Foto-galería de Gladys Linares
LA HABANA, Cuba. -El primer aguacero de mayo llegó a Lawton el martes 13. Trajo un tufo a fosa séptica diseminado por la atmósfera, como sucede en estos tiempos. Ya casi no recuerdo el agradable olor que se respiraba hace muchos años después de la lluvia, cuando nuestras calles estaban asfaltadas, se barrían todos los días y también se recogía la basura.
Hoy, cuando se habla, en los medios, de la falta de higiene en nuestra ciudad siempre se culpa a la población, acusándola de tener una mala actitud para cuidar el entorno, y llaman a esto indisciplina social. Sin embargo, pasa el tiempo y los desechos no se recogen. A muchos les preocupa en qué se convertirían nuestros hogares si acumulamos la basura, esto sin tener el Síndrome de Diógenes, que es una enfermedad recolectora de porquería. Por eso, a medida que los contenedores se llenan, los vecinos la siguen depositando fuera, y se forman enormes vertederos donde no faltan los inquilinos habituales, los roedores.
Todo este desorden incentiva la indisciplina de algunos inconscientes que tiran en las calles papeles, cáscaras de frutas, envases de refrescos y bebidas, envolturas de comida.
Muchas veces, los vecinos, cuando tienen frente a sus casas los contenedores sin tapa, rotos a consecuencia de la mala manipulación, con el consecuente mal olor pues nunca los lavan, los van corriendo hacia donde no hay casas, como bodegas, panaderías, farmacias, kioscos. Pero a su vez estos son lugares de mucha afluencia de público, lo cual implica que muchas personas se exponen a contraer infecciones al respirar este aire contaminado, a la vez que se convierten sin saberlo en potenciales vectores al pasar inevitablemente cerca de los vertederos.
También están los “buzos” que buscan laticas, botellas o comida para animales, y que a veces hasta rompen las jabas para ello, actúan como vectores, pues entran en contacto con gérmenes que luego esparcen por donde transitan.
El dengue y el cólera nos azotan. Entre las enfermedades que más inciden en la población están los virus. Así los diagnostican los médicos. Algunos afirman que son producto de la gran suciedad en que vivimos. Frecuentemente, como única medicina nos recetan tomar mucha agua. Las visitas constantes de los trabajadores de la campaña anti-aedes crean molestias en la población, pues inspeccionan nuestras casas y fumigan con petróleo, que provoca enfermedades respiratorias, pero el gobierno no hace nada por erradicar los vertederos.
Este es uno de los planteamientos más frecuentes en las asambleas de rendición de cuentas (de los delegados a sus electores), pero nunca se obtiene una respuesta satisfactoria, porque como dice un vecino, los delegados son ciudadanos cuchara: ni pinchan ni cortan.
Hace pocos días, una de mis vecinas indignadas por esta situación, Rafaela, que vive cerca de la bodega de calle 12 y Concepción, fue a botar la basura en dicha esquina. De pronto, una inspectora se le acercó para ponerle una multa. Pero no pudo, porque mi vecina le dio la espalda mientras exclamaba: “¡Qué multa ni multa! ¡Pónsela al gobierno, que es el que no recoge la basura!”.