LA HABANA, Cuba. –Nadie es ingenuo y todo el mundo conoce de la pata que cojea la televisión cubana. Se sabe que más del ochenta por ciento de la programación ha sido pirateada a través de muchas décadas.
Son proyectos que se crean a partir de materiales robados. Se busca un guionista, un conductor (o varios), un director, el equipo de producción, y se confecciona un programa televisivo.
De la gran escena, Bravo, Piso 6, y su precursor Colorama, todos han sido robos permitidos. No es más que la ilegalidad hecha legalidad. Se deben justificar los salarios de los trabajadores de este medio, pues la industria nacional es escasa, y la mayoría de las veces intrascendente.
Se roban películas, documentales, humorísticos, y todo lo que sirva para llenar los huecos en los cuatro canales. Además, es válido copiar. Una serie policíaca norteamericana como CSI, de impecable factura, ha “inspirado” una serie criolla de corte policial nombrada UNO (Unidad Nacional Operativa), trasmitida por Cubavisión. El horrible material cuenta con un guión deplorable y mediocres actuaciones. Comenzó a pasarse desde las vacaciones navideñas, en el horario de las nueve y media de la noche. Los capítulos expusieron violaciones y asesinatos con profusión de sangre y violencia. Sin contar, que había niños que permanecían despiertos, y podrían haberla visto por accidente.
Algunas series foráneas se repiten hasta la saciedad, entre éstas, Esposas Desesperadas y Anatomía de Grey. Otras, como Las Chicas Gilmore y la inglesa Galerías Paraíso, de gran aceptación por el público, han sido suprimidas de golpe y sin ninguna explicación para el televidente que acostumbra a seguirlas a diario. La solución es poner el parche de la nueva. Esto obedece a que la televisión no tiene las temporadas completas.
Han eclipsado programas preferidos por la población como El Cuento, las puestas de teatro para la televisión, y los telefilmes nacionales. Las Aventuras, que se trasmitían para el disfrute de niños y jóvenes, cayeron en desgracia hace tiempo, y no se han vuelto a realizar.
En un país con una gran tradición de humoristas, existe solo un programa de este tipo: Vivir del cuento. Que últimamente tiene más altibajos que frescura.
Se añoran las novelas de clásicos de literatura universal, versionadas por buenos guionistas, muchos emigrados y otros fallecidos. Inolvidables fueron Papá Goriot, El rojo y el negro, La dama de blanco, y Las ilusiones perdidas.
Quedó asimismo en la memoria, la popular serie policiaca Día y Noche, con excelentes actores como Jorge Villazón, César Évora y Alberto Pujol.
Eso sí, continúan dándonos a cucharadas el TeleSur, y el desinformativo noticiero de las 8 y 30 de la noche.
No hay remedio, seguiremos con el “enlatado extranjero”.