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Noviembre 29,
2006
Nefasto, los puntos y la puntualidad
Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press
LA HABANA, Cuba - Noviembre (www.cubanet.org) - Para los cubanos un
punto no es sólo lo que indica señal de dimensiones pequeñas,
nota ortográfica, sitio, tema, parte, fin o extremo, entre otros
significados, sino también el tipo de persona ducha en calamidades
o diestra en llamar sobre sí la atención; pero más
que todo un jefe que se baña y salpica a la hora del robo, el desvío
de recursos y la impuntualidad en el centro laboral.
Y es por eso que ante el anuncio de la aplicación a partir del
2 de enero de 2007 de las resoluciones 187 (sobre jornada y horario de
trabajo) y 188 (referida al reglamento disciplinario interno), los puntos
cubanos comienzan a colocarse sobre los de la inconformidad.
¿Cómo es posible -se preguntan los puntos- que un matrimonio
tan bien llevado (la indisciplina y el caos) tenga que llegar a su fin
por el punto de vista de quienes no conocen un centro de trabajo en su
interior?
¿De qué forma aceptar que los lazos fraternos tejidos entre
la improductividad y el estímulo, los bajos salarios y las metas,
el ausentismo y la merienda, sean considerados el punto débil de
la revolución cubana?
Además, ¿cuál es la fórmula para llevar a
punto muerto el alud de pillajes provocado por la falta de incentivos
y el exceso de incomodidades que sufren la mayoría de los trabajadores
durante las horas útiles en las que desempañan su función?
De acuerdo con lo expresado sobre el tema por el profesor Vagancia Romerillo
Pestón (especialista A en llegadas tardes y ausentismos; licenciado
B en infladera y/o racionalización de plantillas, y Master HP en
mojar la ropa de los trabajadores y guardarla en la caja fuerte de la
unidad) sólo bastarían algunas modificaciones en el código
laboral cubano para que todo esté arreglado.
Según algunos elevados consejos recogidos en su libro "Apuntes
para la histeria", las llegadas tardes y las indisciplinas internas
sólo serán erradicadas si se cumplen al pie de la letra
las siguientes medidas.
Opciones ante la impuntualidad del trabajador:
-Si reincide, vuélvalo a llamar hasta completar las 187 veces que
prescribe la resolución. Aunque en esta caso, para que comprenda
que la cosa va en serio, móntelo en su carro, déle un paseo
por la ciudad y explíquele que usted comprende la tragedia de los
camellos, las guarandingas y los riquimbilis, pero que la puntualidad
es un mal necesario y colonizador, pues no somos ingleses.
-De reincidir en la reincidencia de sus llegadas tardes: ¡Hágalo
jefe!
Opciones ante el incumplimiento de reglamento disciplinario interno:
-Cuando algunos trabajadores paren sus labores, ya sea detener una máquina
o descolgar el teléfono de la recepción de la empresa, y
se pongan a jugar dominó estilo pin-tin-tin, a pintarse las uñas
(sólo en divisas), y lleguen hasta la bodega del núcleo
familiar a leer en la pizarra la fecha de vencimiento de los macarrones,
no los amenace con sanciones temporales o despido, dígales que
van a rifar algunos televisores Panda, una que otra reina, y la última
adquisición: papel sanitario eléctrico el día que
haya carne en el comedor, el arroz sea liberado de pajas, no estén
duras las viandas, y el chícharo esté espeso.
-Si algunos deciden continuar la sana práctica de robo, el desvío
de recursos y otras actividades sociales de un alto nivel de difusión
en la actualidad, no los regañe, ni busque a la policía,
y mucho menos al CVP (custodio voluntario popular) -que casi siempre está
en el juego-, llámelos y converse con ellos 188 veces como prescribe
la otra resolución que entrará en vigor el venidero 2 de
enero, y si persisten, cierre la empresa antes que quiebre o se promulgue
otro reglamento, pues dice el refrán: "El que hizo la ley
hizo la trampa".
No hay duda de que los consejos recogidos en su libro "Apuntes para
la histeria", pondrán punto final al desmadre, la somnolencia
y la congénita apatía disciplinaria y productiva de los
trabajadores en el socialismo, como aseguro yo, Nefasto "El puntilloso".
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