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Enero 24, 2000 Asombrosa equiparación económica LA HABANA, 24 de enero (Vicente Escobal, Lux Info Press) - El año de 1989 se ha convertido para los atormentados economistas cubanos en una especie de socorrida referencia cuando de comparaciones se trata, revelando las contradicciones de un sistema económico que tiene que valerse de índices alcanzados una década atrás, aun cuando en esa fecha se hubieran obtenido discutibles éxitos. Es una práctica internacional la aplicación de modelos de equiparación referidos al año anterior, puesto que la dinámica de los hechos económicos es muy variable, sobre todo en el lapso de 10 años, donde debieron producirse importantes innovaciones tecnológicas y un acelerado desarrollo del mercado con los multiplicadores efectos derivados de la conocida ley de la oferta y la demanda que opera en lo profundo de este mercado. En Cuba, debido a las extravagancias de un modelo productivo cuya teórica estrategia es satisfacer las siempre crecientes necesidades y no generar riquezas, la economía es asumida como parte de una filosofía política derivada del desgastado concepto marxista acerca del hombre, la historia, la sociedad y la naturaleza. Es importante recordar que desde 1962, los cubanos dependemos de un sistema de racionamiento para satisfacer nuestras necesidades nutricionales más elementales. En los últimos 37 años los hábitos de consumo desaparecieron como consecuencia de ese método, y el concepto de cliente fue desplazado de la práctica comercial, con todas las negativas implicaciones que tal desplazamiento conlleva. Si la industria alimentaria cubana creció en 1999 fue a partir de niveles muy bajos y de una política productiva que prioriza los rubros exportables a expensas de un mercado interno desabastecido, salvo la conocida red de establecimientos recaudadores de divisas cuya venta de productos nacionales se está aproximando al 80 % de sus disponibilidades de oferta. Según fuentes oficiales, en 1999 la industria alimentaria cubana comercializó alrededor de 1,700 millones, sin aclarar qué parte correspondió al turismo, la exportación o las tiendas encargadas de retirar fondos de la circulación. La sociedad de consumo que tanto se ha censurado, ha cedido su espacio a la sociedad de la escasez y de la cultura de la indigencia. En un país donde las semillas que vuelan en el pico de las aves germinan rápidamente en las azoteas, rescatar la cultura del consumo constituye un desafío para la industria alimentaria cubana. No hay excusas para el racionamiento, nuestra tierra es la misma, sólo falta un cambio en la política y en la forma en que se valore la inteligencia humana. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo, siempre que se le reconozca como fuente. |
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