LA HABANA. Cuba. -Podría repetirse, ahora con los colaboradores de la Salud, el show montado con los restos de los militares muertos en las guerras de África.
La decisión de las autoridades cubanas de no repatriar de inmediato los restos de los colaboradores que mueren en África no es nueva. Hay que recordar lo sucedido con los combatientes de la isla que perdieron la vida en ese continente, en especial en Angola y Etiopía: sus restos fueron traídos de regreso al finalizar la contienda en Angola. Es decir, cuando las fuerzas armadas de Cuba concluían definitivamente su “labor internacionalista” en tierras africanas.
¿Cuál fue el motivo de que los restos no fueran repatriados a medida que los militares iban cayendo en combate?, podrían preguntarse algunos. Al margen de los costos económicos que semejante trasiego hubiese provocado, debe de haber prevalecido el factor emotivo. En momentos en que los comités militares reclutaban reservistas para mandarlos a África, hubiese sido desmotivador que se supiera el número de bajas cubanas en los campos de batalla. Por eso el castrismo guardaba esa cifra como secreto de Estado.
Al final, a los gobernantes se les ocurrió cubrir con un manto de solemnidad esas muertes inútiles. Para ello pretendieron apoyarse en la fibra patriótica de nuestro pueblo, al escoger la fecha del 7 de diciembre, día de la caída en combate del Mayor General Antonio Maceo, como momento para efectuar la repatriación de esos restos. Y todo acompañado de un nombre sensiblero: Operación Tributo. Sin embargo, la maniobra no resiste un análisis desapasionado. No es posible equiparar el sacrificio de alguien que dio su vida en pos de la independencia nacional, con la muerte de esos seres que, en el fondo, solo servían como carne de cañón para garantizar los intereses hegemónicos de Moscú.
Ahora otro contingente de colaboradores cubanos marcha a África a combatir la epidemia de Ébola que asola a varias naciones de ese continente. De acuerdo con declaraciones de funcionarios del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) de Cuba, los colaboradores que enfermen o fallezcan víctimas de esa enfermedad no serán repatriados a la isla.
La causa fundamental de esa determinación, por supuesto, es tratar de impedir que el Ébola penetre en el territorio nacional. Pero existe otro motivo que emparenta esta no repatriación con similar procedimiento adoptado durante las guerras de Angola y Etiopía: que la opinión pública no esté al tanto del costo humano de esta empresa.
Recientemente presenciamos un anticipo de lo que podría repetirse más adelante. El 27 de octubre se dio a conocer una nota informativa del MINSAP acerca del fallecimiento, en Guinea Conakry, del colaborador cubano Jorge Juan Guerra Rodríguez. La opinión generalizada entre el cubano de a pie es que el colaborador murió a consecuencia del Ébola. No obstante, la referida nota informativa aseguró que Guerra Rodríguez falleció debido a un Paludismo con complicación cerebral. Aun así, nada se dijo sobre el destino de sus restos, lo que induce a pensar que permanecerán en esa nación.
Entonces, ¿habrá otra Operación Tributo, esta vez con los restos de médicos y enfermeros que marcharon a África, una vez que el Ébola sea un recuerdo del pasado? Estoy seguro de que sus familiares lo desean ardientemente. Sería su único consuelo.