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CubaNet

Mayo 16, 2006

Nefasto y el Serpentín de fuego

Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press

LA HABANA, Cuba - Mayo (www.cubanet.org) - Si un charro tequilero y trasnochador asegura en el diario mexicano El Mercurio que en Cuba hay crisis con el ron, de seguro la mano etílica del imperio anda mezclando güisqui con coñac, sake con vodka y cerveza con oporto para desacreditar el nivel de ingestión alcohólica que los curdonautas de la isla disputan a los escoceses.

Porque ni aún cuando en la década del 60 el gobierno revolucionario "desputizó" al país al clausurar prostíbulos, bares, cantinas, con el noble objetivo de democratizar el ejercicio del remeneo horizontal y poner fin a la empinadura de codos sobre las barras, el cubano dejó de chupar el rabo a la jutía.

¡Jamás dejó de darse un trago, un cañangazo o un cortico directo al hígado!

Sin bien dejaron de escucharse en las vitrolas aquellos discos que llamaban a la parranda y al ocio con letras como "entre discos, cigarros y licor, con despreocupación pasan por mí los días…", surgieron otros que decían: "Dame un traguito ahora, cantinerito, dame un traguito ahora que nadie mira", en sintonía con la época de las prohibiciones por el bien de las masas y el final de las musas.

Eso sí, nada de Havana Club, Matusalén, Bacardí, Tres toneles ni otras bebidas que conectaban al mareíto con el pasado, sino Chispa de tren, Hueso de tigre, Caney de hamaca, Salta pa´tras, Escupe lejos, Caguín, Pinguto, Walfarina, entre diversas marcas destiladas a lo largo y ancho del país por el curda nuevo, con el rubor y el miedo de un asaltador de bancos.

Y es por eso que sentí como propio el ultraje a la cultura etílica nacional cuando este señor aseguró que por falta de insumos básicos -derivados de la caña de azúcar- el país presenta "una disfunción escénica en toda regla", aunque todavía es más fácil conseguir en La Habana una botella de ron que un saco de papas.

Eso de que por falta de alcohol, caldo de ron y aguardiente, en enero y febrero del año en curso se hayan comercializado en la capital abstemia 200 mil litros menos que en similares meses de 2005, no se puede negar, aunque no recoge los niveles de producción casera, suficientes para emborrachar hasta las palmas de este sano país.

¿Acaso piensa este señor que muchas de las 34 marcas diferentes de bebidas alcohólicas que se comercializan en la red nacional en divisas y moneda nacional a pecios que le quitan la mona al más borracho, son confeccionados con esos caldos, alcoholes y aguardientes?

¡Nada de eso, hermano! ¡Polvo de central para filtrar el alcohol a través de una tela blanca, un poco de café para darle color y un saborizante que defina la marca!

En caso de exquisiteces, un barril con agua, azúcar, frutas y levadura conectados a un serpentín, y dale candela para que el buqué resalte.

¿O es que no sabe que cuando el célebre curdelín y médico árabe Abul Kasin destiló el primer mejunje embriagador en el siglo X, ya el aborigen cubano Pancho "el bravo" -asentado en la rivera del Cauto- vendía Caney de hamaca en un vara en tierra itinerante que montaba en cada tribu que celebraba un areito?

¿No ha oído hablar del Elixir de kerosén, el brandy de alcolifán, y del añejo alcanforado que destila y comercializa en su bodegón El serpentín de fuego la "embriagatiz" Jacinta la Calva?

¿Jamás tomó entre sus manos el afamado Catálogo de Bebidas Populares Cubanas, con marcas de nivel y el efecto de "Espérame en el suelo", "Quítate la camisa", "Se me perdió un trompón", "El hombre y la tierra", "Salto en el vacío", "Voy abajo" y la "Juma insurrecta"?

Si ha transitado por los portales, derrumbes, parques, huecos y resquicios de la ciudad, ¿no ha visto que a las decenas de "Clubes de chisperos por la solidaridad internacional", las "Asociaciones de bebedores por el regreso", los "Clanes por la fraternidad en el alcohol", entre otras modalidades del comportamiento etílico sin racionamiento, jamás les falta una botella, una lata, un pomo plástico de que poderse empinar y relamerse de gusto?

De ser así, no me venga con eso de que le dijeron que "hay poco ron por dos razones: está llegando menos y la gente está bebiendo más".

Mientras la industria alimenticia cubana siga teniendo el primer lugar en la productividad nacional al fabricar 45 millones de cajas de ron y otras bebidas para el exterior y el consumo interno, de seguro los curdonautas isleños no quedarán varados en tierra.

Y mucho menos mientras existan facilidades para el mareo infinito, la borrachera sedante, el tumbao etílico, la embriaguez lírica de portal, el trago del olvido, y el jaquimazo que acorta el viaje al hospital y el cementerio.

Así que no venga este tomador de tequila a enturbiarle la fiesta a los bebedores cubanos con el anuncio de limitaciones, escasez, y otros términos que preceden a la ley seca, porque como dijera en una canción el sabio curdonauta y catador gibareño Romualdo Alcohol del Reverbero: Que se acabe el arroz, / la leche y la gasolina, / pero el ron que no se acabe / porque ésa es mi medicina.

Sin otra bebida cubana que promocionar, y hasta el inacabable anuncio de una nueva escasez, Nefasto "El destilador".

LUX INFO-PRESS
Agencia Cubana Independiente de Información y Prensa
E-mail: Fsindical@aol.com

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