LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 –El reciente derrumbe de un deteriorado edificio de apartamentos en una céntrica zona de la capital trae nuevamente a colación el tema de la grave crisis habitacional que enfrenta el país. Lamentablemente continúa prohibida en Cuba la compraventa de solares yermos y de azoteas libres. Y con prohibiciones como esas, el gobierno aspira a que en 2012 se construyan 23 mil viviendas por esfuerzo propio.
Muy pocos cubanos cuentan con capital para levantar una vivienda nueva. Los que pueden, edifican en una porción de terreno supuestamente de su propiedad, o sobre una construcción familiar. Es otra falsedad condicionada por la rigidez estatal. Lo mismo que ocurría con los ocultos negocios de casas, antes de ser autorizada la compraventa, en octubre pasado, la gente se salta hoy la flamante Ley para comprar y vender solares y azoteas.
¿Cómo se concibe aliviar el grave déficit habitacional (de unas 600.000 casas, según cifras oficiales de 2011, aunque el número real podría ser mayor), sin legitimar también el traspaso del suelo para construir. Esa es una pregunta que la Asamblea Nacional del Poder Popular parece que ni siquiera se formuló en su última sesión, en diciembre de 2011.
La mayoría de los inmuebles del país se encuentran en mal estado, los planes gubernamentales de construcción se incumplen casi sistemáticamente. En 2011, el incumplimiento llegó a 50%, según ha señalado, en días atrás, el periódico oficial Juventud Rebelde.
A pesar de los galopantes desfalcos y robos ocurridos en las empresas estatales, este sector sigue teniendo la supremacía sobre el todavía embrionario sector no estatal.
Los materiales para construir utilizados en las obras del Estado son prefabricados de hormigón armado, estructuras metálicas, de fibra plástica o madera, aparte de otras opciones comunes en el mundo de hoy, por su rápido montaje, ligereza, confort y abaratamiento. Mientras, para el sector no estatal (entiéndase la población), la oferta sigue limitada únicamente a escasas cantidades de bloques y ladrillos.
Incluso, para aliviar la carencia en determinadas zonas urbanas, el olvidado tráiler-vivienda sería de una gran ayuda. Asimismo, aliviaría de penurias la venta de unos módulos habitables conformados con metal y plásticos, semejantes a los contenedores, por supuesto que a precios más razonables que en la actualidad.
Pero COMETAL, la empresa estatal que los fabrica, sólo los comercializa con empresas estatales. Esos módulos tiene varias dimensiones, el de mayor tamaño es el modelo M6, mide 5,83 metros de largo por 2,44 de ancho; hay también otros modelos más pequeños: M5, M4, M1… El M6 cuesta 9000 pesos convertibles (CUC), más otro por ciento en moneda nacional.
La industria de materiales de la construcción debe diversificarse, abriéndose al sector no estatal. Y de ser necesario –aunque de hecho lo es-, a la inversión extranjera, respetando siempre todas las garantías por igual y el derecho a la compraventa del suelo.
Entonces, sin lugar a dudas, el país vería erigir no exclusivamente casas o edificios estatales con bellos diseños, sino, además, modernos barrios residenciales en las barriadas y municipios más pobres de la capital, y hasta en las ciudades del interior.