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Mayo 11, 2006 Nefasto y las cataratas del ñángara Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press LA HABANA, Cuba - Mayo (www.cubanet.org) - "Mas, ¿qué en ti busca mi anhelante vista / (mediocegato por la prolongada ausencia). / Las palmas, ¡ay!, las palmas deliciosas y hasta un trozo de pan /, ¡Oh, lente de contacto incierto en donde voy vos no estáis!?" Luego de la desgarrante lectura del poema Las cataratas del ñángara, escrito por el bardido -bardo herido- Juan de la Cerda H frente a la desnudez de una óptica sin lentes de contacto para contener una simple catarata, se hace preciso ahondar en la inquieta metáfora "donde voy vos no estáis". Si nos atenemos a lo expresado sobre el tema en la reseña literaria Acuse de Recibo cuando asegura que "lo de la confección de los lentes de contacto, por muy deficitarios que sean, ya pasa de lo castaño oscuro en cuanto a la dilación, el peloteo y la desinformación", nos damos cuenta de la existencia de un daltonismo crónico y un estrabismo galopante entre quienes no desean reconocer los pasos de la revolución para sembrar en todos una mirada feliz en horizonte destrozado. ¿Cómo es posible que en el momento histórico de mayor relevancia para el lente de contacto, cuando incluso ha ganado en buena lid El Premio de la Popularidad contra rivales de reconocida trayectoria como los huevos normados, las bicicletas chinas, el clásico de béisbol, los carnavales y el trueque-trueque medieval, entre otros productos y acciones políticas, culturales y económicas que han salvado la continuidad de la revolución, alguien quiera empañar su prístina trayectoria de vidente-presente? Sólo los miopes del alma, los cegados por la pasión y los afectados por el deslumbramiento que causan las anunciadas cataratas de mejoras sociales y económicas para todo el país, intentan empañar con sus denuncias un proyecto visual que no cree y mucho menos piensa en negros nubarrones, pajitas en los ojos, ni en penumbras portantes del sombra nada más. Y aunque la capacidad de las acusaciones proferidas en reclamo de la presencia del lente de contacto no dañan el brillo de su piel de plástico o de cristal, el desbordamiento del humor vítreo encapsulado en el desespero de quienes lo persiguen hasta el desmayo o la pérdida total de la visión, merece una contundente respuesta y una revolucionaria ojeriza que los haga bajar la mirada de rubor si aún les quedara un resto de vergüenza. Conocedores de las quejas formuladas por miles de pacientes -impacientes aquejados de miopía y catarata a lo largo y ancho de los ojos y el país- echemos un vistazo a una de las que más intenta encabalgar, poéticamente, las sombras largas de la ineficiencia y la desilusión. Según los versos cotidianos de una épica revolucionaria sin igual, un señor de 74 años comenzó a presentar problemas en la vista a inicios de 2005, y ésta es la fecha, después de ser catapultado de La Habana a Camagüey y de Camagüey a La Habana, de óptica en óptica y guagua en guagua, sin resolver un contacto que le consiga un lente, está al quedarse completamente ciego. No importa que haya pagado por adelantado sus anunciados lentes desde el 15 de junio de 2005. Ni mucho menos que los especialistas de la calle República, en la ciudad de los tinajones, le hayan dicho que sólo demorarían de mes y medio a dos meses. ¡Los lentes no aparecen! En Camagüey dicen que se encuentra en La Habana; en la capital que sólo esperan por la diligencia del Camagüey, mientras que en los ojos de Ramón siguen prolongándose las sombras. Y de los lentes, ni hablar. Pero yo me pregunto: ¿Será posible escuchar sin estremecerse por la endeblez de la calumnia que lo más difícil para un cubano con cataratas es hacer contacto con un lente en un país donde el lente de contacto tiene igual frecuencia en las ópticas que el silencio en la capital? ¿Podremos mantenernos impasibles ante un hecho tan alejado de la realidad? Si usted dice a un indio putumayo de Perú, al risueño albañil de una favela brasileña, al morocho locuaz que "misionea" en la punta de un cerro allí en Caracas, o al resto de los cientos de miles de extranjeros que llegan dando tropezones y salen cantándole al sol que no hay lentes de contacto en esta Isla, seguro le responden agresivos que "no hay peor ciego que el que no quiere ver". ¡Y tienen la razón! ¿Cómo van a decir que un cubano puede estar hasta dos años aguardando por un lente de contacto, un simple lente, un mínimo lente, no un lente colosal, con el que poder mirar? ¡Eso es calumnioso! ¡Subversivo! ¡Ganas de sembrar el descrédito de una mano de obra y unos especialistas que son capaces de empeñar un ojo de su cara por tal de ir a sembrar lentes en cualquier rostro perdido en las penumbras de oscuras naciones extranjeras! Por eso es que me duele la metáfora "donde voy vos no estáis", y más aún los versos pesimistas que utiliza el poeta en su canto al ñángara cuando dice a través de la viperina polisemia: "Nunca sentí como este día / mi soledad y mísero abandono / y lamentable desamor / (ante tu ausencia), ¡Oh!, lente esquivo y resbaloso como anguila". Estas muestras de abandono y desamor por el amado lente desaparecido me parecen fuera de contexto, pues, ¿cómo es posible que Las cataratas de un ñángara, es decir, de un comunista, un militante, un elegido para preservar la revolución socialista, no tenga la posibilidad de conseguir un lente de contacto con el que visualizar los caminos y los logros del proletariado? Estoy seguro de que si Polifemo, con todo y el ojón que se manda, fuera pobre y tuviera catarata, le pondríamos una lente el mismo día que pisara tierra cubana, sin tener que aguardar remisiones, falta de materiales, equipos rotos, ausencia solidaria del especialista, cierre del consultorio médico por anuncio de tormentas, auditoría en las ópticas por leves actos de desvíos de recursos y corrupción, y mucho menos por la falta del prófugo cristalino. Ante una convicción tan irrevocable como el socialismo cubano, ¿cómo leer sin preocuparme los versos dedicados por Juanón de la Cerca a un cubano en desgracia, necesitado de ayuda? A pesar de que Las cataratas del ñángara tiene momentos de patriotismo más allá de la ausencia del lente, y asegura que no cambiaría su tierra, con sus mares, sus ríos, sus palmeras por más que la catarata se derrumbe de angustia ante lo inconmensurable de la espera para que vuelva la visión perdida, los versos definitorios del bardido lo hunden en la duda al expresar: "Nada, ¡oh, ñángara!, falta a tu destino / Ni otra corona que el agreste lente de contacto cristalino / a tu curable enfermedad conviene". Cuando el bardido canta: "Nada, ¡oh, ñángara! falta a tu destino", ¿querrá decir que no hay otra opción para quienes se enrolan en un proyecto hecho de promesas, discriminaciones, ineficiencia, apatías y otros actos de las ambiciones y las frustraciones humanas? ¿Insinuarán los versos "Ni otra corona que el agreste lente de contacto cristalino / a tu curable enfermedad conviene", que debe seguir aguardando por la captura e introducción en los ojos del susodicho contra la imposibilidad de otra forma de recuperar la mirada fugaz? Analizados estos versos, no hay dudas de que el poema podrá inscribirse entre los textos de mayor lirismo de nuestra poética revolucionaria, pero ¡ojo con cataratas!, el tratamiento del tema deja mucho que desear al poner en dudas las posibilidades de una pronta solución a la visión futete, oscuronga sombreada del impaciente ñángara. No lo duden. Las cataratas del ñángara es un aporte significativo a la antología poética "Mírala caminar…", más allá del incumplimiento de la sugerencia si no está presente un lente de contacto por aquello de "donde voy vos no estáis". En espera de que termine el filme "Visión imposible", se despide de ustedes hasta tener contactos con el lente, Nefasto "El Oftalmólogo". LUX INFO-PRESS CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo, siempre que se le reconozca como fuente. | |
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