GUANTÁNAMO, Cuba. -Este 15 de enero del 2015 se cumplen 70 años de la muerte de Dulce María Borrero, poetisa y ensayista habanera nacida el 10 de septiembre de 1883.
Hija de Esteban Borrero Echeverría, trascendente intelectual cubano del siglo XIX, los estudiosos la ubican dentro del primer grupo de ensayistas de la República, conformado además por Regino E. Boti, José Manuel Poveda, Francisco José Castellanos, Bernardo G. Barros, José A. Ramos, José María Chacón y Calvo y Medardo Vitier.
Desde pequeña vivió en un ambiente de profunda interacción cultural y literaria pues su vivienda era punto de reunión de intelectuales y espacio de tertulias.
En 1895 se trasladó junto con su familia a Key West, Estados Unidos, donde publicó sus primeros poemas en la Revista de Cayo Hueso. Luego vivió un tiempo en Costa Rica hasta que regresó a Cuba en 1899.
Su primer éxito literario lo obtuvo en 1908 al ganar los Juegos Florales convocados por el Ateneo de Las Habana. Fue miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras desde su fundación en 1910 y codirectora de su publicación Anales.
En 1935 ocupó la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación y en 1937 fundó la Asociación Bibliográfica de Cuba. Publicó numerosos artículos y ensayos en Cuba Contemporánea, Revista Cubana, Revista Bimestre Cubana y El Fígaro.
Bastó un solo libro de poemas
Con un libro de poemas titulado “Horas de mi vida” y publicado en 1912, Dulce María Borrero ha quedado inscripta en la historia de la literatura cubana. Se asegura que no quería publicarlo y lo hizo debido a las insistencias del poeta y narrador dominicano Fabio Fiallo y del intelectual cubano Luís Rodríguez Embil, quienes tuvieron una participación decisiva en la publicación del libro en Berlín.
Su poesía se caracteriza por la combinación de elementos de estilo propios del romanticismo español y del modernismo y en ella se transpira el sentimiento de frustración presente en la obra de la mayoría de los intelectuales cubanos de ese período, que algunos estudiosos califican como “confuso” y otros como de “marasmo lírico” y que se ubica entre la muerte de José Martí y 1913, cuando Regino E. Boti publicó en Barcelona su poemario Arabescos Mentales.
Sus poemas también se caracterizan por la defensa de la voluptuosidad y el erotismo frente a los rígidos cánones morales de la época que le tocó vivir.
Dulce María Borrero se destacó por su posición cívica y feminista. En 1914 suscribió la exhortación que varios intelectuales cubanos dirigieron al Congreso de la República para que aprobara la Ley de divorcio. Fijó su posición sobre el tema en su ensayo El matrimonio en Cuba, un estudio feminista de hondas resonancias en su época.