LA HABANA, Cuba.- Mezclar en un trago oficial media onza de cambios, seis de manipulación y ocho de patrioterismo en tres líneas de un alcohol degradado como el del comunismo insular, provoca una contumaz borrachera ideológica con resaca política entre los líderes, voceros, tracatanes, correveidiles, falsos seguidores y corifeos de la revolución.
El lenguaje enredado, los tumbos hacia cualquier lugar y la mirada extraviada de la sociedad, demuestran el nivel del pedo, la curda o la embriaguez de un fracasado proyecto que camina sin rumbo en busca del Santo Grial –el dinero–, que les ayude a encontrar el reino de la utopía, bajo los efectos de un ron casero que les permita seguir.
“Emborracharse de utopía”
De ahí que no me sorprendiera el aliento etílico de un artículo escrito y publicado recientemente en el Juventud Rebelde por un grupo de estudiantes de periodismo que, con el título “‘Emborracharse’ de utopía”, mezcla en un coctel patriótico continental varios ingredientes desaparecidos de la solera nacional, como fidelidad, vigencia, revolución.
Eufóricos por un trago político que les permite departir en los más encopetados salones con la izquierda caviar (Atilio Borón, Frei Betto, Ignacio Ramonet), o de la barra verde olivo (Abel Prieto, Katiuska Blanco, Kenia Serrano), los jóvenes reseñaron el Fórum Juvenil de la II Conferencia Internacional Con todos y para el bien de todos, en esta capital.
Según los periodistas, la declaración final del evento reconoce que “los jóvenes, como arcilla fundamental de las revoluciones, como baluarte de la libertad, nos mantendremos como ese ejército de luz que convocara Martí para liberar nuestras naciones de la opresión y el egoísmo; para elevarnos como montes y ser vistos de lejos”, en un ejercicio de amnesia o trastornos político-ideológicos, signo innegable de una borrachera vital.
Más allá del transcendental pensamiento martiano, lo demás es una resaca trasnochada de una embriaguez de sueños que despertó en pesadillas por el sonambulismo ideológico de la revolución. Por desgracia, en un creciente por ciento, nuestra arcilla fundamental, el baluarte de la libertad y el ejército de luz, se moldean, crecen como montes y son vistos de lejos, a 90, diez mil o un millón de millas de la revolución.
La sobriedad del corredor de fondo
A diferencia de muchos jóvenes de laboratorio comunista, clonados para repetir como beodos frases hechas, consignas, monsergas y discursos que carecen de cabeza y de pie, el resto de la juventud cubana mantiene una sobriedad espartana, con el fin de mantener una carrera de fondo con obstáculos insalvables, iniciada por sus abuelos y padres tras un pistoletazo disparado en el año 1959, que no alcanza la meta medio siglo después.
Esta realidad, soslayada o encubierta bajo los preceptos humanistas de José Martí, demuestra que la embriaguez es letal, causa vahídos, insomnio, ceguera, cirrosis ética, mareos en alta mar, pánico en el tren de aterrizaje de un avión, temblores entre coyotes, cansancio en un vendedor de pan, o abulia entre quienes laboran tras un mostrador.
¿De qué arcilla hablan estos jovenzuelos cuando se va pegada en los zapatos o dentro de los equipajes de quienes abandonan el país? ¿Qué luz, que no sea la del sol, pueden ver esos jóvenes que carretillean, compran oro, rellenan fosforeras o venden maní tosta’o?
¿Cómo crecer cual empinados montes si les chapean el futuro de raíz, y los podan, fumigan, trasplantan y riegan con un abono ideológico vencido que les impide crecer?
Los jóvenes están cansados de la mamadera gubernamental. La juma política, el chicote ideológico y la dipsomanía social, no causan una mínima nota entre la población. Por eso, unos sueñan con cambiar de barman y otros de buqué del alcohol. De ahí que prefieran un trago de wiski Chivas Regal, antes que una botella de ron Havana Club.