Por: Juan Carlos Díaz Fonseca
El domingo 20 de julio, los vecinos de la calle San José No.536 entre Gervasio y Escobar, sintieron gritos en casa de Enrique Martínez, pero como él es “santero”, (sacerdote de la religión yoruba o Regla de Ocha), pensaron que había montado un muerto. Pero en la mañana del lunes, cuando su mamá llegó a la casa, se encontró con el cadáver, había sido asesinado por tres puñaladas y con posterioridad le dieron algunos machetazos.
Enrique era un hombre de la raza negra, de 46 años de edad, que vivía solo, en el barrio capitalino de San Leopoldo; pero tenía un perro negro ligado con la raza rottweiler, que según cuenta una doctora que se encontraba en el lugar de los hechos, en una ocasión la mordió en la zona de la barriga y todavía tiene la marca. Por eso, explicaron los vecinos, cada vez que tocaban a la puerta y Enrique decidía abrirla, tenía que encerrar al perro. Como la policía encontró el animal en el cuarto, deducen que la persona que lo asesinó era alguien conocido.
El motivo aparente fue el robo. Entre los electrodomésticos que faltan en la casa están un ventilador y el televisor.
Al parecer este babalawo era una persona estimada en el barrio, pues durante horas permanecieron los vecinos en la escena del crimen, hasta que fue sacado el cadáver en un saco mortuorio blanco; aunque solo hacía dos meses vivía en este edificio, permutó desde muy cerca en la calle San Miguel. Un señor que dice residir frente al edificio de su casa comentó que hacía solo tres días el occiso había hecho un “santo” a una pareja, en la que él era mejicano y ella cubana. También comentó conocer que el difunto era homosexual.
La policía dirigida por un oficial de nombre Pupo, trajo en horas de la tarde-noche un segundo perro, para hacer las indagaciones. El animal cuando olió la prenda que le pusieron en el hocico, empezó a precipitarse de forma desenfrenada por la calle San José en dirección a Galiano, detrás de él corrían los policías; y los curiosos que estaban en el lugar del crimen, se quedaron con el deseo de ver retornar el animal.
Estos hechos delictivos vinculados con asesinatos, robos, etc., no son divulgados por el régimen, tiene que suceder que algún comunicador independiente esté en la localidad y pueda hacer la noticia, para que las personas tengan acceso a ella. El problema es que en una “sociedad perfecta” como dicen que es esta, no deben existir los crímenes.