CARACAS, Venezuela, mayo, 173.203.82.38 -Recientemente, el experimentado canciller ruso, Serguei Lavrov, declaró que Estados Unidos no ha cumplido con el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU en Afganistán, pues las tareas para eliminar la amenaza terrorista en ese país “todavía no han sido resueltas”. Por tanto, considera que “el inicio de la retirada de las tropas planificado para 2014 es anticipado”.
Esta opinión de Lavrov, a favor de la OTAN y en contra del movimiento Talibán, significa un cambio radical de la política exterior de Rusia con respecto a la diplomacia de la URSS durante la guerra fría.
El Talibán es un movimiento nacional afgano, autónomo de los centros de poder mundial, que argumenta estar luchando contra una invasión extranjera que viola la soberanía nacional. Pero Rusia no sólo dice que no apoya dicho movimiento, sino que más bien objeta el fin de la operación militar que EEUU y sus aliados en la OTAN emprendieron en Afganistán en 2001. Operación que a los EEUU cuesta dos mil millones de dólares semanales.
Cabe destacar que con esa posición Rusia contradice lo que pregonan los presidentes socialistas latinoamericanos, compradores de armas a Rusia, que critican la misión de la OTAN en Afganistán a la que califican como invasión del “imperio norteamericano”.
Entonces, vale preguntarse, ¿qué factores han llevado a Rusia a no reparar en las críticas que pudiera tener su nueva postura diplomática a favor de la institución militar de occidente como es la OTAN?
A nuestro juicio, existen dos factores. El primero es que cuando el movimiento Talibán comenzó a extender su control sobre el territorio afgano en los 90, empezó a exportar inestabilidad hacia las frágiles ex-repúblicas soviéticas fronterizas que separan a Rusia de Afganistán. Y a fines de esa década dieron un paso adelante, anunciando su apoyo oficial a los independistas de la región rusa de Chechenia. A estos separatistas, que han ejecutado atentados sangrientos, el gobierno ruso los considera terroristas.
Rusia ve con preocupación el crecimiento del número de insurgentes talibanes que en 2006 eran doce mil y en 2010 crecieron a treinta mil. Si bien los ciento treinta mil soldados actuales de la OTAN no parece que estén en capacidad de derrotarlos, la retirada de EEUU es un escenario aún peor para Rusia porque favorecerá el control de Afganistán por los talibanes y la exportación de terrorismo.
El otro factor que permite entender el giro de Rusia es el tráfico de drogas. La producción de opio en Afganistán aumentó de dos mil doscientas toneladas en 1996 a casi seis mil en 2011. La droga es el otro temible factor de inestabilidad que toca a las puertas de Rusia.
En la amenaza de este monstruo de dos cabezas, terrorismo y drogas, está la razón del giro de la política exterior de Rusia. Más allá de su interés nacional, Rusia partiendo de la situación de Afganistán está enviando un mensaje a la comunidad internacional: como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU va a dejar a un lado la soberanía nacional de aquel país que fomente o de cobijo al terrorismo y al tráfico de drogas.