LA HABANA, Cuba – El gobierno tiene un ejército de voceros y cachanchanes que salen a escena vestidos de respetables funcionarios para anunciar lo que se nos avecina.
Hace unos días le tocó el turno al presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Esteban Lazo. Lo hizo a su manera: sin brillo intelectual y en un tono que invita a no prestarle atención. Tuvo como auditorio a un grupo de funcionarios políticos y administrativos de la provincia de Sancti Spiritus, ubicada en la zona central de la Isla.
Lazo recalcó las mismas advertencias que Raúl Castro lanza para preparar al pueblo para lo que le viene encima: más sacrificios y menos oportunidades de salir del atolladero en que nos han metido a golpe de improvisaciones y caprichos.
Entre los temas abordados en el cónclave no podían faltar el de la necesitad de ponerle coto al gasto social, al derroche y a la indisciplina. Tampoco quedaron fuera los llamados a la previsión en el trabajo y al incremento de las labores de fiscalización.
En la calle llueven las críticas al lento programa de reformas, pero las soluciones no aparecen. Los dueños de la finca han diseñado, a su gusto, su salida del trono que usurparon con los manuales de Lenin bajo el brazo y la promesa de construir el paraíso en la tierra.
Se retiran a paso de jicotea y dejando como herencia colecciones de ruinas entre las monsergas que, Esteban Lazo, Marino Murillo y Miguel Díaz- Canel, repiten con esmero a donde se lo ordenen.
Uno de los puntos que el presidente del Congreso cubano tocó en el encuentro fue el relacionado con las prestaciones sociales.
Esos recursos podrían reducirse aún más en los próximos años. Actualmente, según dijo, el presupuesto para cubrir programas de educación, sanidad, seguridad social, cultura y deportes asciende al 66 por ciento del total.
Para asegurarse que los nuevos recortes está a las puertas, basta una oración del discurso de Lazo: “El país no es un saco sin fondo”.
Si algo hay que destacar en Lazo es su capacidad de repetir al dedillo los libretos que alto mando le dicta. Nunca se equivoca.
A decir verdad, no es el mejor en ese rol pero se esfuerza al máximo. Sus padrinos le perdonan su bastedad. Es fiel a toda costa. Eso le ha garantizado una vida disipada dentro del establishment.
En las calles es objeto de las burlas más descarnadas.
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