LA HABANA, Cuba, 8 de marzo de 2013, Veizant Boloy/ 173.203.82.38.- Miriam Ramos Díaz, de 41 años, es débil visual y madre soltera de seis hijos, cuatro de ellos menores de edad. Sostiene a su familia con solo 280 pesos al mes (unos 15 dólares), de asistencia social que le da el Gobierno.
Su hija Grisel, de 16 años de edad, es de esas personas que vienen al mundo para sufrir. Su padre nunca se encargó de ella. Desde pequeña padece de lesiones en el sistema nervioso central – lo que le produjo un retraso mental severo–, una tumoración cerebral que le impide hablar, ausencia del globo ocular derecho, pérdida de la visión en el ojo izquierdo, falta de control de esfínter, asma crónica.
A su único hijo varón, Emmanuel, en edad preescolar, recientemente le descubrieron un foco epiléptico. “Los exámenes diagnosticaron un tumor cerebral de rápido crecimiento”, afirmó Ramos Díaz.
“A esa cantidad que percibo tengo que restarle el descuento del televisor y del refrigerador. También tengo gastos en medicinas y no son pocas…”.
“Con el ciclón Isidoro se nos derrumbó la casa. Luego de días de dormir junto a mis hijos en paradas de guaguas y en hospitales, me ubicaron en el año 2000 en un albergue. Luego el gobierno me sitúo en esta vivienda”, dijo Miriam.
“Primeramente, el gobierno se comprometió a darnos una vivienda sin descuentos; sin embargo, hoy dentro de mis gastos figura el pago de la casa”, añadió.
Lo cierto es que pronto su familia, podrían quedarse literalmente sin el techo y ante este panorama, durante más de 10 años, le ha pedido ayuda a las instituciones del Estado.
En todo este tiempo, acudió a la Dirección Municipal de Vivienda de su municipio, al gobierno provincial de La Habana, a la ya desaparecida presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, Vilma Espín; a Esteban Lazo, actual Presidente de la Asamblea Nacional. En todos los casos, la respuesta fue la misma: “el estado cubano le apoya, pero la familia es responsable de la educación y manutención de sus hijos, exija ahora a los padres de sus hijos; de lo contrario, espere el orden de prioridad”.
Su situación social es pésima.
“Mi madre y mis hermanos viven como animales, aseveró Dianelis Flores Ramos, una de sus hijas mayores. “No tienen colchón donde dormir, la ropa que se ponen es regalo de familiares y vecinos; la casa se filtra por las paredes y el techo, siempre están enfermos pues todos son alérgicos. Me preocupa su salud, sobre todo la de mi hermana Grisel, quien siempre está bajo medicación por su carácter violento”.
Quizá muchos se pregunten por qué Miriam, en su situación, continuó teniendo hijos, por qué los padres de sus hijos no se hacen cargo y cooperan.
Miriam responde:
“Incluso si consigo empleo con mi discapacidad, tengo que cuidar de por vida a Grisel que no puede valerse por sí misma. Los padres de mis hijos menores no valen nada, uno de ellos tiene que pagar una pensión alimenticia de 30 pesos, que no cumple, pero me cuesta más pagar al abogado que los beneficios de esa suma miserable”.
“Pedí que me ligaran (procedimiento para impedir la fecundación) pero los médicos no se atrevieron, pues según ellos puedo quedar en el salón; mis hijas mayores lograron reunir 30 cuc para pagarles al equipo médico; éstos le dijeron que era muy poco dinero para tanto riesgo”, concluyó.
Historias como estas se multiplican en la Cuba actual. En los últimos años van en aumento las familias sin una vivienda digna, sumado a esto la falta de un departamento de atención a niños y familia en la isla.