LA HABANA, 8 de noviembre de 2012, 173.203.82.38.-El pasado lunes 29 de octubre se efectuó el juicio contra el escritor Ángel Santiesteban, autor del blog Los hijos que nadie quiso, que tantos dolores de cabeza le ha traído y le sigue trayendo. Ya Santiesteban había dicho en una entrevista para Cubanet que su literatura la masticaban, pero no la tragaban, y que “a partir del momento en que abrí mi blog ya no fui más soportable”. La policía política lo ha sometido a detenciones, golpizas, acoso, persecución y vigilancia, pero lo peor ha sido el cúmulo de gravísimos cargos presentados contra él —a nombre de su ex esposa, Kenia Rodríguez—, que finalmente han conducido a este juicio, demorado por más de tres años.
Durante ese tiempo, o sea, desde poco después de empezar a escribir su blog, no ha podido viajar fuera del país, a causa de una fianza que le impusieron por esas acusaciones, en un proceso que le resulta turbio.
En la citada entrevista, hace unos seis meses, Santiesteban había expresado: “Fui con mi abogado a la fiscalía provincial y nos dijeron que el expediente había sido enviado a la Fiscalía General de la República. Fuimos allá y tampoco lo tenían, y al final nos dijeron que un teniente de Villa Marista se lo había llevado. Pero en ese último lugar nos informaron que allí tampoco estaba, que ellos no sabían nada del asunto. En fin, no sabemos dónde se encuentra ahora el expediente”.
Uno de sus hijos nació con el síndrome de sufrimiento fetal a causa de problemas durante el parto, y en el mismo hospital, el pediátrico Juan Manuel Márquez, le hicieron varios tipos de análisis que dieron tal diagnóstico. Eso ha provocado que posteriormente el niño sea un poco hiperquinético y muy desconcentrado como estudiante. Sin embargo, un perito declaró en el juicio que esa conducta del niño había sido provocada por su padre, cosa que la madre reafirmó, pues, según ella, Santiesteban había cometido violación de su domicilio y la había golpeado y empujado.
No importó que Santiesteban llevara siete testigos —entre ellos algunos vecinos— para demostrar que en aquel momento se encontraba físicamente en otro lugar. “La fiscalía no llevó ningún testigo presencial”, nos dice ahora el escritor. “Bueno, la única testigo presentada fue Leticia, una amiga de ella, que repitió lo que Kenia le había contado. ¿Qué clase de testigo es esa?”
Además, compareció una perito calígrafa, y según cuenta Santiesteban, “Me mandaron a escribir un texto de un periódico y yo lo escribí. El resultado fue que, según la perito, por el tamaño de la letra y la inclinación, yo era culpable. No lo comparan con un texto que supuestamente yo haya escrito, ni nada. Es una prueba que te mandan a hacer. No importa que con lápiz yo tenga una letra, con bolígrafo tenga otra, y según el bolígrafo y la punta del bolígrafo mi letra es distinta. Además, yo empiezo a escribir y en la quinta línea ya cambio y no parece la misma caligrafía”.
Otro perito fue llevado para declarar que Kenia está enferma de los nervios. “Yo dije que eso era desde antes, porque ya desde el 1 de septiembre de 2008 ella iba a ingresar en un hospital de día para atenderse”, asegura el reconocido escritor y bloguero, que invitó al juicio a ex fiscales que ya no ejercen, pero cuya experiencia podría ayudarlo a él a comprender lo que sucediera allí. “Mira, Ángel”, cuenta él que ellos le dijeron: “existe un criterio político y por ese criterio es que te van a juzgar. No pienses que tu sentencia la va a dictaminar esa jueza, porque tu sentencia ya está decidida. No sé si a favor o en contra de ti, pero ya está establecida. Esa jueza no manda ni determina nada”.
Ángel Santiesteban confiesa que ya estaba “loco por que acabaran de hacerme el juicio”. Al final, según nos cuenta, su propio abogado se muestra sorprendido: “¿Cómo es que, si las otras acusaciones eran más graves, te las quitaron y dejaron estas dos, que son ínfimas en comparación con aquellas?”
Violación, robo, intento de asesinato, eran algunas de tales acusaciones retiradas. “Bueno, la pena posible ya iba por 54 años”, dice Santiesteban, “y faltaban todavía varios cargos, como atentado y asedio”.
En definitiva, y sobre todo, insiste en la arbitrariedad del “reconocimiento” caligráfico y en lo extraño de que hayan desechado acusaciones mucho más severas para dejar solamente estas dos, que, además, también carecen de pruebas.
“¡Qué desgaste por gusto. Con tantas cosas que hay que hacer…!”, lamenta Ángel Santiesteban con su tranquilidad habitual, la misma con que asegura:
“Estoy concluso para sentencia y me piden seis años de prisión, pero si me sancionan voy a hacer una huelga de hambre desde el primer día. No voy a aceptar que me metan preso ni voy a pagar siquiera una multa”.