LA HABANA, Cuba.- Es muy probable que, en el fondo, los gobernantes cubanos estén preocupados con las recientes medidas de la Administración Obama que flexibilizan el embargo económico y financiero que pesa sobre la isla. Por ese camino se quedarían sin el chivo expiatorio que les ha servido para justificar buena parte de sus desaciertos. Mas, por el momento, y pese a los hechos que lo desmienten, la cúpula del poder ha dado indicaciones de cómo debe ser el discurso de los funcionarios a todos los niveles: “el bloqueo norteamericano se mantiene intacto”.
Esa misma estrategia gubernamental de culpar a otros no ha estado ausente en la actual algarabía por los altos precios de los productos del agro. No obstante las ineficiencias productivas de las entidades del Ministerio de la Agricultura, así como los fracasados mecanismos comerciales diseñados por el gobierno, la propaganda oficial insiste en que los responsables de esos precios son los intermediaros, casi todos inscriptos como trabajadores por cuenta propia, esas personas que se encargan de llevar los productos hasta los consumidores.
Y frescos aún los epítetos empleados contra los intermediaros, a los gobernantes les ha caído del cielo un “descubrimiento” que acaba de aflorar: el máximo responsable de las tragedias que afronta la agricultura cubana, incluyendo la escalada de los precios, es el fenómeno climático El Niño-Oscilaciones del Sur (ENOS). Tal aseveración se desprende del artículo “Cuando El Niño se volvió carretillero”, aparecido en el periódico Juventud Rebelde el pasado domingo 31 de enero. El propio título del artículo habla por sí solo, pues las autoridades acusan a los carretilleros de fijar precios abusivos a los productos que ofertan a la población.
El articulista afirma que el ENOS, al actuar rudamente durante todo el verano, el otoño y lo que va de invierno, ha ocasionado grandes pérdidas en la agricultura. Añade que primero fue la sequía, y ahora la lluvia a destiempo, con el consiguiente perjuicio para los cultivos de viandas, hortalizas y granos, además de entorpecer la zafra azucarera.
En el párrafo más explícito del referido artículo, el autor apunta que “Independientemente de la polémica generada por los draconianos precios de los productos agropecuarios, este redactor considera que el desabastecimiento y el desboque desmesurado de la especulación y las cotizaciones tienen su primera explicación, o al menos el punto de ignición, en los daños que ha estado provocando al sector agropecuario el ENOS.
Los cubanos que han tenido la oportunidad de viajar a otras naciones, por muy pobres que estas sean, comentan la existencia de mercados abastecidos con todas las variedades de productos agropecuarios. No importa qué época del año sea, ni si ha estado presente o no El Niño.
No es que se pretenda desconocer por completo las afectaciones reales que el ENOS pueda haber ocasionado a la agricultura de la isla. Sin embargo, resulta inadmisible que las autoridades intenten diluir sus innumerables fallas en un simple evento climático.
Por lo pronto, ya el General-Presidente no dependerá únicamente de Marino Murillo para que le explique a la ciudadanía el porqué de las carencias de productos agrícolas. En lo adelante tal vez prefiera encomendarle esa tarea a algún muchachón del Instituto de Meteorología, que ilustre bien acerca de las “maldades” de El Niño.