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| Febrero 27, 2007
Nefasto, las cooperativas y el año del cerdo (II y final) Víctor
Manuel Domínguez, Sindical Press LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org)
- A pesar de tener listo el cultivo y en estado de infarto a los factores encargados
de velar por la salud de la siembra, según el manual Cómo cosechar
un cerdo, se precisa un alto nivel de preparación para dar seguimiento
a los retoños, garantizar la robustez de sus tallos, la esencia de sus
flores, y sobre todo, estar atentos a la capacidad productiva de cada planta.
Resulta vergonzoso que mientras las cerdas extranjeras logran entre 22 y 24
cerditos al año, las cubanas sólo obtienen 11. Y lo peor: por esa
causa tuvimos que importar en 2005 un poco más de 10 mil 618 toneladas
de carne porcina congelada. Es hora de acabar con ese despilfarro y la
conducta negativa de las cerdas, y acelerar la aplicación de un nuevo método
que de seguro permitirá rellenar los baches de nuestras calles con crujientes
chicharrones de viento. El desarrollo de la porcicultura en Cuba, así
como su creciente implementación a nivel de cuadra y de vivienda, nos facilitará
en apenas 50 años substituir el aceite de soya por la manteca de cerdo,
las croquetas explosivas por vísceras conciliadores, y el bistec de "te
sigo esperando" -vaca- por un jugoso escalope. Eso de que en 2006
nos quedamos dos mil toneladas por debajo de lo anunciado, no es permisible ni
con la presunta falta de sorgo, maíz, girasol, caña, kingras, rizomas,
tubérculos y otras justificaciones factibles de cultivar, de acuerdo con
el criterio del Grupo Nacional Porcino (GRUPOR), del Ministerio de la Agricultor
(MINAGRI). Hay que detener en seco estas deficiencias y optar por el
nuevo método si no queremos que la cabeza de un cerdo tenga el mismo precio
que el mando de un televisor Panda; una pata cueste igual o más que un
espejo, y la panza, ¡ni hablar!, tanto como un chaleco antibalas en Brasil.
Por eso necesitamos y pedimos a los cosecheros que se pongan para el cultivo
del cerdo, que ahonden en la porcicultura y no suelten el manual escrito por Twain
ni a la hora del baño. ¿Acaso no han pensado en la estética
surrealista de un bosque de cerdos que se pierde en el horizonte? ¿Se imaginan
dónde quedarían Dalí, Bretón y otros hacedores de
pesadillas si pudieran decir en un mercado: por favor, arráncame, pésame
y envuélveme la colita que pende de aquel gajo? ¿No han
interiorizado cuántos cubanos quedarían libres de la esclavitud
del sillín de una bicicleta, de los tormentos de un camello desbordado,
sin que, en lugar de salir a zancajear un pedazo de cerdo por cualquier mercado
del país, tuvieran sembrados en su jardín un árbol de cerdos,
que aparte de abaratarle el precio les evite las tumultuosas colas? Será
impactante, por estremecedor, escuchar a una trabajadora, ama de casa o cualquier
mujer del hogar decirle a su atarantado hijo: "Niño, ve al jardín,
súbete a la mata de cerdos y tráeme unas paticas del gajo que da
a la casa de la vecina, que hoy haré potaje. O: Pepe, ¿no
te dije que me robaron dos cabezas del mismito capullo de la mata, y que además
perdí un pernil que se llevó una ventolera? Vamos a tener que electrificar
la mata. Te lo pedí desde el día que encontré un reguero
de patas y orejas por el suelo. ¡Esto sería lo máximo!
¡El mayor logro posible en la producción de cerdos a nivel mundial!
¡Por eso es que no debemos perder el tiempo en reuniones de compromisos,
asambleas de ahora sí, y meter manos, corazón y pie en el cultivo
del cerdo! Ya lo explicaba Twain en su inigualable Cómo cosechar
un cerdo. "Se siembran la cola y la pezuña, se riegan con monedas
equivalente al dólar en CUC, o en su defecto, billetes cubanos de a 20
pesos, y se presta atención a los brotes. Lo demás viene
con el esfuerzo y la imaginación, como señalara Twain y les aseguro
yo, Nefasto "El porcicultor". CubaNet
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