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Enero 31, 2007
Nefasto y un safari en San Miguel del Padrón
Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press
LA HABANA, Cuba - Enero (www.cubanet.org) - Llamar experimento de "ruralización"
al marcado interés por convertir una calle de Ciudad de La Habana
en una reserva natural al estilo Sudáfrica, es un ataque directo
contra los defensores de los animales y del medio ambiente.
Y ni hablar de la insidiosa comparación de las aguas albañales
y otras igual de insalubres que inundan esa calle, en un trasnochado intento
de hacer una caricatura tropical de Venecia.
Eso de que la calle A entre Primera y Segunda, en el reparto Veracruz,
del municipio capitalino San Miguel del Padrón, lleve más
de nueve años convertida en un lodazal, con vegetación incluida,
nada tiene que ver con la ineficiencia de las autoridades de la localidad,
sino con el propósito de crear un Parque Nacional o una reserva
donde los animales queden alejados del peligro de extinción.
¿Se imaginan ustedes que hubiera pasado con los más de 200
ejemplares de elefantes, búfalos de El cabo, rinocerontes negros;
y de las 180 especies de aves que alberga el parque de elefantes Addos,
de Sudáfrica, sin que interviniera la mano del hombre?
¿Saben que antes de las medidas sólo quedaban 11 ejemplares
de elefantes? ¿Que de una manada de más de 100 antílopes
Bontebok había en existencia nada más que 30, y que las
cebras se enfrentaban a la extinción total?
Pues eso mismo queremos hacer en San Miguel del Padrón: ¡Salvar
a los animales!
¿O es que acaso consideran indignas de preservar nuestras especies
de gallinas prietas, pollitos mareados, conejos albinos, peces gatos,
perros chinos, guanajos de Caujerí y vacas de San Germán,
que si bien han pasado muy poco por los mercados cubanos pueden ser la
salvación de futuras generaciones en un corto plazo de 48 años?
Además, quienes se quejan de que para ir al trabajo tienen que
brincar por encima de caminos marcados bajo planchas de zinc porque la
vegetación florece y el agua se estanca y se convierte en caldo
de cultivo para el terrible Aedes Aegypti, ¿no han calculado el
filón económico que representaría esta calle de ponerla
al servicio del turismo de aventuras para extranjeros?
¿Se han puesto a pensar en lo que significaría una consulta
de fangoterapia en San Miguel del Padrón para el sultán
de Brunei, la super modelo Naomi Campbell, la actriz Sandra Bullock o
el pacificador Tiro Fijo?
¿No se han detenido a interiorizar el despelote promocional que
sería para el municipio que Indiana Jones decida venir En busca
de las larvas perdidas del Aedes aegypti, escondidas en los fangales,
las corrientes de agua y una vegetación que también hubiera
deseado Tarzán con su mona Chita para su enfrentamiento contra
la incapacidad humana de compartir "repartos" con los animales?
¿Son capaces de aquilatar la importancia de que un Bill Gates,
un Ronaldinho o una Hilary Rodham Clinton decidan realizar un safari por
una calle donde puedan pescar desde una embarcación la típica
trucha cubana, el sin igual quimbolo, o cazar un burro bostezador y un
animal tan fiero como un puerco encebado?
¡Hasta el Francis Macomber de Hemingway hubiera sido aún
más feliz en su breve vida si su mujer, en lugar de volarle la
cabeza de un disparo a mitad de un safari en la pradera africana, lo hubiera
hecho entre los lagos y la selva de una calle de San Miguel del Padrón!
Y oigan, si algún día logramos que un Steven Spielberg se
decida a filmar una película de época, con góndolas
y todo, bajo el título Los fangales de Clemencia, de seguro esa
vecina no se quejaría más por ese regalo que Dios y el Poder
Popular han colocado en el frente de su casa.
Así que manos a la jungla y fango a la rodilla para reelegir a
unas autoridades locales que han convertido la común derrota de
su ineficiencia en la común victoria de un lodazal, donde gallinas,
perros, chivas y carneros, viven entusiasmados en espera de que se autorice
un safari en San Miguel del Padrón.
Eso se los aseguro yo, Nefasto "El cazador"
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