buen tino de dejar de prescribir recetas y dedicarse a cuestiones administrativas dentro del Ministerio de Salud. Este ex colega era nada más y nada menos que el encargado de seleccionar quiénes integrarían las brigadas médicas de la provincia que irían al exterior. Me bastaron par de charlas informales y una invitación a comer en casa para que el hombre que tenía las llaves de la “Misión” me asegurase un espacio en el grupo que estaba formando para salir con destino a Haití.
- Mi primera misión (Haití 2004):
Para quien no es cubano resulta difícil entender lo que se siente cuando te confirman que estás entre los agraciados. Dos son las motivaciones que nos encienden el alma cuando nos dan la noticia, número uno, tema económico, número dos, la posibilidad de viajar, de salir de la isla-prisión y conocer otros países.
¿Te explicaron las condiciones que ofrecía el contrato de trabajo?
En Haití nunca me hicieron un contrato laboral formal, ni me hablaron del salario que iba a recibir, ni del lugar en el que iba a vivir, dónde iba a ejercer mi profesión, o de las condiciones de seguridad que hallaría en la comunidad a la que estaba destinada.
Lo único que recuerdo haber firmado fue un documento en el que la parte contratante, no tengo claro si era el Ministerio de Salud Pública de Cuba (MINSAP), la Organización Panamericana de la Salud u otra entidad, se comprometía a pagarnos de por vida un estipendio de 50 dólares. Esto no tenía que ver directamente con el salario. También recuerdo una cláusula que aparecía en letras chicas que contradecía lo anterior, pues estipulaba que los pagos continuarían mientras le fuera posible al contribuyente. En ese momento no le di importancia, pero meses después de regresar a Cuba supe lo que significaba. Un buen día nos dejaron de sufragar esta mensualidad, y cuando reclamamos los funcionarios del Ministerio de Salud nos dijeron que ya no podían seguir distribuyendo esa paga.
¿Qué pasaba si ya en el país de destino, y al conocer cómo serían las condiciones de la misión, no estabas de acuerdo con el contrato?
Nada, te quedabas allí o te regresaban a Cuba. Conozco al menos un caso de una doctora que reclamó mejoras de las condiciones que le habían impuesto para trabajar y fue regresada a Cuba deshonrosamente.
¿Los profesionales son sometidos a vigilancia por personal no médico?
En Haití lo primero que hicieron fue quitarnos el pasaporte. Lo mismo me pasó en Venezuela, experiencia de la que te hablaré más adelante. Cuando en ambos lugares terminabas de trabajar tenías que regresar hasta la residencia y no podías salir más. Si incumplías este mandato te imponían diferentes castigos, y de acuerdo a la gravedad del asunto podían regresarte a Cuba.
Yo me di cuenta de la seriedad del asunto durante mi segunda misión, en Venezuela, y pasado buen tiempo. Al área donde yo trabajaba iba un civil cubano casi a diario, y por su comportamiento nos dimos cuenta de que era de la Seguridad del Estado.
Pero no sólo tenías que cuidarte de este tipo de individuos; había que cuidarse hasta de los compañeros de trabajo. Mi puesto estaba a escasos metros de la frontera con República Dominicana. En una ocasión me vi forzada a pasar del lado dominicano para contactar a una familia, ya que donde estaba no había ni teléfono. Al regreso la enfermera que me acompañó redactó un informe donde me señalaba como posible desertora. A consecuencia de eso fui interrogada por funcionarios de la Seguridad de la Misión.
¿En qué condiciones vivían y trabajaban?
En Haití la mayoría de los puestos médicos y los domicilios no tenían corriente eléctrica, escaseaba el agua potable y tuve grandes dificultades con la comunicación. Nos soltaron allí sin conocer el idioma, y fue terrible para comunicarnos con ellos. Hasta que con el tiempo te ibas familiarizando y ‘machacabas’ algo.
Generalmente al médico cubano lo colocan donde el galeno local no quiere ir, por la falta de condiciones, lejanía, peligros, etc. Nos ubican en zonas donde están activos conflictos armados, o fronteras donde el crimen organizado es muy activo.
Supe de médicos cubanos asesinados por la delincuencia. Conocí a uno involucrado en una trama pasional que le costó la vida. De igual modo nos mandaban a puntos calientes de epidemias en los que terminábamos enfermando, muchas veces sin las condiciones de protección idóneas, por lo que quedábamos expuestos a enfermedades contagiosas como dengue o paludismo.
En Venezuela vivíamos varios médicos en una misma casa. Tres compañeras y yo dormíamos en el mismo cuarto, en otro dormían cuatro más y en un tercero tres. Te imaginarás que en ciertas horas pico el sanitario, la cocina, ambos de uso colectivo, eran un caos. Pero aun así cuando comparas las condiciones de allí con Haití eran cien veces mejores. Al menos allá (Venezuela) teníamos televisión, internet.
¿Se exportan a estos países medicamentos que faltan en la red de farmacias de la Isla?
En estos momentos no puedo asegurarlo, porque en la época en que yo salí del país la crisis de medicamentos no era tan aguda. Sin embargo, sí puedo dar fe de que muchos medicamentos fabricados en Cuba eran distribuidos de forma gratuita entre la población. Por ejemplo, en Venezuela cada CDI (Centro de Diagnóstico Integral) tenía una farmacia, y cada paciente que se atendía allí recibía una receta con la cual podía recoger el medicamento de forma gratuita.
El gobierno cubano ha sido acusado de presionar a los profesionales para que en los reportes que deben confeccionar sobre los servicios que ofrecen alteren los datos ¿Es cierto?
Yo tenía que llevar un reporte de cuántos casos atendía por día. Las autoridades sanitarias me exigían cubrir determinadas cuotas semanales, tanto de pacientes atendidos como de tratamientos dados. No olvido que existía un eslogan que aparecía incluso en letreros de pulóveres que hacía referencia a la cifra de pacientes que estábamos llamados a atender en determinado periodo de tiempo.
¿Y qué pasaba si no cumplían las cuotas asignadas?
En realidad, en el grupo en que me encontraba no pasó nada serio, pero es cierto que los coordinadores de la misión nos coaccionaban e incluso amenazaban con quitarnos la misión si no nos esforzábamos.
¿Existió algún hecho, algún evento que te desilusionó, que cambió la percepción del carácter humanitario que la propaganda gubernamental le atribuye a estas “misiones”?
A pesar de los móviles que ya expliqué para mi salida de Cuba, si te soy sincera, en lo personal, yo sentía que lo que hacía en Haití tenía un carácter humanitario y me enorgullecía de ello. Sin embargo, durante una de las elecciones que tuvieron lugar en Venezuela, con Hugo Chávez aún vivo y donde la oposición tenía grandes posibilidades de derrotarle, nos sacaron de Haití y nos mandaron para allí. Luego me percaté del alto valor propagandístico que acompañó nuestra llegada al país suramericano, esto sin demeritar el aspecto económico: Venezuela pagaba más. Fue entonces cuando se hizo pedazos la imagen idílica que me había hecho de aquellas misiones.
En Venezuela cuando había elecciones cogían a los médicos y enfermeros del programa Barrio Adentro Uno y los mandaban a la calle para regalar medicamentos. Les decían: “Reparte esto y diles que lo manda Chávez”.
Los consultorios estaban saturados de propaganda pro chavista. Los coordinadores eran los encargados de colocar esa propaganda. “Venezuela es una misión política, de eso no le caben dudas a nadie”.
- Mi segunda misión (Venezuela 2005): Ajustándonos a las necesidades
En la época en que viajé a Venezuela requerían oftalmólogos. Nosotros no habíamos hecho la especialidad, la mayoría nos desempeñábamos como MGI (Médico General integral). Sin embargo, ante la necesidad que tenían de doctores de esa especialidad para conformar la llamada “Misión Milagro” nos prepararon a la carrera, en tiempo récord, y en cuatro meses ya contábamos con un diplomado. Podrás imaginarte que nuestra preparación era endeble, y fíjate si era así que estando ya en territorio venezolano, y ejerciendo el oficio, teníamos que acudir con regularidad a talleres destinados a saldar las lagunas que teníamos y fijar lo que habíamos aprendido con tanta premura.
Allí fungíamos como oftalmólogos clínicos. No operábamos, nos dedicábamos a efectuar valoraciones clínicas, a hacer diagnósticos de patologías como cataratas. En caso de necesitar intervención quirúrgica los remitíamos a Cuba, donde se supone que había personal con mayor experiencia.
Imagino que tan precaria preparación haya derivado en errores y negligencias.
Tuve un amigo venezolano al que enviaron a Cuba para operarlo y le intervinieron el ojo que no tenía dañado.
Concluyo con dos temas. El primero se relaciona con el salario que les pagan. Esta es quizás la arista más espinosa de cara a las acusaciones al gobierno cubano por ejercer como intermediario y quedarse con hasta dos tercios del dinero que receptores pagan por cada médico de misión contratado ¿Cuánto te pagaban por tu trabajo?
En Haití cobraba 200 dólares mensuales, y en Venezuela 160. En Venezuela el gobierno cubano cobraba más de 1 000 dólares mensuales por médico. Eso lo supimos no porque nos lo dijeron directamente, sino porque me enteré durante unas elecciones. Tú sabes que los opositores comienzan a hacer campaña contra el gobierno, y entonces ellos denunciaron lo que le pagaba el gobierno chavista al cubano. Los responsables de la misión empezaron a decirnos que eso era mentira, que era propaganda. La confirmación nos llegó de un venezolano involucrado en el programa Barrio Adentro: que nos dijo: “efectivamente, los convenios están pactados por esa cifra, pero su gobierno después les paga a ustedes lo que le parece”. En Haití eran 700, y al igual que en Venezuela lo supimos de manera extraoficial.
¿Cómo los médicos cubanos asentados en la isla perciben en el presente las misiones?
En estos momentos a Venezuela nadie quiere ir.
¿Por qué?
Por las condiciones políticas y sociales que tiene, la escasez que hay. Ahora la cosa se ha invertido, antes íbamos a buscar electrodomésticos, ropa, y ahora la gente tiene que llevar hasta comida de aquí para allá. La misión más cotizada era la de Brasil, y después que se perdió esta lo son la de Qatar, Angola (he escuchado que hay problemas ahora pero no sé bien por qué), China, Arabia Saudita, Jamaica, Belice. Aun así, muchos se lo están pensando cuando les hacen la propuesta.
NOTA EDITORIAL: Este reportaje fue escrito como parte de una colaboración entre Cubanet y la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FHRC). Las entrevistas a los médicos cubanos fueron realizadas por la Fundación como parte de un proyecto investigativo sobre la explotación de los mismos por parte del régimen cubano. Algunos médicos hablaron bajo condición de anonimato por temor a represión contra ellos o sus familiares. Todas las entrevistas fueron grabadas y transcriptas.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 316-2072, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.