LA HABANA, Cuba.- En su edición del miércoles 23 de marzo el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, publica declaraciones de Víctor Mesa , en las que el manager del equipo cubano que enfrentó al Tampa Bay expone algunas de las razones que podrían explicar la derrota de los cubanos.
Después de reconocer que sus peloteros arrastraron problemas técnico-tácticos, y que el Tampa Bay desplegó una ofensiva muy precisa, el manager Mesa habló de una diferencia importante entre ambos equipos: “Sin duda, piensan más que nosotros, funcionan perfecto, y eso lo da el juego diario al máximo nivel. Ayuda, además, el hecho de que sean profesionales bien remunerados, la mente rinde más, su disciplina es impecable y saben siempre lo que tienen que hacer. Pero nosotros vamos a resolver esos problemas. Hay que unirse para lograrlo”.
Es decir, que el señor Mesa es consciente de que la buena remuneración resulta clave para el exitoso desempeño de cualquier atleta. Y lo que es más significativo: que él tiene la esperanza de que aquí se resolverá esa situación. O sea, que se abandonaría la práctica actual de pagarles mensualmente solo 1000 pesos cubanos (apenas unos 40 dólares) a los peloteros de mayor rendimiento en el país.
Sin embargo, veinticuatro horas más tarde el propio periódico da a conocer lo expuesto por el señor Miguel Díaz-Canel acerca del comportamiento de los atletas cubanos, y que en esencia contradice lo expresado por el manager Víctor Mesa.
En el contexto de una reunión en que se analizaba el trabajo del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), la información de Granma apunta que “Díaz-Canel insistió en que no puede ser descuidada la labor formativa en nuestros deportistas, en lo cual desempeñan un importante rol los profesores y entrenadores de las distintas escuelas donde se forja el atleta, y puso el ejemplo de Teófilo Stevenson, quién nunca claudicó a pesar de las ofertas millonarias que recibió en innumerables ocasiones”.
El Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros sigue aferrado a esas fórmulas obsoletas, al estilo de la prédica guevarista de los años 60, que le atribuyen preponderancia a los estímulos morales y al trabajo sobre la conciencia del individuo. Con esa manera de pensar, además, el benjamín de la nomenclatura raulista adopta una actitud más conservadora que el pragmatismo oficial que ha propiciado el acercamiento a las Grandes Ligas, e incluso permitió la visita a la isla de peloteros que habían “desertado” del país.
Sería bueno preguntarles en privado a esos atletas que antaño renunciaron a ofertas millonarias, confundidos entonces por un discurso que demonizaba el deporte profesional, qué hubiesen hecho ellos de haber brillado en estos tiempos, cuando cada vez se torna más natural que los deportistas aspiren a competir donde se retribuya como es debido a su talento.