LA HABANA, Cuba, 14 de agosto (León Padrón Azcuy , 173.203.82.38) – El descontento es notorio desde hace varios días entre varios cuentapropistas del municipio capitalino Plaza, quienes se consideran perjudicados por una disposición de las autoridades locales, que han ordenado el desmantelamiento de las estructuras constructivas que atentan contra la originalidad arquitectónica del Vedado.
La ofensiva que lleva a cabo la Unidad Municipal de Inversiones de la Vivienda (UMIV), un organismo que determina las regulaciones urbanísticas, está dirigida por el momento a dos arterias principales del municipio Plaza: la calle 23 y la de Línea, aunque se especula que la normativa se va a expandir a toda la capital.
La medida obligó a algunos establecimientos estatales y a dueños de negocios privados a desmantelar los techos y ampliaciones en portales y patios que no cumplen con las normas arquitectónicas de la ciudad.
Sin embargo, algunos cuentapropistas radicados en esos portales consideran la regulación un desafuero, ya que no solo perdieron las inversiones que realizaron en construcciones que fueron autorizadas por los organismos correspondientes, sino que también derrocharon los importes de sellos y otros gastos necesarios para obtener sus licencias de trabajadores por cuenta propia.
Uno de los afectados, que prefirió el anonimato, tuvo que quitar el techo donde sus clientes se sentaban a la sombra a consumir los productos alimenticios que él vende. El local tenía una doble función ya que en la noche servía de estacionamiento. “Esta ordenanza echa por tierra mis esfuerzos y desalienta la gestión empresarial de todos”, dijo disgustado.
Otro cuentapropista de unos 55 años que también comercia en la calle 23 -militante del Partido Comunista y presidente del Comité de Defensa de la Revolución de su cuadra- sacrificó una porción de su jardín para poner un techo y habilitó un pequeño mostrador a fin de brindar el servicio sin las inclemencias del sol y la lluvia. Pero tuvo que desmantelarlo todo.
“Estoy decepcionado. La cafetería se fue a pique; ahora no sé cómo voy obtener mi sustento. Me estafaron la enorme inversión que hice aquí, y lo peor es que me habían autorizado a construir. Ahora sé que no soy dueño ni de mi camisa”.
A muchos les cuesta trabajo creer en la buena voluntad de las autoridades locales para mantener la originalidad arquitectónica del Vedado porque ese barrio, otrora uno de los más elegantes de La Habana, dista mucho de lo que fue en el pasado.
Aunque es cierto que debieron evitarse las estructuras que maltratan y afean la arquitectura de ese céntrico barrio capitalino, los cuentapropistas consideran que la responsabilidad no recae tanto sobre ellos, sino sobre las autoridades, que muestran un total desinterés por la ciudad, excepto por las zonas que frecuentan los turistas.
Los variados métodos del régimen castrista para socavar la propiedad privada ya no sorprenden a nadie. En la década de los años 90 se autorizó a cuentapropistas a abrir los “paladares” (restaurantes privados), cafeterías, talleres y zapaterías y después se les hostigó hasta el punto que muchos tuvieron que claudicar.
A pesar de las reformas que pretende impulsar el gobierno de Raúl Castro, la realidad diaria apunta en otra dirección y los cubanos, que ya han visto repetirse la historia, solo aprovechan el nuevo momento de “apertura” hasta que, como dice la canción, “llegue el comandante y mande a parar”…una vez más.
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