Abril 12, 2007
Nefasto y El carnicero de la salsa
Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press
LA HABANA, Cuba - Abril (www.cubanet.org) - Nunca la música popular
cubana estuvo a tan alto nivel como en las últimas décadas.
A pesar de que compositores e intérpretes de la talla de El Médico
del Sofrito, El Tomeguín de las Viandas, y hasta El Chévere
de la Salsa se han quedado a condimentar la música de otras naciones,
aún contamos con excelentes compositores que ponen a soñar
a los bailadores.
Un ejemplo elocuente es el desempeño como compositor de uno de
los fenómenos que más aportes ha dado a la culinaria musical
cubana, con base en las profundas reflexiones sobre la economía,
la sociedad y, sobre todo, en el rol sexual que deben ocupar las parejas
en este remeneo político-musical que enardece a las multitudes.
Sin dudas de ninguna clase, nuestros lectores se habrán dado cuenta
de que estamos hablando de ese meteoro del buen gusto cuyo nombre artístico,
El Carnicero de la Salsa, hace relamer y convulsionar de esperanzas y
satisfacciones a Cuba entera.
Superior en todos los aspectos a un compositor goloso como Félix
B. Caignet con sus Frutas del Caney, sin los complejos de inferioridad
de un Osvaldo Farrés, que se pasó la vida en un Quizás,
quizás, quizás, este mamut de la música y camello
de la inspiración, de un solo cuchillazo de su ingenio hace lonjas
una canción, y no Longina, como el conservador Manuel Corona.
Para comprobar el hecho bastará con analizar uno de los textos
musicales que más seguidores tiene en la actualidad, y que por
la sutileza del lenguaje y la visión lírica del tema, supera
con creces el Piensa en mí, de Agustín Lara.
Como enseguida verán, la canción Yo fui el que te boté
plantea desde su metafórico título quién toma la
iniciativa de romper la relación, y para que no queden dudas lo
repite 160 veces en un estribillo donde se pone de manifiesto la supremacía
del macho sobre la hembra en una sociedad donde ambos tienen las mismas
posibilidades. Arrullémonos si no con la sutileza del texto.
Ay, mamá, acuérdate / yo fui el que te boté /
yo fui el que te boté. / Ay, mamá, acuérdate / yo
fui el que te boté / yo fui el que te boté
Esta cortadura inicial con la punta del cuchillo de la melodía,
se convierte de pronto en un profundo tajo textual que va poniendo al
descubierto las miles de razones para la ruptura.
La primera de ellas, más que suficiente para dar por terminada
la relación de pareja: el engaño. Acto que define el autor
en dos versos cargados de ternura:
Te di la pira por tus mentiras, /Te di el bate por tus petates.
Pero donde la inspiración de El Carnicero de la Salsa toma mayores
vuelos, y se lanza en picada contra la carne del texto, haciéndola
picadillo, es en la estremecedora estrofa donde expone otra de las razones
para botar a su pareja:
Te di el bote por tu despelote.
¡Ahí sí llegó y paró la sutileza, el
buen verso, la razonable dosificación de amor-odio en el texto!
¿Ustedes creen posible que cualquier compositor cubano o extranjero
pudiera labrar una joya de la canción como Yo fui el que te
boté si no es tocado por el hado de los dioses de la inspiración?
¿Quién en sus cabales rítmicos se atrevería
a comparar esta suprema obra de El carnicero de la salsa con los sensibleros
y mediocres textos de Aquellos ojos verdes, Júrame,
Mujer perjura, Nosotros o Lágrimas negras,
entre otros que aún de vez en cuando se cuelan por los intersticios
que deja un reguetón, y la música salsa que nos hacen dar
brincos y cocinan los tímpanos las 24 horas del día?
No hay dudas de que esta canción quedará entre las mejores
de la historia de la música popular a nivel mundial, junto a Hotel
California, Yesterday y otros textos que, si bien menores en
letra y música, se han ganado un espacio en el Olimpo de la composición.
Si mis lectores no están de acuerdo en que El Carnicero de la
Salsa es el mejor compositor e intérprete del país, que
sus textos deben ser encuadrados en letras de oro en las academias de
música del universo, ahora mismo rompemos relaciones, aunque jamás
olviden que Yo fui el que los boté / yo fui el que los boté
Eso se los aseguro yo, Nefasto "El compositor".
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