LA HABANA, Cuba, 12 de junio de 2013, Juan Carlos Linares Balmaseda/ www.cubanet.org.- Desde la prisión kilo 9, en la provincia Camagüey, el colaborador con la prensa independiente Francisco Pacheco Espinosa nos informa vía telefónica que el también recluso Abel González, de 37 años y natural de la provincia de Guantánamo, se inoculó el VIH.
“Lo hizo para obtener supuestas mejoras de sus condiciones de vida”, acortó el colaborador independiente, y luego fue al detalle:
“Éste recluso se encontraba extinguiendo una sanción lejos de su lugar de origen y de su familia. Logró convencer a un enfermo VIH para que le suministrara una jeringa con su sangre contaminada, y luego se la inyectó, con la definitiva intención de contagiarse, e irse a vivir al Sidatorio”.
El Sidatorio es una clínica exclusivamente para pacientes SIDA. Fue edificada en el 2010. Cuenta con comodidades muy superiores en comparación con las que tienen los reclusos en el penal.
Es una prisión chica dentro de la prisión kilo 9, separada por muros, en la cual se encuentran aislados alrededor de una veintena de reclusos VIH-SIDA, quienes disponen de sus cubículos individuales, camas con colchones de espuma, televisor, y equipos de video y música. Son alimentados con dietas mejor condimentadas y más proteicas. El Sidatorio cuenta con cocina, donde se elabora la comida que consumen los reclusos enfermos.
“A esas mejorías de vida aspiraba Abel González cuando se inoculó el SIDA”, y concluye el colaborador independiente: “Pero no ha sido así, porque lo siguen manteniendo en el penal”.