LA HABANA, Cuba, 21 de febrero de 2013, Veizant Boloy/ 173.203.82.38.- La vida de Daisy Esther Ramírez Alarcón, de 48 años de edad, convertida en madre soltera a los 16, la incluye en el catálogo de la triste realidad de algunas mujeres cubanas.
Su esposo, Ramón Gómez Martínez, la abandonó cuando emigró hacia los Estados Unidos durante el éxodo masivo del Mariel en los años ´80. “Acto seguido, la policía, por la fuerza, me sacó junto a mis tres hijos menores de la propiedad de mi esposo”, dijo Daisy.
“Pasé varios días durmiendo en la calle, pero volví a meterme en la casa pues me negué a dormir a la intemperie, pero hasta la fecha no he podido legalizarla, añadió.
Luego de algunos años se volvió a casar y tuvo dos hijos más. Otra vez sola, bajo la difícil situación social, se vio obligada a criar a sus cinco hijos con privaciones de todo tipo. Su vida estaba aún por pasar momentos más amargos.
En el 1993, el suboficial Reyes Wilson, jefe de un sector policial en el municipio San Miguel del Padrón, barrio de la capital habanera, asesinó brutalmente de un disparo a unas de sus hijas. Sólo cumplió 7 años de prisión por el delito y no hubo indemnización a los familiares.
“Al año de enterrar a mi hija, en el ´Maleconazo del 94´ mataron a mi hijo varón mayor. En el desorden que hubo, no se pudo determinar el responsable”, comentó la mujer con tristeza.
Daisy Esther asegura que como madre ha sido doloroso ver morir de forma violenta a dos de sus hijos. Se siente desprotegida y víctima del medio en el que le tocó vivir.
Actualmente duerme en un cuarto pequeño con sus dos hijas y sus respectivos esposos, su hijo con su esposa y tres nietos. “Hay una cama en la que duermen los niños, los adultos dormimos en el piso”, dijo su hijo varón. “No podemos arreglar la casa porque no tenemos la propiedad. Se está derrumbando poco a poco”, afirmó.
Este hombre no quiso revelar su nombre. Aseguró que “no trabajará para un gobierno que le ha tratado tan mal, motivo que me ha llevado a cumplir prisión por índice de peligro social”.
Según Daisy Esther, se han quejado en varias ocasiones a instituciones estatales. En el año 2008, entregaron una carta al Consejo de Estado pidiendo ayuda para poder legalizar la vivienda. Le respondieron que realizarían lo trámites para el esclarecimiento, pero todavía están esperando.
“Solo me refugio en el amor de mis nietos; siempre he sido pobre y desdichada. He trabajado muy duro pero desafortunadamente la vida me ha salido cara” dijo Daisy Esther al final.