MIAMI, Florida, 21 de febrero de 2013, Redacción, 173.203.82.38.- El Gobierno cubano amplió el acceso de los particulares a los créditos bancarios y abrió la posibilidad de que el sector privado reciba pagos en moneda convertible, dos medidas que intentan “dinamizar” las reformas económicas emprendidas en el país, informa EFE desde La Habana.
El diario Granma, portavoz del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC, único), informó hoy de nuevas disposiciones legales que diversifican las opciones de garantía de pago para que los cubanos puedan adquirir créditos bancarios, los cuales hasta ahora sólo se podían respaldar con dinero.
Las instituciones bancarias permitirán ahora otros activos como garantías de pago, entre los que se incluyen joyas, alhajas, prendas preciosas, objetos de valor cultural, vehículos de motor, bienes agropecuarios y viviendas de veraneo.
La medida concreta algunas opciones que ya se habían anunciado en diciembre de 2011, cuando el Gobierno puso en vigor una nueva política crediticia dirigida a financiar las actividades del sector privado y de los agricultores, así como a los interesados en rehabilitar o construir sus viviendas.
Otra novedad de la disposición anunciada hoy es que la certificación del valor de los bienes que se entreguen al banco en garantía “tomará en cuenta los precios del mercado”.
Granma indicó que esta medida “clasifica como una de esas decisiones que contribuyen a dar integralidad al proceso de actualización de la economía cubana” y permiten “ir eliminando progresivamente los obstáculos”.
Por otra parte, el mismo rotativo divulgó una nueva resolución oficial que autoriza que empresas y otras “personas jurídicas” paguen en pesos convertibles cubanos (CUC, moneda fuerte creada en 1994 y equiparable al dólar) los servicios que reciban del sector privado.
En Cuba conviven dos monedas, el peso cubano, con el que la mayor parte de la población cobra sus salarios y el CUC, convertible en divisas y equivalente a 24 pesos cubanos.
Hasta ahora, se da la situación surrealista de que la mayoría de productos y servicios hay que pagarlos en la moneda fuerte, o sea, la que no entra por salarios.