Vitral. Desde Cuba.
Abril 2003.
La Comisión Episcopal Justicia y Paz de la Iglesia Católica en
Cuba, ante las actuales circunstancias que vive nuestro país y el mundo,
desea compartir las siguientes reflexiones:
1- Denunciamos el uso de la guerra para, supuestamente, solucionar los
conflictos entre naciones y al interior de las mismas. Ratificamos nuestra
convicción de que el diálogo, la negociación y el arbitraje
de los Organismos Internacionales, son los caminos y los escenarios donde la
justicia, el respeto a los derechos humanos y la convivencia pacífica
deben ser preservados y promovidos. El caso de la guerra en Iraq y en otros países
del Oriente Medio es un ejemplo de lo que sucede cuando, por un lado, se
desconocen los derechos de los ciudadanos y de los pueblos, se violan las
resoluciones de la Naciones Unidas y, por otro lado, lo que ocurre cuando
algunos países asumen unilateralmente lo que le corresponde a la
comunidad internacional.
2- Lamentamos profundamente, por otra parte, que en nuestra Patria se estén
usando métodos inapropiados para descalificar y detener a personas por el
hecho de que piensen y actúen de manera diferente a la ideología
oficial.
3- Reconocemos que la sociedad y el Estado deben trabajar, mancomunada y
perseverantemente, por erradicar los fenómenos de corrupción, el
uso de drogas y otras desviaciones sociales. En este necesario trabajo, debemos
buscar y solucionar las verdaderas causas y no sólo los efectos de estos
fenómenos. Esto debe hacerse respetando siempre los derechos y la
integridad que son inherentes a todas las personas, incluso a las que delinquen.
4- Consideramos, además, que no han de confundirse los métodos
utilizados con las personas que delinquen y el modo de tratar con quienes
disienten políticamente. En este último caso ha de ponerse en práctica
el debate público de ideas y el diálogo nacional.
5- Reconocemos, así mismo, que debe ser salvaguardada la soberanía
de cada país y que las demás naciones deben respetar los procesos
internos de cada pueblo sin injerencias extrañas.
Elevamos nuestra confiada oración al Señor Jesucristo, Príncipe
de la Paz, para que podamos edificar, entre todos, la deseada paz interior en el
corazón de cada persona y la paz en nuestras familias, en nuestra
sociedad y en el mundo entero.
Comisión Episcopal Justicia y Paz de Cuba
Camagüey, 23 de marzo de 2003. |