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Marzo 8, 2007

Nefasto, la química y los estafadores

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba - Marzo (www.cubanet.org) - Si la química es la ciencia que estudia la estructura, propiedades y transformaciones de la materia a partir de su composición atómica, no hay dudas de que los cubanos vivimos en un inmenso laboratorio.

Y no lo digo sólo porque transformemos con facilidad un frasco de champú para el cabello graso en un pomo de vinagre, una masa de croqueta en goma laca, o una colcha de trapear en un bistec de puerco, sino porque somos capaces de convertir un sueño en un plato de picadillo de soya, el esqueleto de un refrigerador en una balsa, y el tatarabuelo dahomeyano en un conquistador español.

Es decir, que a través de los experimentos, la inventiva y la desesperación, vamos sorteando las trampas permanentes de la escasez, y afinamos los métodos del tumbe majestuoso, el engaño espacial y la falsificación ilustre, con el objetivo de que todos comamos del pastel de guayaba en que se ha convertido la comercialización de un producto en el país.

Sin embargo, no todos están de acuerdo con el desarrollo de la química a nivel popular, y califican a estos nobles trapisondistas de la ciencia como simples timadores de la calidad.

¿Es que acaso un hombre que transforme y multiplique un paquete de café Cubita en doce, con apariencia y gusto casi similar no está democratizando el acceso al producto?

¿Se puede negar que quienes santigüen con agua y alcolifán de barranco una botella de ron Castillo, Ronda o Pinilla, de acceso popular, contribuyen a la campaña contra el consumo de alcohol?

¿Alguien puede decir que quienes convierten una cajetilla de cigarros Criollos en una Tupamaro o Rompepecho desalientan el fume que desfuma por intoxicación los pulmones más fuertes de la Patria?

En lugar de mostrar como un triunfo las 1241 supuestas violaciones detectadas en diversos sectores productivos de la nación, deberían confeccionarles diplomas de reconocimiento a quienes con su inventiva dan trabajo a inspectores, periodistas, camilleros de un hospital, políticos y curanderos sin pedir nada a cambio más allá del dinero, la prebenda o el reconocimiento oficial.

No obstante, les daré algunos consejos contra la estafa:

-Luego de percatarse de que el punto de inyección ubicado en el fondo de los envases plásticos esté rugoso y no liso, debe proceder a la solicitud del lote, su procedencia, el nombre del productor y sus parientes más cercanos, y el carné de identidad, certificado de salud e integración revolucionaria del vendedor.

-A las botellas de cerveza hay que observarles bien las etiquetas. Si al pasarles la mano están lisas, quiere decir que no están pegadas industrialmente, y debe ir a comprarlas a Marianao. Si es débil visual o manco, encontrará en el establecimiento a un estafador sancionado por su honestidad que le recomendará no beber si no quiere ser timado.

-En el caso de los productos de Suchel, todos tienen el número de lote en su envase, el que no debe tener ninguna anomalía, como rayado o suciedad. Si a pesar de estas medidas de seguridad, al abrir el frasco de colonia encuentra guarapo concentrado, no dude, es original.

-Todos los paquetes de café Cubita deben estar bien compactados. No importa si al abrirlo se encuentra con un nido de comején, una piedra de zeolita o el motor de un ventilador. Si está duro, compacto, encementado y sin sabor, apueste a que es Cubita.

Luego de enseñarles al dedillo cómo detectar una estafa, les explicaré brevemente las múltiples apariencias de un estafador.

-Si usted ve que un señor de cuello, corbata y portafolio se baja de un Subaru, se le acerca y le dice: "buenos días, ¿desea una visa para Afganistán?", tenga mucho cuidado, pues detrás de esa quimera, de la noble apariencia, se encuentra un depredador de sueños y fantasías.

-Si se le acerca alguien harapiento, con los dedos fuera de los zapatos, la camisa raída y el pantalón sujeto con una soga de Manila, no le haga caso, ya que en ese mendigante sujeto se encuentra un estafador.

Después de familiarizarse con estas marcadas características, si ve detrás del mostrador de una tienda a una muchacha grácil, juvenil, con dos hoyuelos en su bella cara; una sonrisa, un contoneo, unas manitas y una mirada que para qué seguir, ¡deténgase y medite! A veces uno necesita hacerse el estafado.

Eso se lo aseguro yo, Nefasto "El timador".

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