LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -El Día de los Derechos Humanos, 10 de diciembre, Nelson Mandela es honrado con una misa oficial por jefes de estado y de gobierno, personalidades de todo el mundo y el pueblo de Sudáfrica en el Estadio PNF de Johannesburgo, donde realizó su última aparición pública el 11 de julio de 2010 durante la ceremonia de clausura del Mundial de Futbol, deporte utilizado por Madiba para unir a todos los ciudadanos en sus esfuerzos por eliminar el racismo inculcado por el apartheid. Físicamente expiró el 5 de diciembre pasado, desde entonces es honrado según las costumbres sudafricanas, y será enterrado el día 15 en Qunu, provincia de El Cabo, donde pasó la infancia.
La grandeza de Mandela se asienta en su espíritu de sacrificio, desinterés personal, humidad, inteligencia, pragmatismo, pero sobre todo, en su capacidad de perdonar, ajeno al odio, el rencor y la revancha. Priorizó los intereses del pueblo de Sudáfrica todo, negros y blancos, paupérrimos y ricos, de derecha e izquierda. Inició su lucha contra el régimen racista del apartheid de manera pacífica, pero luego dirigió la lucha arma por considerar que debía utilizarse los mismos métodos del régimen, y no aceptó durante 10 años el ofrecimiento de la libertad si implicaba rechazar incondicionalmente la violencia como instrumento político. Sin embargo, en 1985, “decidí hacer algo que llevaba largo tiempo considerando: entablar discusiones con el gobierno. Había llegado a la conclusión de que aquel era el momento en que la lucha podía avanzar a través de negociaciones. Si no empezábamos a dialogar pronto, ambos bandos nos veríamos sumidos en una oscura noche de opresión, violencia y guerra. Mi aislamiento me daría la oportunidad de dar los primeros pasos en esa dirección, sin el tipo de escrutinio que podría destruir toda posibilidad de éxito…La ocasión llegó a comienzos de 1986”. (El Largo Camino hacia la Libertad, autobiografía). Esas conversaciones no fueron comprendidas por sus compañeros cuando las conocieron posteriormente, aunque las aceptaron de buen grado al conocer sus frutos.
El 11 de febrero de 1990, al salir de la cárcel…”Cuando estuve entre la multitud levanté el puño derecho y se produjo un rugido. No había podido hacer aquel gesto en veintisiete años, y una oleada de fuerza y júbilo atravesó mis venas. Permanecimos mezclados con la multitud tan solo unos minutos antes de saltar de nuevo al coche para viajar a Ciudad de El Cabo. Aunque me agradó semejante recepción, me sentí muy frustrado por no haber tenido ocasión de despedirme del personal de la cárcel. Cuando por fin atravesé el portón para entrar a un coche que había al otro lado, sentí –aun a los setenta y un años de edad- que mi vida comenzaba de nuevo. Mis diez mil días de encarcelamiento habían terminado”. Las primeras elecciones libres por sufragio universal se efectuaron en Sudáfrica en 1994. Nelson Mandela fue elegido presidente, el primer presidente negro. En 1999, al concluir el período correspondiente, el sabio Madiba renunció a la reelección con el interés de dar oportunidad a otros dirigentes. Desde entonces dedicó el tiempo a su Fundación, con la atención a la niñez, el combate al SIDA y el desinteresado asesoramiento de todo quien lo procurara.
“Nací el 18 de julio de 1918 en Mvezo, una diminuta aldea en la ribera del río Mbashe, en el distrito de Umtata, capital de Transkei. El año de mi nacimiento fue el fin de la Gran Guerra, el de una epidemia de gripe que mató a millones de personas en todo el mundo y el de la presencia de una delegación del Congreso Nacional Africano en la Conferencia de Paz de Versalles para exponer las quejas del pueblo negro sudafricano. Mvezo, no obstante, era un lugar apartado, un pequeño asentamiento alejado de los grandes acontecimientos del mundo, donde la vida continuaba en gran medida como hacia cien años…Yo era miembro del clan Madiba, que lleva el nombre de un jefe thembu que gobernó Trankei en el siglo XVIII.” Como su padre, Mandela debía ser asesor del rey, quien al quedar huérfano lo acogió y propició su educación, pero el abogado pronto se convirtió en activista por los derechos de su pueblo. Entre los reconocimientos internacionales, recibió el Premio Nobel de la Paz y en un céntrico lugar de Londres se erige su estatua. Contó entre sus amigos personalidades de todo el mundo, como Bill Clinton, y entre sus visitantes en años recientes Barack y Michel Obama.
Su renuncia al poder, la prioridad al progreso de su pueblo y el reconocimiento a la necesidad de cambios según las urgencias política, economía y social son ejemplos a ser igualados por todos los gobernantes, muy especialmente en Cuba. Nelson Mandela se encuentra entre los hombres más grandes de la historia de la humanidad, y todos deberíamos estudiar su autobiografía.