LA HABANA, Cuba, 28 de agosto de 2013, Augusto César San Martín/ www.cubanet.org.- Yasser Montano Calderín, de 28 años, salió a la calle para vengarse de la sociedad y escapar de ella. No llevaba en mente ningún nombre o apariencia física en específico. Solo la idea de pasar de victima a victimario.
A las 11:00 de la noche del pasado jueves 22 de agosto, salió del solar donde se habían mezclado los conflictos domésticos con la marginalidad. Llevaba un cuchillo en la mano con el que pretendía rifar la muerte.
Justo en la esquina de la avenida Infanta y la calle Pedroso, Yasser la emprendió a puñaladas contra las primeras personas que encontró en su camino. Dos hombres residentes que se bajaban de un taxi.
Mató a uno e hirió al otro. El primero se quedó petrificado ante su agresor, el segundo se defendió con el bastón que lo ayudaba a caminar. El resto de los transeúntes corrieron para salvar sus vidas.
Su madre, Regla Caridad Montano Calderín, de 47 años, no midió las consecuencias cuando lo vio salir sin estribos de la cuartería donde residen en la calle Pedroso, entre Infanta y Cruz del Padre, en la barriada de Carraguao, del municipio Cerro.
Minutos después que Yasser llegó de la playa, emborrachado de alcohol, la madre le reclamó por haberse puesto el short y un pullóver ajeno.
“Él acostumbraba a cogerle la ropa a los primos”, dice la madre. “Discutimos y se puso bravo, al punto de tenerle que dar con un palo”, agrega.
Comentan los residentes de Atarés, el barrio aledaño, que “la mamá lo mandó a matar para conseguir lo suyo”. Ella y los familiares que estaban presentes aseguran que solo lo renegó como hijo, en el calor de la discusión.
Coinciden todos que las últimas palabras de Yasser antes de salir de la cuartería fueron:
-¡Tú lo que quieres es que yo caiga preso! Pues voy a caer preso.
Salió en short y sin pullóver para la calle y se refugió en un solar de Cruz del Padre, donde pasaba la mayor parte del tiempo bebiendo alcohol con los ecobios. Allí maldijo a la sociedad, impugnó su destino y se envenenó la sangre con los complejos de un barrio muy conocido por su criminalidad.
De víctima a victimario
Asegura la madre que Panchito, como lo conocían en el barrio, no consumía drogas. Eligió el alcohol para enajenarse con frecuencia. Quizás porque los estupefacientes que se venden en el barrio sobrepasaban su poder adquisitivo.
Él era un “recogedor de laticas” para vender al Estado como materia prima. Su récord delictivo no había transgredido los límites del hurto.
Es frecuente en el lenguaje marginal el uso de la palabra “obstinado” para calificar a los aburridos de la vida.
“Panchito estaba obstinado”, apunta uno de sus vecinos.
La hermana de Yasser asegura que no estaba solo. “La policía vino buscando a Panchito y a Maikel, que andaba con él y ahora está perdido del barrio”.
Los vecinos dicen que existe una tercera víctima, una mujer. La familia de Yasser la atribuye a una bronca simultánea, esa noche en la avenida.
Testigos oculares de la vecindad se reservan la escena. Los comentarios podrían involucrar a más personas y eso, en la barriada, significa problema.
Al mediodía del domingo, la policía irrumpió en la cuartería y se llevó preso a Yasser.
Se encuentra detenido en la estación de policía de Acosta, Luyanó, de donde procedían las víctimas. Según la madre, Ángel, el instructor que investiga el caso, prohibió hablar de los hechos durante la visita a su hijo.
Yasser será juzgado pronto.