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Balance anual

La libertad de prensa víctima de las tensiones internacionales en 2002

Reporteros sin Fronteras. 6.01.2003

La lucha contra el terrorismo tuvo un impacto negativo sobre la libertad de prensa. Frente a las voces de la oposición e independientes, muchos gobiernos intensificaron y justificaron su represión, en nombre de ese combate. Aunque, en relación con 2001, disminuyó el número de los periodistas muertos y permaneció prácticamente igual el de los medios de comunicación censurados, los demás indicadores experimentaron una fuerte alza. El número de periodistas detenidos aumentó cerca de un 40%, y el de periodistas amenazados y agredidos en un 100%. Por otra parte, a fecha de hoy son 118 los que se encuentran entre rejas.

La violencia política se abate sobre los periodistas, La lucha contra los "terroristas" amenaza a la libertad de prensa.

En 2002 :
25 periodistas muertos
al menos 692 detenidos
al menos 1.420 agredidos y amenazados
al menos 389 medios de comunicación censurados

A fecha 1 de enero de 2003, 118 periodistas se encuentran encarcelados en el mundo.

A título comparativo, en 2001 :
31 periodistas muertos
489 detenidos
716 agredidos y amenazados
378 medios de comunicación censurados

Tendencias

A pesar de que, en relación con 2001, disminuyó el número de periodistas muertos y permaneció inamovible el de medios de comunicación censurados, los demás indicadores (periodistas detenidos, agredidos y amenazados) aumentaron considerablemente. El número de periodistas detenidos (692 en 2002) aumentó en cerca de un 40%, y el de periodistas agredidos y amenazados (1.420) en más de un 100%. Cada vez se encarcela a más periodistas en el mundo. Actualmente, son 118 los que encuentran tras las rejas. Si a eso se añaden los colaboradores de los medios de comunicación (3) y los ciberdisidentes (al menos 42), se llega a la cifra de 163 personas detenidas por haber intentado informar libremente.

Lo mismo que en 2001, cada día se censuró un medio de comunicación en el mundo y cerca de un tercio de la población mundial vive en países en los que no existe ninguna libertad de prensa. En muchos Estados (Bangladesh, Eritrea, Haití, Nepal, Zimbabue, etc.), la situación ha continuado degradándose. Como ya denunció Reporteros Sin Fronteras en 2001, la impunidad que disfrutan los asesinos y los agresores de periodistas ha engendrado nuevas violencias.

En 2002, algunos acuerdos de paz o reformas políticas permitieron mejorar notablemente la libertad de prensa en Angola, en Afganistán y en Sri Lanka. Pero, a lo largo de todo el año, Reporteros Sin Fronteras apreció una degradación de la libertad de expresión en democracias tales como Italia o Estados Unidos, donde algunos periodistas fueron encarcelados.

25 periodistas muertos en 2002

Tras investigar cada uno de los casos, Reporteros Sin Fronteras puede afirmar que en este año murieron al menos 25 periodistas en el mundo, a causa de sus opiniones o en el ejercicio de sus funciones. Fueron asesinados o murieron sin que se tratara de un accidente. A la mayoría de ellos los mataron grupos armados. Como fue el caso de Daniel Pearl, reportero del Wall Street Journal, secuestrado y asesinado por islamistas radicales en Pakistán. En Colombia murieron tres reporteros, víctimas del conflicto armado o de sus revelaciones sobre la corrupción de la clase política. Al menos en diez casos el Estado, y especialmente el ejército, se encuentran directamente implicados. En Nepal, un editor pro-maoísta murió torturado en una comisaría de Katmandú ; y en los Territorios palestinos, el excesivo uso que el ejército israelí hace de la fuerza, provocó la muerte de tres periodistas.

De nuevo Asia fue el continente más mortífero para los periodistas en 2002 (11 casos). En Bangladesh, dos periodistas murieron bajo las balas de los grupos armados, en el sur del país. En Filipinas, dos reporteros, Benjaline Hernández y Edgar Damalerio, fueron asesinados por policías corruptos y por militares, en la isla septentrional de Mindanao. Después de Asia se encuentra América Latina : nueve profesionales de la información perdieron allí la vida, entre otros sitios en Brasil donde Tim Lopes, un periodista de investigación, fue asesinado por traficantes de droga. Rusia, donde murieron cuatro periodistas, es el país más peligroso del mundo para ejercer la profesión. Detrás de esos asesinatos se esconden mafias o notables locales.

En 2002, lo mismo que en 2001, no murió ningún periodista en el Norte de Africa. En el Africa subsahariana hay que reseñar el caso de un estudiante de periodismo que murió en Uganda, alcanzado por los disparos de la policía, durante una manifestación que degeneró.

Continúa la investigación de más de treinta casos de asesinatos de periodistas en 2002 pero, a fecha 1 de enero de 2003, no hay nada que permita afirmar que guardan alguna relación con sus actividades profesionales. Finalmente, al menos cuatro colaboradores de los medios de comunicación murieron en 2002, y entre ellos Elizabeth Obando, distribuidora del periódico colombiano El Nuevo Día.

La impunidad sigue siendo la regla

La práctica totalidad de las muertes y asesinatos de periodistas, cometidos en los últimos años, no se han resuelto todavía. Sus inductores permanecen en libertad y nunca fueron molestados por la justicia de sus respectivos países.

En Haití, no han conducido a ninguna nueva detención las investigaciones relativas a los asesinatos de Jean Dominique, director de Radio Haití Inter, ocurrido en abril de 2000, y de Brignol Lindor, que tuvo lugar en diciembre de 2001. En el caso Lindor no se ha molestado ni a los ejecutantes ni a los instigadores, a pesar de la existencia de pruebas terminantes sobre la implicación de algunas milicias armadas, cercanas al presidente Aristide.

En Afganistán, los ministerios de Defensa e Interior intentaron enmascarar su impotencia en la investigación sobre el asesinato, en noviembre de 2001, de cuatro reporteros extranjeros, acusando a algunos oficiales europeos que estuvieron de paso en Kabul.

En Israel, no han dado lugar a ninguna sanción las investigaciones efectuadas por el ejército, tras las muertes de un fotógrafo italiano y de dos periodistas palestinos, ocurridas en 2002. Aprovechando ese sentimiento de impunidad, algunos soldados de Tsahal continúan maltratando a los numerosos periodistas que cubren el conflicto palestino-israelí.

En Ucrania, se encuentra bloqueada la investigación sobre la muerte, en 2001, de Igor Alexandrov, director de una televisión, a pesar de que el Tribunal Supremo ha pedido su reapertura. La fiscalía ha puesto al frente de la comisión de investigación a un procurador que, desde hacía varios años, mantenía un conflicto abierto con el periodista.

En Burkina Faso, cuando han pasado más de cuatro años desde el asesinato de Norbert Zongo, director del semanario El Independiente, la investigación se encuentra en un punto muerto. Nunca se ha llegado a inculpar directamente al hermano del presidente de la República, François Compaoré, ampliamente implicado en el caso e interrogado en 2001.

Sin embargo, la justicia puede resultar eficaz, apoyada por las organizaciones internacionales y locales de defensa de la libertad de prensa. Eso es lo que ha ocurrido en Mozambique, donde comenzó el proceso de los presuntos asesinos del periodista Carlos Cardoso. Los jueces interrogaron al hijo del jefe del Estado, acusado de ser el inductor del asesinato. En Ucrania, y tras años de bloqueo por parte del ministerio fiscal, por fin parece que avanza la investigación sobre el asesinato del periodista Géorgiy Gongadze. Finalmente, en Sri Lanka se detuvo a algunos sospechosos del asesinato, en 2000, de Mayilvaganam Nimalarajan, colaborador de la BBC. Pero la investigación policial, que durante mucho tiempo estuvo bloqueada por los aliados políticos del actual presidente Chandrika Kumaratunga, se lleva a cabo en ratos perdidos.

Cerca de setecientos periodistas detenidos durante el año

A fecha 1 de enero de 2003, al menos 118 periodistas permanecían encarcelados en el mundo, por sus opiniones o a causa de sus actividades profesionales. Un ligero aumento, en relación con los 110 de 2001. Cerca de la mitad (53) se encuentran detenidos en países del continente asiático. Las mayores cárceles del mundo para los periodistas son Nepal (18), Eritrea (18), Birmania (16), China (11) e Irán (9).

En 2002, setecientos periodistas se vieron privados de su libertad, en períodos más o menos largos. Mientras que el reportero independiente portugués Jose Luis Manso Preto estuvo detenido durante unas pocas horas, por negarse a revelar sus fuentes, en cambio Win Tin, célebre periodista birmano, se encuentra detenido desde hace más de trece años.

Nepal ha vivido un año dramático, con al menos ciento treinta periodistas y colaboradores de los medios de comunicación detenidos por las fuerzas de seguridad. El ejército y la policía detuvieron a los periodistas, acusados de simpatizar con la guerrilla maoísta, sin pasar por ninguna forma de juicio y en condiciones muy difíciles. Como fue el caso de Gopal Budhathoki, director de una publicación independiente, que permaneció veintidós días en la celda, con las manos atadas y los ojos vendados. La movilización de las organizaciones de periodistas nepaleses obligó al gobierno a poner en libertad a un gran número de detenidos, tras una redada de 35, a mediados del año 2002.

En Eritrea, dieciocho profesionales de la prensa se encuentran entre rejas desde finales de 2001, detenidos en un lugar que las autoridades mantienen en secreto, sin razones oficiales ni proceso alguno. Muchos periodistas abandonaron el país y la prensa privada ha desaparecido del mismo.

En Israel, el gobierno recurrió a la detención administrativa con quince periodistas palestinos. Hussam Abu Alan, fotógrafo palestino de la Agencia France-Presse, permaneció seis meses encarcelado de esta forma, sin que hubiera ningún tipo de proceso.

En Birmania, las autoridades adoptan una actitud criminal en relación con los periodistas encarcelados, manteniendo detenidos a periodistas ancianos y enfermos. Se encuentran detenidos en condiciones muy penosas, con graves condenas por haber "difundido informaciones hostiles al Estado", o por haber informado a periodistas extranjeros.

En China, a los once periodistas detenidos hay que sumar los treinta y cinco ciberdisidentes arrestados por haber difundido informaciones "subversivas" por Internet. Uno de ellos está condenado a cuatro años de cárcel.

Sin embargo, en 2002 se produjeron algunas buenas noticias, entre otras la liberación del ruandés Gédéon Mushimiyimana, indultado por la población de su región de origen, tras seis años de detención ; la del paquistaní Ayub Khoso, después de tres años de cárcel, gracias a una sentencia del Alto Tribunal de Hyderabad (sur del país) ; la del birmano Myo Myint Nyein, después de doce años en una celda insalubre y la de Vanessa Leggett, tras 168 días de detención en Estados Unidos, por haberse negado a revelar sus fuentes.

Cerca de cinco mil periodistas agredidos y amenazados

Las agresiones y las amenazas contra los profesionales de la prensa aumentaron de forma vertiginosa. Al menos 1.420 fueron golpeados, amenazados de muerte, secuestrados, atacados por la policía u hostigados. Cerca de la mitad de esas agresiones y amenazas tuvieron lugar en Asia (589). Y esta violencia no es monopolio del Estado. También son predadores de la libertad de prensa algunos militantes de partidos políticos, así como algunos grupos armados y mafiosos. Está claro que las crisis políticas o sociales son propicias al desencadenamiento de la violencia contra los periodistas. En América Latina, por ejemplo, las tensiones en Venezuela, Haití y Argentina, provocaron un aumento importante del número de agresiones.

En Bangladesh, más de 380 periodistas fueron agredidos y amenazados por militantes o simpatizantes de partidos políticos. Normalmente los autores de los ataques son militantes o protegidos de los partidos en el poder, el Bangladesh Nationalist Party (BNP) y el Jamaat-e Islami (islamista). Los blancos preferidos son los periodistas que denuncios casos de corrupción, violencia política o intolerancia religiosa.

En Argelia, al menos veinte periodistas fueron maltratados por las fuerzas de seguridad o por algunos notables locales. En octubre se suicidó el corresponsal del diario El-Watan, en Tebessa : le habían atacado violentamente los secuaces del presidente de la Cámara de Comercio e Industria.

Las condiciones de trabajo de los reporteros se vieron negativamente afectadas por las tensiones religiosas y étnicas. No menos de veinte periodistas fueron amenazados, en el norte de Nigeria, durante los motines que siguieron a la publicación de un artículo sobre la elección de Miss Mundo. Las revueltas anti-musulmanas en el Estado indio de Gujarat estuvieron acompañadas de una treintena de agresiones a periodistas.

En los Territorios palestinos ocupados por Israel, al menos cincuenta reporteros fueron blancos del ejército israelí. Nueve de ellos resultaron heridos de bala. Algunos grupos palestinos, entre ellos Hamas, también atacaron a periodistas, durante las manifestaciones.

Más de un medio de comunicación censurado cada día

En 2002, en el mundo se censuraron 389 medios de comunicación. Los Estados usan y abusan de leyes de prensa que permiten cerrar definitiva o temporalmente los medios de comunicación, prohibir publicaciones extranjeras o imponer un black-out sobre determinadas informaciones.

En China, el gobierno sigue interfiriendo las frecuencias de algunas radios internacionales que emiten en chino, en tibetano o en uighur. En julio, el régimen comunista suspendió la recepción del canal británico BBC, para los abonados chinos del satélite. Durante la preparación del XVI Congreso del Partido Comunista se cerraron una decena de publicaciones, a causa de algunos artículos que molestaron al partido único.

En Turquía, fue tan elevado como en 2001 el número de canales de televisión, emisoras de radio y órganos de prensa escrita suspendidos provisionalmente por el RTÜK, el organismo gubernamental de vigilancia del audiovisual, y por los diferentes Tribunales de Seguridad del Estado : 20 medios de comunicación fueron censurados por "incitar a la violencia" o "atentar contra la seguridad del Estado".

En Irán la justicia, a las órdenes de los conservadores, atacó de nuevo a la prensa reformadora. Se suspendieron al menos quince publicaciones, entre ellas el diario Bonyan. En Sudán, las autoridades censuraron más de diez veces a publicaciones independientes, en temas tales como el sida, o las conversaciones de paz con los rebeldes sudistas.

En Europa, el aumento más significativo de la censura se ha producido en Rusia. En noviembre, el FSB (ex KGB) confiscó el servidor informático del semanario Versia, por el tratamiento que hizo de la intervención de las fuerzas especiales durante la liberación de los rehenes del teatro de Moscú, en el pasado octubre.

En Bangladesh una vez más, la justicia retiró la licencia de emisión del único canal hertziano privado, que tenía un gran éxito entre la población. En Malasia, el gobierno bloqueó en febrero la distribución de cuatro revista internacionales, entre ellas The Economist. Y en Birmania, la Junta Militar suspendió a los periódicos que utilizaron la palabra "Tailandia", en plena crisis diplomática entre ambos países.

En los países del Golfo, la censura es tan frecuente como la autocensura. En Arabia Saudí, todas las publicaciones extranjeras pasan sistemáticamente por la criba, antes de ser distribuidas. El régimen saudí también ha puesto en marcha una campaña para boicotear el canal informativo árabe Al-Jazira, cuyas oficinas se cerraron este año en Kuwait, en Jordania y temporalmente en Irak. En el Maghreb, el régimen del presidente Zine el-Abidine Ben Alí da ejemplo controlando estrechamente a los medios de comunicación, tanto públicos como privados, de Túnez.

En Africa, las fuerzas de seguridad se encargan frecuentemente de secuestrar las copias de las publicaciones que molestan. En Zimbabue, el diario independiente Daily News es regularmente objeto de registros ; y en Togo, la policía del presidente Gnassingbé Eyadema se incautó de cerca de 40.000 ejemplares de periódicos de la oposición.

Prácticamente no existe censura en América Latina, con la notable excepción del régimen castrista, que no tolera ningún medio de comunicación independiente. Por ejemplo, el gobierno de La Habana sigue interfiriendo las frecuencias de las radios que emiten desde Florida.

La prensa extranjera estrechamente vigilada

Corea del Norte (el país más represor del mundo, en términos de libertad de prensa, según la Clasificación mundial establecida por Reporteros Sin Fronteras en 2002) solo autoriza con cuentagotas la entrada de periodistas extranjeros que deben ir acompañados, durante las veinticuatro horas del día, por un guía oficial que les amenaza con represalias si intentan conseguir imágenes "prohibidas".

Una decena de países continúan obligando a los medios de comunicación extranjeros a trabajar con guías oficiales. Es el caso de Irak, Birmania o Chechenia. Un número creciente obliga a los periodistas extranjeros a disponer de un visado específico de prensa. Los que deciden trabajar sin el visado se exponen a riesgos cada vez mayores. Dos periodistas del canal de televisión británico Channel 4 estuvieron detenidos durante dos semanas, en Bangladesh, por haber entrado en el país sin visados de prensa. Su contacto local, Saleem Samad, corresponsal de Reporteros Sin Fronteras, se encuentra encarcelado sin juicio, desde hace más de un mes, tras haber sido torturado por la policía.

En Cuba, las presiones ejercidas sobre un corresponsal extranjero, a veces por el presidente Fidel Castro en persona, sirven de advertencia para el conjunto de la prensa extranjera. En octubre, la policía cubana confiscó todo el material profesional de Catherine David, reportera del semanario francés Le Nouvel Observateur.

La libertad de prensa amenazada por la lucha contra los "terroristas"

La lucha contra el terrorismo, emprendida por Estados Unidos y sus aliados tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, ha tenido un impacto negativo sobre la libertad de prensa. Frente a las voces de la oposición o independientes, muchos gobiernos han intensificado y justificado su represión en nombre de ese combate, que por otra parte es necesario. Los objetivos son los periodistas sospechosos, a menudo sin pruebas, de apoyar a los "terroristas maoístas" en Nepal, a los "terroristas de las FARC" en Colombia, a los "terroristas chechenos" en Rusia o a los "terroristas uighures o tibetanos" en China.

Está claro que los movimientos terroristas, y especialmente Al-Qaida, ya han dado pruebas de su determinación de eliminar la libertad de expresión ; pero eso no puede justificar, en ningún caso, los excesos de las fuerzas de seguridad de los Estados comprometidos en la lucha antiterrorista. En Afganistán, media docena de periodistas se vieron amenazados y agredidos por soldados norteamericanos, o sus auxiliares afganos.

Por otra parte, en la docena de leyes antiterroristas aprobadas en el mundo en 2002 se encuentran artículos que cuestionan la confidencialidad de la información, y las fuentes de los periodistas. La protección de las fuentes ha sido uno de los grandes retos del año. En los regímenes autoritarios, pero también en las democracias, a decenas de periodistas se les interrogó, se les examinó, se les detuvo y se les amenazó, por negarse a revelar sus fuentes, especialmente en los casos de terrorismo.

En más de la mitad de los países del mundo no está garantizada la libertad de prensa. Aunque la justicia internacional ofrece nuevas perspectivas en la lucha contra la impunidad, no se puede bajar la guardia en este año de 2003.

Reporteros sin Fronteras (RSF) defiende a los periodistas encarcelados y la libertad de prensa en el mundo, o sea el derecho de informar y estar informado, en conformidad con el artículo 19 de la Déclaración Universal de Derechos Humanos. RSF cuenta con nueve secciones nacionales (Alemania, Austria, Bélgica, España, Francia, Reino Unido, Italia, Suecia y Suiza), con representaciones en Abidyán, Bangkok, Buenos Aires, Estambul, Montreal, Moscú, Nueva York, Tokio, y Washington, y con un centenar de corresponsales en el mundo.

© Reporteros sin fronteras 2002

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