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Octubre 23, 2006
¿Existe un habla cubana? Acuciosa mirada de Lucas Garve
Reinaldo Cosano Alén, Lux Info Press
LA HABANA, Cuba - Octubre (www.cubanet.org) - Con Dime cómo hablas,
Editorial Carta de Cuba, 2006, el profesor, investigador y periodista
independiente Lucas Garve, con profundidad y concisión, cubre la
urgencia de llenar el vacío lingüístico sobre nuevos
modos de hablar del cubano en las últimas cuatro décadas.
Modos surgidos a raíz del cataclismo social iniciado en 1959, que
conmovió hasta las bases mismas de la sociedad y del idioma.
Lucas Garve señala en su libro de 96 páginas las vías
que han conducido al cambio lingüístico en la norma cubana:
- Pares de oposición binaria que ordenan el paradigma: revolución
versus contrarrevolución.
- Surgimiento de un léxico emergente apropiado a las nuevas circunstancias
(...) El reciente poder impuso un discurso revolucionario sustituto del
antiguo (metalenguaje).
- Ganó la calle el flamante discurso revolucionario apoyado por
los medios de comunicación masiva casi en su totalidad (...) con
el paso de la prensa escrita, la radio y la televisión a la propiedad
del estado revolucionario.
- Metalenguaje revolucionario por la formación de siglas, basado
en el principio de la economía lingüística: INRA, EBIR,
INDER, MINCÍN, OFICODA, JUCEPLÁN, ORI, INIT, MINAZ, UNEAC,
MINFAR, MININT, ICAIC, ANCHAR, SMO, para sólo mencionar algunas.
Siglas, dice Garve, que a su vez originaron nuevos vocablos o aumentaron
la frecuencia de uso: cooperativista, planificador, interventor, cuadro
(dirigente), militante, combatividad, combativo, FMC (federada), CDR (cederista),
beca (becario, becado), combatiente en guerras externas (internacionalista).
También "términos peyorativos que se adaptaron para
identificar a los no participantes en el proceso revolucionario, o a los
que no lo hacían de grado consecuente; oposición binaria:
rebelde vs. esbirro (simpatizante o funcionario del anterior gobierno);
militante vs. bitongo, combativo; mercenario o apátrida a quienes
optaban por huir al exilio".
Otros muchos nuevos modismos idiomáticos que han pasado al léxico
y al habla cotidiana en los últimos cuarenta y siete años
son bien razonados, incluso rastreada su etimología en muchos casos
en el ensayo del periodista independiente, fundador de la Fundación
por la Libertad de Expresión, quien, al concluir su trabajo, hace
la pregunta retórica: ¿Hay un habla cubana?
El Master en Lengua Francesa de la Universidad de La Habana relaciona
cronológicamente a destacados lingüistas de la Isla que se
han ocupado en dar categoría y resonancia legítima a la
norma cubana idiomática.
Corresponde la primicia al fraile cubano José María Peñalver.
En 1788 creó la Cátedra de Elocuencia y Literatura en el
habanero convento de la Merced, y en 1795 leyó su Memoria sobre
la Promoción de un Diccionario Provincial de la Isla de Cuba, en
la Sociedad Económica de La Habana. El inventario de lingüistas
que se han ocupado de las peculiaridades del habla cubana es muy extenso,
y llega hasta nuestros días. Hemos de pensar que Lucas Garve, por
méritos propios, tenga su espacio entre esos filólogos.
Los editores de Dime cómo hablas han colocado al final, como anexo,
dos artículos de Garve muy bien imbricados en el tema central del
ensayo: La escuela cubana: actualidad y perspectiva, y La sociedad y los
intelectuales en la república cubana, que ayudan a comprender mejor
las ideas expuestas en su libro. Y de paso, muestran la acuciosa mirada
de Lucas Garve (Luis G. García Vega) sobre el pasado y presente
de Cuba, en su sustancia como nación.
Como señala con justeza el propio autor, "merece escudriñar
entonces el cómo y por qué se habla actualmente en Cuba
como lo hacemos. Viviendo en una sociedad que ha padecido de influencias
y transformaciones sucesivas durante más de cuatro décadas,
la necesidad de aferrarnos a nuestros reales valores identitarios constituye
una vía de salvación que una a la sociedad cubana en su
camino hacia la verdadera democracia".
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