LA HABANA, Cuba. -La propaganda oficialista cubana viene insistiendo en la próxima implementación de un grupo de medidas que aumentarían la autonomía de las empresas estatales. Por ejemplo, la aprobación por las propias entidades del fondo de salario de los trabajadores, la ampliación de su objeto social, y la retención del cincuenta por ciento de las utilidades.
En ese contexto se inscriben unas declaraciones al periódico Trabajadores, el pasado 12 de enero, del señor Salvador Valdés Mesa, vicepresidente del Consejo de Estado, durante una visita a la provincia de Cienfuegos.
El funcionario exhortó a los directivos provinciales para que se preparen “con vistas a asumir las nuevas regulaciones que dan mayor independencia a la empresa estatal socialista”. Sin embargo, acto seguido Valdés Mesa pasó a referirse al plan de la economía nacional para el actual año 2015, el que en estos momentos es presentado en todos los centros laborales del país para su conocimiento y discusión.
En este sentido el visitante fue explícito al declarar que “a nivel de la macroeconomía el plan está asegurado, pero en los centros hay que desagregarlo por áreas, departamentos, y además por meses. Sería bueno llevarlo a cada puesto, a cada trabajador”.
Conviene aclarar que ese plan empresarial al que se refiere Valdés Mesa no es aprobado por la propia entidad, sino por la Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE). Se trata de instancias que agrupan a empresas de una determinada rama de la economía, y que han suplantado operativamente a los ministerios en la tarea de dirigir y controlar el trabajo de las unidades de base.
Pero las OSDE, a su vez, se subordinan a los ministerios. En el fondo, nada ha cambiado, pues las empresas siguen sujetas a la tutela de los organismos superiores de la economía. Solo se ha agregado un eslabón intermedio, con el consiguiente aumento de la burocracia.
Entonces, ¿qué independencia real puede tener una empresa cuyas áreas, departamentos y hasta cada trabajador tienen orientado “de arriba” todo lo que deben hacer, en una especie de camisa de fuerza que les impide desarrollar la iniciativa creadora?
Por supuesto que no son novedosas las incongruencias de este tipo. Estuvieron presentes en los años 70 y 80, cuando los amagos reformistas del Cálculo Económico fueron detenidos bajo el pretexto de que se estaba descuidando el trabajo político con las masas. O en la década de los 90, cuando ciertas aperturas económicas se estancaron a raíz de que las autoridades estimaran que el período especial había salido de su peor momento. Es decir, que cada vez que las palancas del mercado han pugnado por abrirse paso en la economía, se aparece la planificación centralizada para abortar el proceso de cambios.
Claro que lo declarado en Cienfuegos por Salvador Valdés Mesa no constituye únicamente un punto de vista personal. En este caso él actuó como portavoz de la clase dominante; una clase que no aboga por cambios profundos que coadyuven al despegue de la sociedad cubana, sino por simples adecuaciones al modelo económico existente, y así conservar sus prebendas.