LA HABANA, Cuba. -Antonio Blanco es natural de Pinar del Río, 60 años, hijo de Agustín y Valentina, con décimo grado de escolaridad, pintor, soltero, vecino del municipio Playa.
Me trae un sobre con un fajo de hojas. La sentencia del Tribunal Municipal de Playa, una apelación a esa instancia, la reafirmación de la sanción, y varias citaciones del jefe de sector de la policía conminando a “Ñico”, como le conocen, a presentarse en la unidad. Asegura que ya cumplió la sanción dictada por el tribunal, que consistió en “libertad subsidiada”, por el delito de tenencia de droga y cuando fue a buscar la carta de libertad una fiscal interesada en su caso, le dijo que consideraba seis meses poco tiempo para rehabilitarlo. Y añadió seis meses más.
Cosa cierta, porque el jefe de sector le ha informado que debe continuar firmando hasta junio de 2015 y además no puede trabajar por cuenta propia, como la hace a escondidas, ni pescar. No puede salir de la casa nada más que a firmar. “Ayer fue a verificarme y no me encontró, me rastreó por todo el pueblo hasta hallarme pintando en casa de Miriam, me dijo, ya ves, violando el código penal… y no estás asistiendo a las reuniones…”
“¿Qué reuniones…? Nadie jamás me ha hablado de reuniones.”
Cuenta que el jefe de sector de la policía se ha vuelto una sombra y no lo deja en paz. Y todo es debido a que salió bien en el juicio, donde pudo sortear la situación con serenidad y dejar reflejado en el acta una confesión de los hechos que casi lo exoneraba, donde contó a los jueces que esa noche se encontraba en avanzado estado de embriaguez, pescando en la orilla de la playa La Conchita, cuando pasó un grupo de muchachos por su lado y les pidió un cigarro.
Uno del grupo se le acercó y le dijo, “¡Vaya puro, fúmate este cabo que no tenemos más!” y le dieron uno que pasó mucho trabajo para encenderlo, tuvo que jalar duro, y cuando lograba una bocanada apareció de repente el jefe de sector, que estaba de recorrido, le inmovilizó un brazo y lo llevó hasta bajo una luz para probar la evidencia.
En el laboratorio de Criminalística el cigarro resultó ser de “cannabis”. Lo ayudó en su historia que estaba borracho y era cierto que estaba pescando, también la edad, 60 años, además Ñico se mostró desvalido ante los jueces, “un viejito muy humilde como soy, pintor de brocha gorda, pescador de orilla, vivo de eso, coma lo que logro sacar del mar, me emborracho para combatir la migraña”.
En la cuadra lo hundieron cuando investigaron su conducta social. En el Comité de Defensa de la Revolución (CDR), la presidenta del Comité lo catalogó de pésima. “Se reúne con elementos antisociales y seguro que hasta fuma marihuana, porque a veces yo siento un olor que sale de su cuarto, como de hierba quemada, y suspiros. Además de la presidenta, soy la jefa de Vigilancia”.
Apeló la sentencia pero, según él, su abogada de oficio no lo instruyó bien del proceso y la instancia ratificó la sanción. Al margen de conjeturas como la cuestión de la veracidad de la anécdota contada por Ñico y su probable inocencia, y la revelación delos nuevos los aires que soplan en el mundo sobre la legalización de la cannabis con fines medicinales y recreativos, la sentencia del tribunal de Playa que tengo en mis manos, con el número Ciento Treinta y Siete del dos mil catorce, del 9 de junio, en la causa número Ciento Treinta y Dos del año 2014, Antonio Blanco fue sancionado a seis meses de privación de libertad subsidiada, que debía cumplir hasta el 9 de este diciembre de 2014. Ahora le comunican que debe cumplir seis meses más, firmar todos los meses, y además asistir a las reuniones.
“A primera vista parece como si quisieran cuidarme, pero lo cierto es que no me están dejando vivir. Imagínate, hasta marzo sin poder salir de la casa. Ni pescar. O pescar escondido. Con la amenaza de ‘revocación de causa’ y terminar de purgar los seis meses en la cárcel. ¡Que es peor!”