Los padres prefieren pagar por el cuidado de sus hijos


LA HABANA, Cuba -El edificio del círculo infantil “Caballito Blanco”, en calle 110, entre 35 y 37, municipio habanero de Marianao, se encuentra en muy malas condiciones. Dayana de León Lugo, de 28 años, vecina de la zona, expone:
“Tuve la dicha de pasar allí mis primeros años. Era una de las mejores guarderías del municipio. Hoy causa tristeza. El Ministerio de Educación no se ocupa de rescatarla y perjudica su buen funcionamiento, lo cual influye en el ánimo de los trabajadores. Conozco del disgusto de maestras y asistentes”.
El inmueble, construido hace treinta años, tiene tres plantas: “Próximo a la entrada está el parque, que tenía aparatos para diversión de los niños. Tenía dos aulas para infantes de 4 y 5 años, enfermería, cocina, comedor para trabajadores, baños para adultos y para infantes, con peine, cepillo dental y toalla de cada niño. Había un aula de lactantes, otras dos para niños de dos y tres años y un cubículo de la cátedra de música. Nunca olvido una fuente muy bonita en el pasillo, donde jugábamos con nuestras maestras o escuchábamos cuentos. En el tercer piso había aulas, lavandería y un pequeño huerto donde sembrábamos, como parte de nuestra educación”.
Hoy desaparecieron el aula de lactantes, la cátedra de música y los instrumentos musicales, la fuente, la lavandería, el huerto, y el parque no funciona. Y agrega Dayana: “Ha decaído la calidad del aprendizaje y la preparación integral de educadoras y auxiliares. Algunas proceden de escuelas de oficios o que terminaron el noveno grado, preparadas de prisa. Algunas a veces no tienen paciencia con los niños, les gritan”.
Otro círculo infantil, “Coralitos del Este”, en Séptima Avenida-B y calle 482, Guanabo, Habana del Este, exhibe un parecido abandono. El segundo piso está desactivado por filtraciones del techo y por pérdida de puertas y ventanas. Hay quejas de madres cuyos niños no reciben la alimentación adecuada, en calidad y cantidad.

Edelmis Olano Fernández, de 32 años, residente en Guanabo, electricista con dominio de electrónica y otros oficios, ocupó la plaza de Operario de Mantenimiento: “Trabajé tres meses recogiendo el pan en la panadería y chapeando yerba de los alrededores. El Estado no situaba ni un tornillo o una bisagra para asegurar puertas desprendidas. No había con qué trabajar y como el salario era muy bajo, renuncié”.
Allí también, por incapacidad estatal, desaparecieron las salas de lactantes. Solo reciben párvulos de tres años en adelante, siempre que la madre sea trabajadora y haya capacidad.
En cambio, frente a la ineficiencia de los Círculos Infantiles estatales, se alzan las casas de las Cuidadoras de Niños, legalmente autorizadas desde la apertura al trabajo por cuenta propia, en 2008. María, una madre, nos cuenta:
“Tengo a mi niño al cuidado de Nila y otras cuatro auxiliares, en la vivienda situada en Carretera de Jústiz, Guanabo. Hay trece niños. No admiten más para no perjudicar la atención especializada. Igual que en los círculos, exigen análisis clínicos antes de admitirlos. Los alimentos quedan a cargo de los progenitores. Los entregan en la mañana, al llevar al niño. La elaboración corre a cargo de Nila y sus empleadas. Para no crear diferencias entre niños, a la hora de alimentarlos, reciben igual menú diario, incluido meriendas”.
En esta casa de Cuidadoras de Niños, el horario es de 7 am a 5 pm. Los pequeños juegan como parte de la formación educativa con juguetes de la casa o propios, escuchan cuentos, realizan otras actividades de aprendizaje, aunque sin politización de la enseñanza.
La iniciativa privada va sin duda por encima de la estatal. Y la diferencia está en la calidad de los servicios. Es cierto que los círculos infantiles son gratuitos, mientras los particulares cobran quince CUC mensuales, un precio que no pueden pagar todos los padres. Pero cada vez son más los que prefieren apretarse el cinto y sacrificar otros gastos, pues se trata de la buena salud física y mental de sus hijos.