LA HABANA, Cuba, 11 de junio (Aleaga Pesant, 173.203.82.38) – “Reír es cosa seria”, un espectáculo repleto de humor y audacia, donde se dijeron cosas que eran impensables un par de años atrás en Cuba, se presentó el pasado fin de semana en el Teatro Mella (antiguo Rodi).
La obra es un regreso al buen humor del teatro vernáculo, representado por los actores Kike Quiñones (el negrito), Iván Camejo (el gallego) y Alina Martínez (la mulata Cecilia La O). Se presentaron además el grupo Pagola la Paga y la orquesta del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).
Escrito para seis escenas, la pieza se mueve por la ruta del musical y el costumbrismo, tan afines a los desaparecidos teatros Martí y Alhambra, y da una panorámica simpática y crítica de la realidad nacional, escarbando en la actualidad política. La presentación -con la entrada del negrito y el gallego- nos remite al teatro de la burla tan popular en Cuba durante la República, un recordatorio de cómo aquel teatro permitía la crítica política, hoy prohibida.
El segundo cuadro, con la actuación del reconocido grupo Pagola la Paga, se parodia la famosa guaracha de Ñico Saquito, “María Cristina me quiere gobernar”. Pero ahora la referencia es a un trabajador que, después cumplir todas las tareas encomendadas por la revolución (ir cortar caña a la zafra azucarera, el Cordón de La Habana, combatir en Angola, y la guardia sindical), quedará “excedente”, o sea desempleado.
La interpretación del monólogo Susana, por Kike Quiñones, es un homenaje a Luis Carbonell, el acuarelista de la poesía antillana. Según el guión, Susana, es una negra que emigró a Europa y regresa de visita a la isla, a su solar en La Habana. Es tan grande el atropello en especial en la Aduana de Cuba y en la atrofiada lógica nacional, que al partir decide no regresar.
La escena Aduana, nuevamente con la interpretación de Pagola, lleva el espectáculo al paroxismo de un público identificado con la idea de que la aduana es un lugar donde se roba y atropella al viajero nacional.
Cecilia La O -mitad Valdés, mitad María- permite calibrar la madurez del espectáculo, que no cede un segundo en la atención del público. Cecilia, retomada de las grandes obras de la música cubana, es una mulata que jinetea lo mismo en divisa que en moneda nacional. En su decisión de prosperar, vino del campo (Las Tunas) y ya vive en Miramar. Decide dejar al gallego y al negrito plantados por un chino, una franca alegoría a la apuesta que hace el Gobierno por el modelo pekinés.
Iván Camejo, además de guionista y director, pensó y desarrolló una obra coherente de principio a fin, un valiente homenaje al teatro vernáculo cubano.