LA HABANA, Cuba.- Esta semana, más de treinta personas hacían cola escaleras abajo, junto a una tienda que hay en la esquina de Línea y L, El Vedado. Los usuarios, con cierta prisa, salían con cinco tubos de luz fría de 20 watts entre las manos. Y a veces con más. Al cabo de unos minutos, la cola se dispersó. Se habían acabado. Las tenderas no sabían si otro cargamento volvería a entrar, y mucho menos cuándo iban a regresar los tubos fluorescentes. “Quizás haya en Galerías Paseo”, dijo una de ellas, haciendo una conjetura.
Este tipo de luminarias muy usuales se fabrican en Cuba. Gastan menos electricidad que los bombillos incandescentes, y alumbran mejor que los “ahorradores”. Desde hace más de un año, es muy raro hallarlas en las tiendas del Estado: brillan por su ausencia, lo mismo en las TRD, que en los MAI (Mercado Artesanal Industrial), cuya oferta es en moneda nacional.
Cuando se encuentran, en el rincón de una feria de artesanos, o la tarima de un vendedor privado, valen 50 pesos cubanos –que es más del doble de su precio original.
Cuando llegan las lámparas, no hay tubos de luz fría, o viceversa, y a veces, tampoco se consiguen los encendedores de repuesto.
El desabastecimiento de los productos básicos es un fenómeno cíclico en Cuba. Y los artículos industriales son como las frutas: vienen por temporada. Ya es posible comprar frazadas de piso. Ya volvió el papel sanitario –el más barato. Ahora, seguimos esperando por esos tubos fluorescentes, los huevos, y el desodorante.