LA HABANA, Cuba.- La ofensiva del Estado contra almendrones y bicitaxis ha empeorado la situación del transporte. Con las nuevas regulaciones, estos últimos se han convertido en el azote del bolsillo cubano, pues aprovechan la drástica disminución de vehículos y la necesidad de las personas para cobrar los viajes hasta tres veces por encima de su valor. Es un asunto de “lo tomas o lo dejas” en perjuicio de los clientes.
Los que hacen piquera acuerdan una tarifa fija y no negociable en la mayoría de los casos, prueba de que el cubano es capaz de unirse para explotar al paisano, pero no para cuestionar las desmedidas exigencias del gobierno.
Maikel Pedroso, un joven que ocasionalmente hace piquera en la esquina de Escobar y Zanja (Centro Habana) reconoce que los precios han subido al extremo de tornarse abusivos. “El problema es que ahora hay menos bicitaxis, el impuesto ha subido y los inspectores nos caen arriba por cualquier cosa para meternos una multa”, explicó a CubaNet.
La prohibición de hacer piquera en otros municipios ha provocado que los bicitaxis se circunscriban a un perímetro bastante reducido. Los que pertenecen a Centro Habana han acordado una tarifa que oscila entre los 30 y 50 pesos por “tirar pasaje” dentro de los límites del municipio, dependiendo de la distancia a recorrer y la cantidad de personas a transportar.
Pero casi ninguno se aventura a la Habana Vieja, a menos que el cliente esté dispuesto a pagar 3 CUC (75 pesos) por una carrera que antes costaba menos. Previo a las regulaciones recientes, el viaje en bicitaxi desde Zanja y Belascoaín hasta El Floridita costaba 1 CUC; ahora vale dos y hasta tres, según la prisa del pasajero y la mala voluntad del que maneja. Si es de noche o día lluvioso, el precio sube aún más.
Cerrando el 2016, algunos conductores de bicitaxi informaron a medios independientes de comunicación que el gobierno cubano había subido mucho los impuestos. Una televisora hispana se hizo eco de la queja y añadió que los acongojados choferes ganan al mes 200 pesos moneda nacional. El alza en los impuestos, así como el aumento del acoso por parte de la policía y los inspectores —no siempre con la buena intención de hacer cumplir la ley— son ciertos. Pero es un disparate afirmar que los bicitaxis ganan tan poco dinero en un mes. Los hay que trabajan solo medio día y se van a casa con 20 CUC (500 pesos MN).
El Chiqui, quien trabaja exclusivamente en Habana Vieja, comentó a CubaNet que en un día malo se va a casa con 150 o 200 pesos, casi la mitad del salario promedio mensual en Cuba. Si bien es cierto que el gobierno de la Isla solo formula leyes para empeorar la situación ciudadana, también hay que considerar el oportunismo y la codicia de ciertos cuentapropistas.
Se ha encarecido tanto moverse en bici que la mayoría de los que se dedican a este trabajo hacen su agosto con apenas cuatro o cinco carreras diarias. Se les puede ver perdiendo el tiempo en las piqueras, jugando con el móvil, hasta que aparece el cliente de sus sueños, al cual van a exprimirle en un solo viaje el equivalente a lo que pagan mensual por concepto de Seguridad Social.
En lo concerniente al azote de policías e inspectores, un entrevistado que no quiso revelar su identidad por razones de seguridad confesó a CubaNet que entregó su licencia y maneja la bici clandestinamente. “Yo vine de Holguín a luchar y nunca pensé que en La Habana hubiera tanta represión. No puedes transitar por casi ninguna calle (…) El gobierno sube los impuestos cada vez más y no dan ni una goma (…) Todo lo pongo yo y las piezas están carísimas. Por eso entregué la licencia, le sacan a uno un dineral y no nos facilitan nada”.
Este cubano ha optado por ir a donde sea que pida el cliente y cobrar un poco menos que el resto para tener garantizado el sustento. El riesgo que corre puede ir desde una multa de 1 500 pesos hasta el decomiso del vehículo; pero con suerte y sobornos se ha mantenido “dando rueda”. No le gusta vivir con el temor de que un día lo pare un inspector inflexible, pero está convencido de que con la explotación del gobierno no le da la cuenta.
Las prohibiciones impuestas por el Estado han provocado que hoy el bicitaxi sea el medio de transporte más caro. Al tener prohibido circular por casi todas las vías principales y rápidas de la ciudad (Prado, Monserrate, Zulueta…), deben darle casi la vuelta a La Habana para llevar a un cliente a su destino.
Ello —justo es señalarlo— se traduce en más esfuerzo físico para el que maneja por entrecalles estrechas y mal reparadas. La remuneración aumenta en proporción al trabajo realizado, pero la peor parte se la lleva el usuario al tener que pagar un precio exorbitante para llegar puntual a su trabajo. Una prueba más de que cuando la mano dura aprieta a los emprendedores, se asfixia el cubano de a pie.