MADRID, España, agosto, 173.203.82.38 -En pocas ocasiones la lectura de un artículo o documento me ha impactado tan profundamente la del artículo titulado “Perdimos Cuba” de Amalia Agramonte, que me llegó por correo electrónico y luego vi publicado en un blog.
Su lectura me produjo unamezcla de asentimiento, porque creo el artículo encierra grandes verdades, pero a la vez me pareció soberbio y elitista el desprecio con que se refiere a los cubanos recién emigrados y los que aún viven en la Isla.
Nada es igual, luego de pasado un tiempo. Nadie es el mismo que era dos horas antes, y mucho menos cincuenta años atrás. Un país y una sociedad evolucionan, para bien o para mal, con el curso de los años. En el caso de Cuba, no hay dudas de que la evolución ha sido para mal, para peor.
Ciertamente, los cubanos de hoy son diferentes a los de “antes”. Pero no todos los cubanos de hoy son peores que los de antes; ni todos los cubanos de antes son o eran mejores que los de hoy.
Para conocimiento de la autora: soy un profesional graduado en Cuba, con un doctorado, hablo varios idiomas y no tengo faltas de ortografía, por lo que me siento directamente aludido por algunas de sus ideas.
El tiempo y la distancia hacen que tendamos a idealizar el pasado y olvidar lo desagradable. Es un mecanismo de defensa de nuestra psiquis, que siempre busca el placer y la satisfacción. Comprendo que para quienes, siendo adultos en 1959, vieron desaparecer en pocos años su Cuba de entonces, la experiencia haya sido muy dolorosa y les haya dejado huellas imborrables.
Yo también siento nostalgia por mi pasado. Los sitios de mi infancia y adolescencia no son lo que eran, mi colegio es hoy una academia militar y en mi barrio ya no viven los de antes. La mayor parte de la gente ya no viste como se acostumbraba, ni se expresan como me gustaría que hablaran. Las barreras sociales fueron derrumbadas con la revolución y eso creo la promiscuidad, el desorden.
Esto es, sin dudas, algo difícil de comprender para quienes no lo vivieron, especialmente para los que salieron de Cuba entre los primeros de la marea migratoria que provocó la revolución; en su mayoría gente perteneciente a los estratos sociales más altos.
Estos comportamientos que tanto molestan a la autora, hoy ostensibles en la sociedad cubana, no surgieron de un día para otro, se fueron perfilando y acentuando a los largo de los años, como parte de un proceso de deterioro ético-moral y material. No creo sean inherentes a la idiosincrasia del cubano “de hoy” y, mucho menos irreversibles.
El tratamiento que da la señora Agramonte a los cubanos residentes en Cuba o emigrados recientemente es completamente irrespetuoso. Me permito señalarle, que hay infinidad de profesionales cubanos que, a pesar de sus “títulos universitarios condicionados, mediatizados y limitados”, ejercen sus profesiones en un sinnúmero de países, luego de haber homologados sus diplomas. Hay también muchos artistas y científicos cubanos, jóvenes y no tan jóvenes, formados en la Cuba de hoy, que han logrado reconocimiento internacional residiendo en Cuba o habiendo emigrado recientemente.
En España, donde vivo, los cubanos son reconocidos como buenos trabajadores, disciplinados, respetuosos, confiables, y los profesionales cubanos son altamente apreciados por su profesionalidad y capacidad.
Es cierto que en Cuba la censura veta a muchos autores y temas fundamentales, que el régimen presenta su versión del mundo y que ha tergiversado la historia de Cuba, enseñándola de ese modo; pero también es cierto que se han publicado y divulgado las principales obras de la literatura universal y gran cantidad de libros científicos y técnicos, para los estudiantes y profesionales cubanos.
A pesar de la estricta y condenable censura ejercida sobre internet por el gobierno, en mi campo específico – la medicina- puedo decir que la intranet médica Infomed es una de las mejores redes de su tipo y constituye una excelente fuente de información para los profesionales del ramo.
Para que no haya dudas: no es mi intención defender al régimen cubano. Estoy citando hechos y experiencias que muestran que no todos los cubanos son “masas que pululan por las calles”.
Es cierto que la Cuba de antes no volverá; la perdimos, la hemos visto agonizar desde dentro o desde fuera. Pero es también cierto que otra Cuba es posible y que muchos de sus hijos, que viven allá y en todos los confines del mundo, algún día podremos contribuir a hacerla un país mejor, aunque ciertamente será diferente a la de 1959.