LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org -Para la mayoría de nosotros, enero por lo general es un mes de privaciones. Hace décadas que es frecuente escuchar a las personas lamentarse en los primeros días del año sobre lo difícil de su situación, pero nunca como ahora. Este 2014, según algunos, la escasez se ha hecho sentir más que otras veces.
Muchos opinan que esto se debe, en gran parte, a la arbitraria medida aplicada a los trabajadores por cuenta propia, desde que el 2 de noviembre de 2013 una nota informativa en el periódico Granma anunció la prohibición de la venta de artículos importados o adquiridos en la red comercial estatal. Además, se dio un breve plazo de 59 días (hasta el 31 de diciembre) para liquidar la mercancía. Esta ordenanza provocó la quiebra de muchos cuentapropistas, pues a pesar de tener buena demanda dentro de la población, el plazo no era suficiente.
Uno de los vendedores perjudicados –que no quiso identificarse- tenía licencia de productor-vendedor de artículos varios para el hogar. Gran parte de su mercancía la adquiría a través de un amigo que viaja a Ecuador. Durante tres años lo visitaron inspectores, siempre buscando la manera de encontrarle alguna falla, pero nunca le señalaron que no podía vender artículos importados.
Otra perjudicada vendía ropa importada en la feria de la Virgen del Camino, quien comentó –anónimamente- que aunque está sindicalizada, no acudió al sindicato porque este responde al Gobierno. Además, agrega, “si me pongo a reclamar me señalo; mejor sigo vendiendo puertas adentro”.
Muchas veces, el Gobierno intentó culpar del desabastecimiento a los cuentapropistas que “acaparaban” en las tiendas, al no contar con un mercado mayorista. Sin embargo, en opinión de la gran mayoría, ahora la falsedad de esta hipótesis ha quedado demostrada, pues luego de la nueva prohibición los estantes de tiendas, quioscos y contenedores estatales están más vacíos que antes.
Con el auge del trabajo por cuenta propia, La Habana cobró vida. Al arreglar y pintar viviendas o fachadas y aprovechar los espacios ociosos o subutilizados para las nuevas cafeterías, paladares, bazares o quioscos, al colgar alegres carteles de todo tipo anunciando las ofertas y provocando el ir y venir de curiosos y clientes, es indiscutible que los que comenzaron a probar suerte cambiaron el paisaje urbano.
Entre estos nuevos lugares, la feria La Caridad llegó a ser una de las más concurridas en Centro Habana. Está ubicada en la esquina de Dragones y Galiano, en un terreno acondicionado por el Gobierno para arrendarlo a cuentapropistas, pero que hoy se encuentra vacío puesto que la mayoría de los stands estaban dedicados a la venta de artículos importados.
Pero no son los vendedores los únicos perjudicados con esta medida. Estos cuentapropistas satisfacían muchas necesidades de la población, que ahora no tiene a dónde acudir pues históricamente el Estado no ha sido capaz de proveernos de determinados productos.
Uno de los clientes afectados es un vecino, quien necesitaba dos llaves de agua, pero como en Lawton los vendedores de artículos de plomería cerraron sus negocios, tuvo que ir a Centro Habana a ver si encontraba alguna. Al regresar por la tarde, cansado de caminar y sin las llaves, comentó: “Los comercios están vacíos, las tarimas y los quioscos, ‘pelados’. Primero autorizaron a los cuentapropistas a vender y ahora los prohibieron. En fin, como diría Cantiflas, ‘hay momentos en la vida que son verdaderamente momentáneos’”.