www.cubanet.org
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente y su autor.
 

¿Quién quiere parir?

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – “De la única forma en que me pongo una camisa de fuerza y me voy directo al hospital psiquiátrico, es si me da por parir en este momento”. La frase, de una trabajadora administrativa del Ministerio de Salud Pública, puso fin al debate en su centro de trabajo, ahora, cuando la población envejece rápidamente, debido a la emigración de los jóvenes y a que los índices de natalidad en Cuba andan por el suelo

Beatriz García llegó al Hospital González Coro (antiguo Sagrado Corazón, remitida desde una policlínica de la capital donde le administraron captopril y diazepán, como tratamiento para la hipertensión y el sangrado durante la  semana 33 de gestación.

Previamente, los médicos de la familia le habían recomendado hacer reposo, al mismo tiempo que la obligaban a correr de una consulta a otra bajo el sol, entre análisis y diagnósticos. Un examen quedó pendiente por la carencia de dextrosa (derivado del azúcar).

La transportación al Sagrado Corazón fue perfecta; por suerte las embarazadas son priorizadas por encima de los pacientes infartados, o con otras patologías. Sin embargo, desde el instante en que la bajaron de la ambulancia, García chocó contra lo que algunos denominan “la im-potencia médica”. Ninguno de los ascensores funcionaba y los que la llevaban no podían franquear la escalera con la camilla. Beatriz subió a pie. La presión también subió.  

En la consulta de urgencia la esperaba el médico, cercado por becarios extranjeros y un técnico de laboratorio. Los internos fueron suficientes para estresar más a la asustada paciente. La muchacha fue enviada a la unidad de preparto, y al amanecer la llevaron a la sala de cuidados perinatales. Debido al riesgo que corrían las vidas de Beatriz y su hijo, la ubicaron en el único cuarto de la sala habilitado con aire acondicionado, y luego anduvo por varias habitaciones.

Por suerte, en este hospital hay agua todo el día. En otros centros hay que cargarla en cubetas; un verdadero dilema, si se tiene en cuenta que en estos hospitales no permiten acompañantes masculinos. Beatriz descubrió que las cucarachas tienen un cuartel general en cada mueble.

La otra sorpresa fue la comida que se sirve a las pacientes: yuca, sopa, natilla, un cuarto de vaso de leche aguada y revoltillo. Y a veces, arroz, frituras de papa y frijoles.

Posiblemente Beatriz tendrá un parto exitoso. Ella subsiste gracias a su familia y a la atención de enfermeras y doctores. Sin embargo, para resolver las dificultades que enfrentan las gestantes cubanas, habría que reconocer que el problema existe y nuestras autoridades insisten en presentar un paraíso de salud pública, que existe sólo en la televisión.