2003, año negro
: 42 periodista muertos y un fuerte aumento
de otros atentados a la libertad de prensa
BALANCE 2003
Reporteros
sin Fronteras, 6 de enero de 2004.
SUMARIO
- Cifras reveladoras
- Tendencias generales
- 2003, un año asesino para la libertad
de prensa
- Cada vez más periodistas detenidos
- Un número importante de agresiones
y amenazas
- La censura, un valor en alza
- La libertad de prensa víctima de
conflictos
- Internet bajo vigilancia
2003,
un año negro
42
periodista muertos y un fuerte aumento de
otros atentados a la libertad de prensa.
En
2003:
- 42 periodistas muertos
- al menos 766 detenidos
- al menos 1.460 agredidos o amenazados
- al menos 501 medios de comunicación
censurados
A
título comparativo, en 2002
- 25 periodistas muertos
- al menos 692 detenidos
- al menos 1.420 agredidos o amenazados
- al menos 389 medios de comunicación
censurados
A
fecha 1 de enero de 2004,
- 124 periodistas encarcelados en el mundo
- 61 ciberdisidentes encarcelados en el
mundo
Tendencias
generales
Todos
los indicadores de los atentados la libertad
de prensa en 2003 están en rojo.
Aunque el número de agresiones y
amenazas es prácticamente idéntico
al año pasado, las restantes violaciones
de la libertad de prensa aumentaron netamente,
en relación con 2002, y globalmente
desde 2001.
El
número de periodistas muertos (42)
es el más elevado desde 1995 (49
periodistas muertos, 22 de ellos en Argelia).
No son ajenos a ello el enorme despliegue
militar y la cobertura mediática
sin precedente de la guerra de Irak. Pero
se impone una constatación más
global y particularmente preocupante: cada
vez resulta más peligroso para los
periodistas cubrir una guerra. El riesgo
imprevisible de atentados, que se suma a
los peligros tradicionales de la guerra,
los armamentos cada vez más perfeccionados
frente a los cuales resultan ineficaces
incluso la formación y la protección
de los periodistas, unos beligerantes más
preocupados por ganar la "batalla de
la imagen" que por respetar la seguridad
del personal mediático: todos ellos
factores que aumentan los riesgos del reportaje
de guerra. En relación con la violencia
de los conflictos, pero no solamente con
ella, el número de periodistas agredidos
y amenazados alcanza un nivel muy elevado,
ligeramente superior al de 2002.
En
2003 alcanzaron records el número
de periodistas detenidos y de medios de
comunicación censurados. El constante
aumento de atentados a la libertad de prensa
desde 2001 está, sin ninguna duda,
relacionado con la lucha contra el terrorismo
y las leyes antiterroristas, adoptadas en
algunos países tras los atentados
del 11 de septiembre. Este nuevo dato geopolítico
rompió con la tendencia a la baja,
constatada entre 1999 y 2000.
Oriente
Medio, foco de tensiones internacionales
y de violencia terrorista, representa este
año el farolillo rojo de la libertad
de prensa. Con la guerra de Irak y la continuación
del conflicto palestino-israelí,
en Oriente Medio es donde hay que lamentar
el mayor número de periodistas muertos
en 2003 (16), ex aequo con Asia, que sin
embargo está infinitamente más
poblada. La prensa árabe continúa
ahogada bajo el peso de regímenes
represivos y escleróticos (Arabia
Saudí, Siria), o de democracias de
fachada (Jordania, Yemen, Autoridad Palestina),
mientras que en Líbano, que durante
mucho tiempo fue el único remanso
de libertad para los medios de comunicación,
cada vez preocupa más el desprecio
del derecho. En el Magreb e Irán,
la expresión de una opinión
o la publicación de una caricatura
conducen a la cárcel.
En
Asia la prensa sigue padeciendo los mismos
males: una violencia endémica (en
Bangladesh), numerosas detenciones (en Nepal),
y censura (en China o en Birmania). Asia
sigue siendo un continente en el que resultó
eminentemente peligroso trabajar como periodista
en 2003 (16 muertos). También es
la mayor cárcel del mundo para los
periodistas, los ciberdisidentes y los internautas.
En
Latinoamérica, los atentados a la
libertad de prensa permanecieron relativamente
estacionados en relación con 2002,
con la notoria excepción de Cuba,
donde están encarceladas las principales
figuras de la prensa independiente. En cambio,
en Asia central se deterioró netamente
la situación de la libertad de prensa.
En el continente africano, hay una tendencia
generalizada a la degradación de
las condiciones del ejercicio del trabajo
de periodista, incluidos los países
hasta ahora citados como ejemplos, como
Níger o Senegal. Esta degradación,
que afecta a la prensa local y a la prensa
internacional, está relacionada con
la guerra y los conflictos internos, pero
también con la fosilización
de determinados regímenes autoritarios,
como el Zimbabue de Robert Mugabe.
Finalmente,
la situación se mantiene satisfactoria
en los países de la Unión
Europea (UE), con la notable excepción
de Italia, donde el conflicto de intereses
de Silvio Berlusconi, que es a la vez jefe
del ejecutivo y propietario de un auténtico
imperio mediático, sigue representando
una amenaza para el pluralismo informativo.
En la mayoría de los países
de Europa central y oriental los periodistas
se enfrentan a legislaciones draconianas
y arcaicas, en materia de difamación.
A pesar de ello, los diez países
que el 1 de mayo de 2004 se integrarán
en la UE respetaron la libertad de prensa.
La situación permanece, en cambio,
inestable en Serbia-Montenegro, donde se
ha introducido la censura tras el asesinato
del Primer Ministro, Zoran Djindjic, y en
Rumania, donde los periodistas que investigan
asuntos de corrupción, o critican
al partido en el poder, encuentran dificultades
crecientes.
2003,
un año asesino para la libertad de
prensa
En
2003, Oriente Medio fue la zona más
asesina para los periodistas. Catorce periodistas
y colaboradores de los medios de comunicación
perdieron la vida, y una quincena resultaron
heridos, cubriendo la guerra y la posguerra
de Irak. Al ejército norteamericano
se le puede considerar responsable de la
muerte de al menos cinco periodistas pero
en ninguno de los casos una investigación,
digna de ese nombre, ha aclarado las circunstancias
de esos dramas. En el tercer día
del conflicto, dos periodistas que trabajaban
para el canal británico ITN, el camarógrafo
francés Frédéric Nérac
y el intérprete libanés Hussein
Othman, desaparecieron misteriosamente.
En
total, fueron seis los periodistas desaparecidos
en 2003 (en Irak, Rusia, India, República
Democrática del Congo y México).
En
los Territorios Palestinos, el ejército
israelí mató a dos camarógrafos.
Hasta el momento no se ha sancionado a los
autores de los disparos a pesar de que,
por primera vez, el ejército israelí
se vio obligado a abrir una investigación
sobre la muerte del realizador británico
de documentales, James Miller.
El
año 2003 fue el más peligroso
para los periodistas filipinos, desde 1987.
Mataron a siete, tras haber denunciado la
corrupción y las mafias locales.
En Nepal e Indonesia, mataron a dos periodistas.
En India, los periodistas asesinados son
tres. Entre ellos, el director de una agencia
de prensa local, al que mataron en su oficina
de Cachemira.
En
Irán, fue asesinada en julio la fotógrafa
irano-canadiense Zahra Kazemi. Detenida
mientras efectuaba un reportaje sobre los
estudiantes detenidos en la siniestra prisión
de Evin (Teherán) tras las grandes
manifestaciones de junio, Zahra Kazemi murió
mientras la tenían arrestada. Tras
haber intentado, en un primer momento, esconder
el asunto, las autoridades hoy bloquean
el desarrollo del proceso.
En
este año, asesinaron a dos periodistas
en Costa de Marfil. Desde septiembre de
2002 y el comienzo de la guerra, son muy
difíciles las condiciones de trabajo
de los periodistas costamarfileños
y extranjeros, acusados de complicidad con
los rebeldes y frecuentemente señalados
a la venganza popular, por los medios de
comunicación cercanos al poder. En
2003 mataron a un periodista costamarfileño
y a un periodista extranjero, Jean Hélène,
corresponsal de Radio France Internationale
(RFI) en Abiyán.
En
Colombia, donde la guerra civil causa estragos
desde hace cuarenta años, cuatro
periodistas murieron por denunciar la corrupción
de los cargos electos, e incluso su connivencia
con los grupos armados. Con una media de
cuatro periodistas muertos cada año,
durante los últimos diez años,
Colombia puede considerarse como uno de
los lugares más peligrosos del mundo
para los profesionales de la prensa. Una
situación extrema que se explica
por la total impunidad que disfrutan los
asesinos de periodistas. En algunas regiones,
controladas por los grupos armados (los
departamentos de Arauca, Nariño,
Santander), la población ya no tiene
acceso a una información libre y
fiable.
Cada
vez más periodistas detenidos
A
fecha 1 de enero de 2004, al menos 124 periodistas
estaban encarcelados en el mundo, por sus
opiniones o a causa de sus actividades profesionales.
Una cifra en constante aumento desde 2001
(489 periodistas detenidos en 2001, 692
en 2002, 766 en 2003). Los países
donde más se encarcela a periodistas
son Cuba (30), Birmania (17), Eritrea (14)
e Irán (11).
En
Cuba, Fidel Castro aprovechó la concentración
de miradas sobre Irak para franquear una
nueva etapa en la represión, y hacer
encarcelar a las figuras más importantes
de la prensa independiente de la isla. En
marzo detuvieron a veintisiete periodistas,
en una razzia entre las filas de la disidencia,
y luego les condenaron, en procesos de tipo
estalinista, a penas que van de 14 a 27
años de cárcel. Entre ellos
se encuentran Ricardo González, director
de la revista De Cuba y corresponsal de
Reporteros sin Fronteras, y el poeta y director
de Cuba Press, Raúl Rivero, condenados
a veinte años de cárcel. Estas
detenciones elevan a treinta el número
de periodistas entre rejas en Cuba.
Birmania
es, desde hace muchos años, el país
de Asia donde más periodistas están
encarcelados (17), por sus escritos a favor
de la democracia. Un periodista deportivo,
detenido en 2003, ha sido condenado a muerte.
El Relator especial de Naciones Unidas para
Birmania denunció, tras una visita
en 2003 a la cárcel de Insein (Rangún),
el "infierno" de los centros de
detención birmanos. En Nepal, el
final del alto el fuego en agosto provocó
una nueva oleada de detenciones de periodistas
pro-maoístas, o sospechosos de serlo.
En 2003, las fuerzas de seguridad detuvieron,
a menudo en secreto, a más de cuarenta
de ellos, y les maltrataron.
Eritrea
es el mayor calabozo del continente africano
para los periodistas: 14 permanecen encarcelados,
y no se filtra ninguna información
sobre el lugar y las condiciones de su detención.
Desde 2001, solo tiene derecho a publicarse
la prensa oficial.
En
Irán la justicia, en manos de los
conservadores, encarcela sin cesar a periodistas,
especialmente a los trabajan en la prensa
reformista que, por otra parte, es muy activa.
Al menos medio centenar fueron detenidos;
más que el año pasado. La
mayoría fueron juzgados en procesos
a puerta cerrada, y algunos estuvieron aislados
durante varios meses. En Siria, hecho revelador
de la dificultad de llevar a la práctica
las reformas, el corresponsal del periódico
panárabe Al-Hayat pasó varios
meses detenido, por recordar los preparativos
de la guerra de Irak. Este encarcelamiento
"preventivo" sonó como
un aviso, dirigido al conjunto a los periodistas
sirios, estrechamente vigilados por el poder.
Por
primera vez desde 1995, en Argelia se dictó
una condena de prisión incondicional
para un periodista, finalmente conmutada
por una fuerte multa. Marruecos encarceló
en 2003 a dos periodistas, reenviando la
situación de la libertad de prensa
a varios años atrás. El director
de publicación Alí Lmrabet
fue condenado a tres años de cárcel,
por algunas caricaturas y una entrevista
sobre el Sáhara occidental, que no
gustaron al rey Mohamed VI. Otro periodista
está encarcelado, en aplicación
de la ley antierrorista, aprobada en 2003.
En
Rusia, por primera vez desde la caída
de la URSS en 1991, un periodista ha sido
condenado a un año de trabajos forzados,
por un asunto de difamación. El año
2003 fue particularmente difícil
para los periodistas de Bielorrusia, donde
tres de ellos cumplen todavía condenas
de trabajos forzados, por "insulto
al presidente". En Kazajistán
y Uzbekistán, dos periodistas y defensores
de la libertad de prensa están encarcelado
y las autoridades llevaron a cabo campañas
de denigración contra ellos.
A
pesar de las amplias reformas, aprobadas
en la perspectiva de la adhesión
de Turquía a la Unión Europea,
los periodistas que critican al gobierno
o al ejército, así como los
periodistas pro-kurdos, siguen sometidos,
en la práctica, a procedimientos
judiciales abusivos. Catorce periodistas
fueron detenidos en 2003, y al menos cinco
están actualmente encarcelados, por
expresar sus opiniones en el marco de su
actividad profesional.
Un
número importante de agresiones y
amenazas
En
relación con 2002, se estacionó
el número de periodistas agredidos
y amenazados, pero en un nivel muy alto.
En
Bangladesh no se constató ninguna
mejora. Más de doscientos periodistas
fueron agredidos o amenazados de muerte
por militantes políticos, extremistas
religiosos o mafias locales. Frente a esa
violencia endémica, la inacción
de las autoridades anima a la reincidencia.
En Afganistán, se vieron obligados
a huir del país dos periodistas condenados
a muerte con una fatwa, tras la publicación
de un artículo sobre el laicismo.
En
Haití, los periodistas son víctimas
de agresiones repetidas, y de amenazas de
los partidarios del presidente Jean-Bertrand
Aristide. El gobierno encubre a los agresores
y frecuentemente es el instigador de esa
violencia. La impunidad no ha disminuido:
tras la investigación sobre el asesinato
de Brignol Lindor (al que mataron el 3 de
diciembre de 2001), la del asesinato de
Jean Dominique (muerto el 3 de abril de
2000) concluyó este año, sin
que se haya señalado a sus autores
intelectuales. Muchos periodistas haitianos
continúan emprendiendo el camino
del exilio.
En
Venezuela se censaron noventa y tres agresiones
a periodistas, principalmente en el final
de la gran huelga contra el presidente Hugo
Chávez, en enero y febrero. La mayoría
son imputables a los partidarios del Presidente,
que denuncian el antichavismo de los grandes
medios de comunicación. En Guatemala,
la campaña de las elecciones presidenciales
estuvo acompañada de una multiplicación
de agresiones a la prensa, esencialmente
relacionadas con la polémica candidatura
del ex dictador Ríos Montt. En Bolivia,
y en menor medida en Perú, la prensa
fue víctima de un clima de protesta.
En la represión de las revueltas
que llevaron a la dimisión del presidente
boliviano Sánchez de Lozada, varios
medios de comunicación y periodistas
resultaron atacados o amenazados.
Finalmente,
el número de periodistas agredidos
siguió aumentando de manera alarmante
en Ucrania. En Rusia se mantuvo muy elevado,
con 18 agresiones. Violencias que, en particular,
afectan a los reporteros que investigan,
en las provincias, sobre casos de corrupción
en los que están implicadas algunas
autoridades locales.
La
censura, un valor en alza
2003
asistió a un aumento de la censura,
en todo el mundo. Una vez más fue
en Asia donde se amordazó al mayor
número de medios de comunicación.
En
China, el paisaje mediático está
en plena revolución. El gobierno
cierra los periódicos deficitarios
y se crean nuevos grupos de prensa. Pero
la censura vigila, cuando se trata de temas
delicados: la disidencia, la corrupción,
la epidemia de SRAS y del SIDA forman parte
de los temas en los que las autoridades
solo toleran las mentiras oficiales. Birmania
ostenta el triste privilegio de ser uno
de los pocos países del mundo que
practican la censura previa. La Junta Militar
reforzó este año el control
de los medios de comunicación, tras
la detención de la Premio Nobel de
la Paz, Aung San Suu Kyi. Ningún
medio pudo mencionar el acontecimiento,
ni la crisis bancaria que vivió el
país. En el Pacífico, el rey
de las islas Tonga se distinguió
prohibiendo el único bisemanario
independiente, Tami o' Tonga.
Resulta
alarmante constatar un cierto recrudecimiento
de la censura en el continente africano.
En varios países se han vuelto a
embargar periódicos, prohibir radios,
etc. En Zimbabue, el Daily News, único
diario independiente del país, se
cerró a mitad de septiembre. El régimen
envejecido de Robert Mugabe expulsó
al último corresponsal extranjero
en 2003, haciendo del país una tierra
inaccesible para los medios de comunicación
internacionales.
En Gabón, el presidente Omar Bongo,
en el poder desde 1967, echó el cerrojo
sobre la prensa independiente. La progresiva
compra de los periódicos independientes
por el clan presidencial está generando
la creación de una prensa gabonesa
monocolor. En Ruanda, fue embargado en tres
ocasiones, en 2003, el único periódico
independiente. Desde 2001, ya no existe
prensa privada en Eritrea, donde las autoridades
se burlan de las presiones de la comunidad
internacional. Finalmente, en Suazilandia,
a algunos periodistas se les suspende frecuentemente
por criticar al rey, y el gobierno controla
estrechamente toda la información,
pública y privada.
En
Irán, la censura es severa. La prensa
reformista se ve estrechamente controlada,
cuando aborda asuntos como el caso Kazemi,
o la firma del protocolo nuclear. El juez
Said Mortazavi de Teherán, gran censor
de prensa iraní, suspendió
a trece periódico, por un tiempo
que puede llegar hasta los cinco años.
En Argelia las autoridades acosaron a los
periódicos privados, impidiéndoles
aparecer durante varias semanas. A pesar
de la cercanía de la campaña
de las elecciones presidenciales de abril
de 2004, las autoridades no dudaron en expulsar
a varios corresponsales de la prensa francesa,
con la esperanza de impedirles cubrir la
liberación de los dirigentes históricos
del Frente Islámico de Salvación
(FIS).
En
Oriente Medio, la cobertura de la guerra
de Irak reveló el alto nivel de censura,
pero sobre todo de autocensura, de la prensa
árabe. En Yemen, Siria y Palestina,
la captura de Saddam Hussein, por ejemplo,
solo la contaron tímida y parcialmente
las agencias de prensa gubernamentales.
En Siria, fue definitivamente suspendido
el semanario satírico Addomari, el
único periódico independiente,
tras un mes de acoso administrativo. A pesar
de la aparición de algunos debates
impensables hace algunos años en
la prensa local, Arabia Saudí sigue
siendo el reino de la censura. En Jordania,
la participación del gobierno en
el capital de los medios de comunicación
y la frecuente vigilancia, en las imprentas,
del contenido de los periódicos,
contradicen las declaraciones oficiales
a favor de la libertad de prensa. En Líbano,
donde chocan de frente los intereses políticos
y mediáticos, al canal privado de
televisión New Televisión
(NTV), famoso por sus críticas del
gobierno, le prohibieron varios de sus programas.
En
Turkmenistán, el país más
represivo de la ex URSS, la censura es total
y los medios de comunicación tienen
la única función de alabar
los méritos del presidente Nyazov.
En Uzbekistán, a pesar de la abolición
de la censura oficial en 2001, los medios
solo pueden abordar los temas autorizados.
Durante la guerra de Irak, las autoridades
interrumpieron la difusión de la
televisión rusa, en desacuerdo con
la postura pro-norteamericana del país.
En Bielorrusia, el régimen de Alexandre
Lukachenko suspendió, o impidió
aparecer, a más de diez periódicos
independientes, y prohibió a la televisión
rusa NTV trabajar en su territorio.
Muchos
regímenes abusan de la lucha legítima
contra el terrorismo, para mantener a la
prensa en libertad vigilada. Es, entre otros,
el caso de Túnez, donde prensa privada
rima con prensa dócil; y el de Marruecos,
donde la ley antiterrorista limita severamente
el tratamiento de la vida política.
En Irak, el gobierno provisional prohibió
al canal por satélite Al-Arabiya
operar en el país, acusándole
de "incitar a la violencia", con
la difusión de grabaciones sonoras
atribuidas a Saddam Hussein y a grupos armados
iraquíes, que combaten contra las
tropas norteamericanas. En Colombia, la
ley antiterrorista aprobada en 2003 amenaza
al secreto de las fuentes. Da al ejército
poderes de policía judicial, y así
puede efectuar escuchas telefónicas,
registros e interceptaciones de correo,
sin mandato. Así, desde la llegada
del presidente Alvaro Uribe Velez al poder
en 2002, el gobierno aparece cada vez más
como una potencial amenaza para la prensa.
En España, la lucha contra la organización
terrorista vasca ETA araña la libertad
de prensa. "Medida preventiva",
presentada como provisional, el cierre del
periódico en lengua vasca Euskaldunon
Egunkaria, en realidad duró casi
todo el año.
La
libertad de prensa víctima de los
conflictos
Aparte
de la guerra de Irak, los restantes conflictos
armados del planeta también fueron
una dura prueba para la libertad de prensa.
Para
los reporteros rusos y extranjeros, se ha
vuelto casi imposible efectuar una cobertura
independiente de la guerra en Chechenia,
a causa de las trabas del ejército
ruso y del riesgo de raptos. Un corresponsal
de la Agencia France-Presse (AFP) fue secuestrado
en julio.
En
Liberia, la reanudación del conflicto
tuvo graves repercusiones en la libertad
de prensa: dos periodistas resultaron heridos
de bala, y decenas agredidos y secuestrados.
En Costa de Marfil, la guerra civil larvada
generó numerosos atentados a la libertad
de prensa. Se han censado decenas de casos
de periodistas detenidos, agredidos o amenazados.
En
Indonesia, mataron a dos reporteros tras
la proclamación de la ley marcial
en Aceh; al menos otros cinco fueron detenidos,
y una veintena agredidos, o alcanzados por
disparos. En esa provincia separatista,
los militares interfieren la información
y controlan la actividad de los periodistas.
Varios corresponsales extranjeros, entre
ellos el periodista norteamericano William
Nessen, fueron expulsados del país,
por haber viajado a la región. Igualmente
en Pakistán, donde dos reporteros
de la revista francesa L'Express fueron
detenidos, por realizar un reportaje en
una provincia fronteriza con Afganistán.
Su colaborador paquistaní está
detenido en secreto.
En
Sudán, a pesar de las reformas institucionales,
las fuerzas de seguridad conservan el dominio
sobre el tratamiento de la guerra civil.
En 2003 ordenaron la suspensión de
muchas cabeceras, entre ellas el diario
Khartoum Monitor.
Internet
bajo vigilancia
Este
año se produjo la liberación
de varios ciberdisidentes, entre los que
se encuentra un joven tunecino, Zouhair
Yahyaoui, que pasó más de
un año en la cárcel por abrir
un sitio satírico, lanzando pullas
sobre el presidente Zine El-Abidine Ben
Alí. La joven Liu Di, conocida en
los foros de discusión chinos como
el "ratón inoxidable",
salió en libertad tras un año
detenida en secreto.
A
pesar de esas liberaciones, China es con
mucho la mayor cárcel del mundo para
los internautas. Este año fueron
encarcelados seis ciberdisidentes más
aunque, a fecha 1 de enero de 2004, 48 internautas
se encuentran encarcelados, gracias a la
indudable eficacia de la ciberpolicía
china (más de 30.000 funcionarios).
Huang Qi, el webmaster del sitio www.6-4tianwang.com,
permanece internado en una cárcel
de la provincia de Sichuán. Detenido
en junio de 2000 cumple, en condiciones
extremadamente difíciles, una condena
de cinco años de cárcel, por
"intentar derrocar el poder del Estado".
China se ha dotado de tecnología
punta para vigilar la Red, y cazar a los
ciberdisidentes; tecnología que le
han facilitado algunas empresas extranjeras,
como Cisco System.
Vietnam
sigue el ejemplo del gran hermano chino.
Allí hay nueve ciberdisidentes encarcelados.
Según las fuentes de Reporteros sin
Fronteras, el país ha creado un departamento
de investigación informática,
que se dedica exclusivamente a la creación
de programas "made in Vietnam"
de vigilancia del Net.
Aparte
de China y Vietnam, entre los países
mas represivos en materia de Internet se
pueden citar: las Maldivas (que tienen a
3 ciberdisidentes encarcelados), Birmania,
Corea del Norte, Cuba (en las actas de acusación
de la mayoría de los periodistas
encarcelados a finales de marzo, se hacía
referencia a su actividad en Internet),
Arabia Saudí, Túnez y varios
países de la ex URSS, como Uzbekistán
y Turkmenistán.
No
espere a que le priven de la libertad de
información para defenderla.
Reporteros
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