MIAMI, Florida, 14 de enero de 2013, Redacción, 173.203.82.38.- A la blogger más conocida fuera de su país y crítica del régimen de la isla, Yoani Sánchez, le dijeron en las oficinas de Inmigración y Extranjería que podía salir del país, en virtud del ajuste a la ley cubana que, a partir de hoy día 14, permite a los nacionales salir de su país sin tener que pedir permiso.
Pero una cosa es que le hayan dicho que sí –tendrá que renovar su pasaporte y esperar unos quince días a que esté listo- y otra que, cuando le llegue el documento oficial, le pongan un freno en la temida frontera; o sea, en la ventanilla del aeropuerto donde se decide si finalmente una persona viaja o no.
En su blog Desde Aquí, el marido de Yoani, también periodista, trata el tema con jocosidad: ”Ahora que nos han prometido la entrega en dos semanas del nuevo pasaporte y todo el mundo en la oficina puso cara de !Sí, claro que podrán viajar!, solo queda esperar lo que ocurrirá frente a la ventanilla del oficial de inmigración en el aeropuerto cuando la bloguera insigne intente atravesar esa puerta a la que oficialmente se le llama la frontera”, dice Reinaldo Escobar.
Según narra este antiguo redactor de los medios oficiales, quien desde hace ya muchos años se pasó a la oposición, su mujer y él fueron los primeros en la cola de Extranjería. “Ser el UNO en una cola siempre es reconfortante”, dice, “pero lo más exitoso del proceso fue que pudimos poner a prueba, en sus primeros minutos, el funcionamiento en vivo de la traída y llevada reforma migratoria”, comenta no sin cierta reserva de que su cometido pueda llevarse a cabo.
Casi medio siglo de restricciones, vejaciones, inmovilismo no dejan margen para más.
Todo está dispuesto, entonces, para el momento en que por fin este matrimonio pueda abordar un avión.
Un video, desde Youtube, muestra un coleccionable. Se trata del pasaporte de Yoani Sánchez: visados de medio mundo no han podido luchar contra una absurda regulación que va en detrimento de los derechos más elementales y que ahora podría borrarse de un plumazo.