LA HABANA, Cuba.- A finales de los años 60, cuando era solo un adolescente de La Víbora aficionado al rock que prohibían los mandamases revolucionarios, Rogelio López Marín (Gory) soñaba con ser músico. Pero no pudo. Según confiesa, tenía pésimo oído musical. Se dedicó a la pintura y la fotografía y llegaría a convertirse en uno de los artistas cubanos de la plástica más importantes de su generación.
Ya sexagenario y radicado en Miami, ha logrado realizar su sueño musical a través de su hijo, Adrián López, quien es el director, cantante y guitarrista de la banda Similar Prisoners.
Adrián López tiene 29 años. Llegó a Miami, con sus padres exiliados cuando tenía cuatro. Habla en español tan fluidamente como en inglés Y funciona lo mismo como norteamericano que como cubano. Siente que es ambas cosas a la vez. Por eso, lo mismo opina sobre el cine cubano ―es un gran aficionado al cine― que se atreve a hacer vaticinios sobre los resultados de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos.
Tan apasionado por la música como su padre, Adrián López es graduado en composición musical en la Universidad de la Florida. Creó Similar Prisoners hace seis años. La banda ha tenido varios cambios en su alineación. Actualmente está integrada por dos norteamericanos, Thomas Tarpey (guitarra y teclados) y Elliot Day (batería), y un italiano, el bajista Pietro Scaffito.
Ya han grabado dos discos, My world keeps falling y False flags, donde casi todas las canciones, reminiscentes del rock de finales de los años 60, fueron compuestas por Adrián López. Ambos discos fueron producidos por Gory en su estudio de grabación, cuyo nombre lo dice todo: Free Víbora.
Adrián López dice haber sido influido por la música de The Beatles, The Kinks, King Crimson y Frank Zappa.
Antes de los discos que ha grabado con The Similar Prisoners, Adrián grabó otros cuatro, más experimentales, casi música de cámara, pero él los considera como demos, porque no quedó satisfecho con la mezcla. El primero data del año 2004, cuando Adrián tenía 17 años. En aquellas composiciones se siente la influencia de Lecuona y también la de Astor Piazolla y la música africana.
En aquellas tempranas grabaciones, Adrián tocó el tres y utilizó la marímbula, un instrumento casi olvidado de la música guajira.
Con Adrián López ha trabajado frecuentemente el excelente saxofonista cubano Carlos Averhoff, quien fue integrante del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC e Irakere.
Similar Prisoners, que el pasado mes de julio hizo una gira por varias ciudades norteamericanas, se presenta los últimos viernes de cada mes en The Bridge, en el 4220 de la NW 7th Avenue, con un espectáculo nombrado Melochromania que comparten con otras bandas de rock.
El pasado 30 de septiembre compartieron el escenario con las bandas Heavy Drag y Pans Permia.
The Bridge, por su ambiente neohippie y sicodélico, no parece ser de esta época, sino de 40 años atrás. Y tampoco parece Miami, con tantos chicos melenudos.
El ambiente sicodélico se debe a Big Kid Liquid Ligtshow, de Ani González, la novia de Adrián. De acuerdo al concepto en que se concibió Melochromania, las luces y las proyecciones son casi tan importantes como la música. Y no se queda atrás la escenografía, diseñada por Ani y Adrián: hongos de papel maché, donuts gigantes y pelotas, muchas pelotas de colores.
Adrián dice sentir mucha gratitud por Nicole Martínez, la dueña de The Bridge, por la ayuda desinteresada que le ha prestado a la banda al facilitarles el local para sus presentaciones.
Gory insiste en que “la música que hace Adrián se inscribe plenamente en la cultura del exilio ―no de la diáspora, que es un término que tiende a dispersar y confundir― que es parte, por mucho que lo niegue y escamotee el comisariado castrista, de la cultura cubana, cada vez más diversa, plural, multicultural”.
Gory y su esposa, la pintora y poetisa Lucía Ballester, no disimulan su orgullo por la carrera musical de su hijo. Y uno no puede menos que sumarse a la satisfacción de esta linda familia de artistas, que ha conseguido realizar sus sueños a pesar de los sinsabores del exilio.
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