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LA HABANA, Cuba. – En Cuba son muchos los vendedores y reparadores ambulantes. Sus pregones de enseres y bisutería se oyen a toda hora. También se escuchan anuncios a toda voz de los que se dedican a reparar planchas eléctricas, batidoras, cocinas de gas, lavadoras, refrigeradores, etc. Los reparadores de colchones no se quedan atrás.
Es habitual verlos por las calles buscando clientela. Gritando a toda voz: ¡colchoneros! En caso de encontrar un interesado, ahí mismo montan el taller, y reparan el colchón en plena calle. Lo abren, enderezan los muelles en mal estado, cambian algunos que no tienen remedio, emparejan un poco la guata y lo vuelven a cerrar, cosiéndolo. Para trabajar usan herramientas hechas por ellos mismos y materiales reciclados. Es un trabajo de dos horas y media por unidad, aproximadamente.
Algunos quedan más satisfechos que otros con el resultado de su trabajo. En entrevistas en la zona de Altahabana a clientes de colchoneros, María Suarez de 69 años, dijo:
“Yo entiendo que la ‘lucha’ no es fácil, pero a mí me engañaron. La última vez que usé de sus servicios, a los tres meses de arreglado el colchón, estaba peor. Lo reparan con material viejo. La guata estaba podrida, y los muelles reparados se partieron demasiado rápido. ¿Pero quién puede comprar un colchón en la tienda? Aquí los colchones como todo lo demás tienen que ser eternos. El mío entre arreglo y arreglo tiene 41 años. Pero no hay forma de que pueda comprarme uno nuevo. Si no pude trabajando, ahora jubilada menos.”
Un colchón nuevo en las tiendas estatales cuesta entre 200 y 300 dólares. Precio imposible para cualquiera. Por eso cuando se escucha el pregón de los colchoneros, no son pocos los que cargan con su pieza hasta el patio, frente a sus casas. Remendarla es la opción más barata, en la mayoría de los casos, la única posibilidad para poder dormir un poco más cómodo.
Fue el caso de Yorqui Domínguez, Altahabanero que no le quedó más remedio que sacar sus ahorros para la reparación de su colchón, dijo:
“Tengo el mismo colchón desde que me casé, hace 35 años. He resuelto con los colchoneros hasta hoy. Menos mal que hay personas en el mercado negro que se dedican a hacer ese trabajo. Aunque cuesta caro reparar con ellos, por lo menos existe la opción, de otra forma, prácticamente no tendríamos donde dormir. Por otra parte, pienso que escaseces de este tipo son las que contribuyen al robo, la mentira y la falta de honradez. El gobierno no te da la oportunidad, si quiera, de tener algo decoroso donde descansar. Ni los recién casados pueden comprar un colchón matrimonial nuevo. En la tienda cuestan 327 dólares y el salario promedio de un profesional en Cuba es de 20 a 25 dólares. Tendría que trabajar 1 año y un poco más para comprarme un colchón nuevo. Suponiendo que ahorre íntegro, todo mi salario.”
La reparación de colchones es un oficio bien provechoso para sus practicantes. Casi no tienen que gastar en inversión, pues los materiales son reciclados. Cobran alrededor de 50 dólares por colchón reparado, dependiendo de su tamaño. Es un negocio redondo. Así lo dio a entender un colchonero del poblado de San Antonio de los Baños, que no quiso publicar su nombre cuando dijo:
“De niño aprendí a reparar colchones al lado de mi padre como ayudante. Al principio no fue fácil, pero ya llevo años haciéndolo. La verdad es que no me hace falta otro trabajo. Este es suficiente, por lo menos para comer bien. Los materiales se consiguen relativamente fácil. El marco metálico del colchón se confecciona con alambrón, el que se utiliza en la construcción. Los muelles los sacamos de colchones viejos o asientos de autos. La guata es lo más difícil de conseguir. Hay colchoneros que se arriesgan a usar hierba seca, pero yo no hago eso. No me gusta joder (estafar) a la gente así… El estudio nunca me interesó, hay que buscar lo que da dinero, lo demás es un cuento chino.”