LA HABANA, Cuba.- El crítico y vicepresidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Pedro de la Hoz, ha reaccionado contra las que él considera “expresiones extremistas” de un sector del exilio cubano en Miami, en perjuicio de artistas residentes en Cuba.
En el artículo “Indecencia”, publicado en la edición del 19 de diciembre del periódico Granma, de la Hoz censura la cancelación de una gira por Estados Unidos del dúo Buena Fe, así como la suspensión de una presentación en Miami del trompetista Alexander Abreu y su orquesta Havana D´ Primera.
En ambos casos los organizadores habrían cedido a las presiones de los anticastristas de Miami, quienes no perdonan que las mencionadas agrupaciones musicales manifestaran su pesar por la muerte de Fidel Castro.
Las observaciones del señor de la Hoz tendrían mayor receptividad si se tratara de alguien que condenara todos los actos de intolerancia, vinieran de donde vinieran. Pero ya sabemos que él se hace de la vista gorda cuando el castrismo prohíbe libros, mantiene en el ostracismo a músicos y deportistas, e impide la entrada en la isla de personalidades que hayan cuestionado las políticas del gobierno cubano.
¿Alguna vez el señor de la Hoz se ha preocupado públicamente por la negativa de los medios de difusión oficialistas a difundir la música de Willy Chirino, Gloria Estefan y Celia Cruz?
¿En qué edición de Granma el señor de la Hoz se lamentó de que su gobierno le negara tres veces el permiso de entrada a la isla al académico cubanoamericano Carmelo Mesa-Lago? Las dos primeras negativas ocurrieron en 1985 y en 2001. En 1985, cuando debía acompañar al Rector de la Universidad de Pittsburg a firmar un contrato de intercambio académico con la Universidad de La Habana. Y en el 2001, cuando Mesa-Lago iba a participar en una conferencia internacional sobre seguridad social con sede en La Habana. Todo, según lo cuenta el propio Mesa-Lago en el preámbulo de su libro Economía y bienestar social en Cuba a comienzos del siglo XXI, publicado en 2003 por la editorial Colibrí.
La tercera negativa ocurrió hace apenas dos años, cuando en el evento “Fe religiosa, institucionalidad nacional y modelos sociales”, organizado por la Iglesia católica, se presentó su libro Cuba en la era de Raúl Castro.
¿Se habrá molestado el Vicepresidente de la UNEAC al advertir —claro, en caso de que sea aficionado al béisbol, y no haya sido arrastrado totalmente por la sutil maniobra gubernamental a favor del fútbol— que los peloteros cubanos que marchan a jugar en las Grandes Ligas son enterrados en vida por el discurso oficial?
¿Qué habría expresado el crítico de Granma de haberse enterado de que en uno de los almacenes de la corporación CIMEX, un estante contentivo del libro No perdamos también el siglo XXI, de Carlos Alberto Montaner, tenía un cartel que expresaba con letras bien grandes: NO VENDER. Por supuesto, el señor de la Hoz hubiese apoyado la disposición que evitaba que ese texto del destacado periodista e intelectual cubano fuese a parar a alguna de las librerías que atendía la referida corporación.
Lo único que podríamos recomendarle al señor de la Hoz es que no olvidara aquello que reza así: cuando tengas tu tejado de cristal, no le tires piedras al vecino.