LA HABANA, Cuba -Las cooperativas no agropecuarias (CNA) gozan de la preferencia del gobierno sobre los cuentapropistas individuales. El presidente Raúl Castro anunció su creación experimental, según el Lineamiento No. 25, en la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular en julio de 2012. Sigue el criterio de que “permitirán al Estado desentenderse de la administración de un conjunto de producciones y servicios de carácter secundario para concentrarse en el perfeccionamiento de la gestión de los medios fundamentales de producción que se mantendrán bajo la condición de empresa estatal socialista que, como expresa el Lineamiento No. 2, es la forma principal en la economía nacional”.
En abril de 2013, el Consejo de Ministros aprobó las primeras 126 cooperativas; en agosto de 2014, de las 498 asociaciones aprobadas se habían formado 249; a comienzos de 2015 ascendían a 342, según el artículo “Cooperativas no Agropecuarias. Salto con obstáculo”, de Granma, publicado el 8 de mayo.
El proceso hasta llegar a las CNA ha sido tortuoso. El cuentapropismo no logró ser complemento a la macroeconomía, por las limitadas actividades permitidas, las prohibiciones para impedir la ampliación del personal y la acumulación de capital para su expansión, carencia de insumos, opacidad del marco jurídico, obstáculos de la burocracia anquilosada y recuerdos de la propaganda denigrante. Tampoco ha podido absorber los trabajadores sobrantes de las ineficientes empresas estatales que el gobierno pretendía desemplear hasta 1,3 millón. En la década de 1980, había unos 50 000 cuentapropistas. En 1993 por el Decreto-Ley No.141 se incrementaron las categorías permitidas a 117; en 1994, el Decreto-Ley No. 192 autorizó el mercado de artículos industriales artesanales, y llegaron a 121 000 personas; en 1997 el Decreto-Ley No. 171 permitió el arrendamiento de viviendas, habitaciones o espacios.
Esas tres medidas tuvieron un positivo impacto económico y social para afrontar la profunda crisis originada por la pérdida de las subvenciones soviéticas y el inicio del Período Especial. En 1999 habían 157 000 cuentapropistas, pero entre 2000-2003 se estancaron en correspondencia con el retroceso de las medidas económicas decidido por Fidel Castro al recibir el notable apoyo financiero de Hugo Chávez. En 2007 cayeron a 138 000; en 2009, fueron 144 000; en 2010, año de la ampliación a 178 actividades, subieron a 228 100; y en 2013 alcanzaron 424 300.
A pesar de la reticencia a permitir las pequeñas y medianas empresas (PYMES), por fin las autoridades comenzaron a revertir los conceptos de la Ofensiva Revolucionaria de 1968, aunque el daño a los antiguos propietarios, la población y la economía nacional no podrán ser reparados. En enero de 2010 se creó un proyecto piloto de taxis del Estado, gestionados por sus choferes, que pagarían una renta. En abril se entregaron a particulares pequeñas barberías y salones de belleza a cambio de pago de rentas e impuestos; en julio, el Consejo de Ministros aprobó la ampliación del trabajo por cuenta propia y la contratación de fuerza de trabajo en ese marco.
Los notables resultados de la iniciativa individual propiciaron la formación de las CNA de origen estatal, y en menor medida de origen no estatal. Las CNA no han sido una opción voluntaria en la mayoría de los casos. En democrática asamblea, a los trabajadores se comunica la socialista opción de integrarse en una CNA, o recibir salario por un mes y quedar desempleados, “disponible”. Probablemente el antiguo administrador, militante del Partido Comunista, retirado de algún cuerpo armado o con otro lazo político, pasa a presidente de la cooperativa. Mientras tanto se habla popularmente de la existencia ya de varias CNA con trastienda extranjera.
No obstante, las CNA afrontan inmensas dificultades. Muchas no cuentan con capital inicial para reconstruir los locales, renovar los equipos y utensilios, adquirir insumos y piezas de repuesto, ni respaldo para solicitar crédito bancario; no poseen adiestramiento en la labor ni conocimientos de gestión administrativa y jurídica. El mercado mayorista no existe, y no están incluidas en los planes de las empresas comercializadoras, negadas a establecer contratos o incumplidoras de los existentes. En consecuencia, solo pueden acceder a las mercancías que van quedando en sus almacenes, y recurrir al mercado informal.
Los precios aumentan extraordinariamente en las unidades estatales con incidencia en el alza de sus precios de venta. La inexistencia de transporte propio y las dificultades para alquilarlo, sobre todo en labores como la construcción, obstaculiza y encarece la gestión de la CNA. Encuentran escollos para pagar con cheques y transferencias bancarias debido a la deficiente gestión de los bancos y la no aceptación por las entidades suministradores; Copextel no facilita los medios informáticos ni ETECSA los servicios de correo electrónico, Internet y telefonía móvil, según el artículo de Granma.
Además, en el caso de las CNA de la construcción, entre otras, se paga salario mensual y al final del año se repartirán las utilidades, pero a partes iguales al margen de que una brigada haya aportado un contrato de mayor valor que otra. Las CNA no están autorizadas para contratarse en el sector turístico, aunque si lo están los cuentapropistas. Mucho habrá que resolver en las cooperativas inducidas estatalmente y otras para alcanzar 12 000 en 2016, con un promedio de 10 socios cada una, según estimado de Alfonso Larrea, director comercial de Scenius, CNA de asesoría en servicios económicos, contables y financieros, (“No hay cambio sin entendimiento”, artículo de Juventud Rebelde publicado el 8 de mayo). La aprobación por el Consejo de Ministros y la cantidad de trámites llevan a dudar sobre la posibilidad de un incremento tan acelerado.