LA HABANA, Cuba. – Sería injusto no recordar a Máximo Gómez Báez en el 110º aniversario de su muerte, ocurrida el 17 de junio de 1905, o no rendirle homenaje por el venidero Día de los Padres.
El 15 de septiembre de 1892, cuando el Partido Revolucionario Cubano dirigido por José Martí le enviara una carta al Generalísimo proponiéndole incorporarse a la lucha por la plena independencia de Cuba, este respondió: “(…) Para la parte de labor revolucionaria que me corresponde, desde ahora puede usted disponer de mis servicios”.
Así de sencillo fue este patriota nacido en Baní, Santo Domingo, en 1836, y que cuando vino a vivir a Cuba en 1865 no fue indolente ante el trato brutal a que eran sometidos los esclavos. Comenzó a conspirar en la logia masónica y una semana después del 10 de octubre de 1868 se incorpora a la lucha con el grado de sargento.
Muy pronto asombraría a los cubanos cuando al frente de un grupo de campesinos inexpertos atacó a machete limpio a una columna española bien armada dirigida por el coronel Quiroz. Aquella fue la primera vez que el machete, utilizado por nuestros campesinos para el trabajo, se convirtió en arma fundamental para la guerra de guerrillas en las manos expertas de las tropas mambisas durante la lucha independentista.
Cierta vez, cuando le preguntaron por la escasez de armas de los cubanos, dijo: “No se necesita saber si un pueblo tiene armas para pelear, sino si tiene valor para hacerlo, y si siente tristeza en su alma”.
Máximo Gómez ganó sus grados al frente de las tropas mambisas con el filo del machete, y fue quien el 20 de mayo de 1902 izó la bandera cubana en el Palacio de Gobierno después de arriada la estadounidense.
Al terminar la guerra de independencia, el Generalísimo redactó la Proclama de Yaguajay (1898). Aquel hombre, catalogado por el periódico londinense Daily Mail como “el Napoleón de las guerrillas” por haber protagonizado extraordinarias hazañas bélicas como la invasión de Oriente a Occidente, daba consejos para la paz, demostrando que conocía como estadista de nuestros problemas sociales y políticos, y aun de los económicos.
“No se debe olvidar nunca que así como la espada es la bienhechora para dirigir y gobernar bien las cosas de la guerra, no es muy buena para estos oficios en la paz; puesto que la palabra Ley es la que debe decírsele al pueblo, y el diapasón militar es demasiado rudo para interpretar con dulzura el espíritu de esa misma Ley”.
Con su clara visión del daño que hacen las dictaduras a los pueblos, escribió a Freire de Andrade: “No olvides que el mejor gobierno es el que menos (tiempo) gobierna”.
Por eso, escuchar a la camarilla gubernamental llamar pseudo-república al período que va desde 1902 hasta 1959 es insultante, pues constituye un ultraje a todo el sacrificio de nuestros patriotas como José y Antonio Maceo, Martí, Máximo Gómez y muchos más. Además, fue en esos años, durante esos gobiernos, que nuestro país logró el desarrollo que lo colocara en uno de los primeros lugares de América, y que precisamente la actual dictadura se ha encargado de revertir hasta convertirnos en uno de los países más atrasados del mundo.
Pero el Generalísimo también fue un padre ejemplar, que inculcaba a sus hijos amor a la patria, al trabajo, respeto a sus mayores. Así lo demuestra la carta de despedida que les dejó antes de partir hacia Cuba, a la guerra de independencia.
“Espero (…) que se respeten unos a otros y que siendo su mamá, Clemencia y Margarita las reinas de nuestra casa, (…) es necesario que a ellas debamos rendirle mucho respeto y consideración”.
“(…) Espero también que trabajen mucho y voy a ver todo lo que cuando yo vuelva encuentre hecho en ese patio”.
“(…) Ustedes laboren la tierra, que es trabajo recio y duro, que da fuerza y vigor y buena salud a los hombres.”
Al enterarse el Generalísimo de la forma brutal en que había muerto su hijo Panchito –a bayonetazos de los españoles-, escribió: “La agudeza del dolor no ha sido tanto por la muerte de un hijo amado y de un compañero y amigo querido (…), ha sido por la sombra siniestra que cubre aquel sangriento drama”.